Dos mundos distintos se encuentran en una misma ciudad; un encuentro que a ambos les agrada, sin conocerse, ni mirarse las caras. Amoríos del pasado regresan para impedir que el otro sea feliz, pero ambos jovenes están destinados a sanar el corazón...
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11 de Junio del 2020 Culiacán, Sinaloa.
NᴀʀʀᴀᴅᴏʀOᴍɴɪsᴄɪᴇɴᴛᴇ
5:50 a.m.
Marcos se encontraba dormido sobre su cama, descansando cómodamente, se dio media vuelta para comenzar a toquetear la piltra perezosamente y se levantó de golpe al no sentir el bulto peludo que la noche anterior estaba junto a él. Al no verlo sobre su lugar miró a la puerta y esta se encontraba abierta de par en par.
—Hijuesupinchemadre —murmuró levantándose.
Salió de la habitación a paso rápido y descalzo, corrió escaleras abajo pero se detuvo al oír la voz de su mamá.
—Haber, no, no, no... —se asomó un poco y la vio sentada en el sofá— bueno sí, juega con él —volvió a hablar y le extendió el cojín que segundos antes le había quitado.
Markitos sonrió y salió de su escondite.
—Buenas madrugadas —saludó sentándose en otro sofá— ¿Verdad que el Ralph es hiperactivo?
—Sí, bastante. Me levanté porque se escuchó que rascaban tu puerta, la abrí y salió corriendo, lo seguí y luego rascó la puerta de la entrada, supuse que le andaba del baño y lo saqué.
—No lo sentí, lo bueno que se asomó porque sino se hubiera hecho del baño adentro.
—A todo esto ¿De quién es?
—Ah, es de Ellery, no se lo pudo llevar a España porque no tendría tiempo para atenderlo, entonces lo dejó con sus hermanos y entre platicas me comentó que estaba estresado de estar en un solo lugar, pues me ofrecí a cuidarlo, ya que ellos no pueden sacarlo todos los días —explicó.
—Hijo de la verga —murmuró la señora— ¿Con el permiso de quién te lo trajiste?
—Nada más son un par de semanas ama', no se altere.
—Un par de semanas —repitió—, como si tú lavaras cabrón —se quejó lanzando un cojín en dirección a él.
—Por eso ¿Pero porqué tanta agresividad? —preguntó burlón y el canino se acercó para sentarse junto a él.
—Mira, no se sube a los sillones.
—No está bien educado, a menos que tú le digas que se puede subir, lo hace —comentó acariciando su cabeza.
—Haber, dile que se suba.
—Ralph, arriba —ordenó palmeando el sofá y eso realizó el Golden—, muy bien, ahora, sentado.
