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Ellery Guzmán y Marcos Castro


Eʟʟᴇʀʏ Gᴜᴢᴍᴀ́ɴ

—¡Ya, Alfredo! —exclamé con fastidio cuando me quiero sentar pero mi hermano no lo permite.

—¡No me estés gritando, cabrona!

—Sólo quiero caminar un poco y te pones todo pinche histérico —respondo con cansancio; ahora sí logrando sentarme.

—Necesitas re-po-so —recordó entre sílabas— ¿A caso los doctores hablan francés?

—Sí les entendí, pero no quiero, estuve un maldito mes dormida. Quiero caminar aunque me cueste estar parada y en todo caso de que me hubieran hablado en francés, les hubiera entendido.

—Manera educada de llamarme "pendejo" —se indignó y yo reí.

—Que conste que tú lo dijiste.

Alfredo me miró de manera indignante; haciendo que riera aún más.

Cuando abrió la boca pasa decir algo; se escuchó que rascaron la puerta de la habitación, nos miramos simultáneamente y fruncimos el entrecejo.

—¿A caso tienen un perro del cuál no sé de su existencia? —pregunté.

—Según yo nada más está Ralph, pero anda con Markitos —contestó con confusión.

Caminó en dirección a la puerta, cuando a penas y giró la perilla; aventaron bruscamente la puerta de madera, golpeándolo en la cara.

—Puta madre —se quejó agarrándose la nariz.

—¡Ralph! —chillé en cuanto miré a mi mascota de pelaje miel.

Al verme; de inmediato subió a la camilla y comenzó a restregarse contra mi cuerpo. Era una manía optada desde que era un cachorro, lo hacía cuando no me veía en demasiado tiempo; dándome a entender que me había extrañado y quiero creer eso, pues muchas veces lo escuché llorar mientras metía su trompa en cualquiera de mis manos, querideno que lo acariciara.

Escucho a Alfredo quejarse; pero es tanta mi emoción de por fin poder abrazar a mi canino; que no presto atención alguna a su sufrimiento.

—Amorcito, precioso, ya desperté y regresaremos a casa —murmuro mientras lo abrazo.

—Te va a lastimar —escucho decir a mi hermano entre quejidos.

—No seas exagerado, Alfredo, estás peor que una vieja paranoica, a parte ni parada estoy —respondo aún sin observarlo.

—Renuncio, le diré a Iv…

—¿Interrumpo algo? —habló una tercera voz que conozco perfectamente y me gusta.

Ambos miramos a la entrada; encontrándonos con mi influencer favorito.

—Marcos —murmuramos simultáneamente—, y Emilia —agrego con una pequeña sonrisa al ver que en sus brazos lleva a la niña.

Me gusta cómo se ve y no me refiero a su vestimenta, sino por la infanta en sus brazos y por la mochila rosada que lleva colgada en su hombro derecho.

Se ve un poquito más robusto, pero es un robusto bonito.

—¿Puedo pasar? —pregunta al ver que no pensábamos musitar algo.

—Sí, sí, pásale, te la regalo, ya me tiene hasta la madre, pinche güera chiflada —respondió mi hermano mientras salía de la habitación y cerrando la puerta detrás de él.

Qᴜɪᴇʀᴏ ᴜɴ ғᴜᴛᴜʀᴏ ᴊᴜɴᴛᴏs... 𝑀𝑇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora