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NOVIEMBRE 02, 2021

Ellery caminaba a paso apresurado con Piyi a su lado, quien sostenía un paraguas para cubrirla de la lluvia que comenzaba a caer. El pelinegro abrió la puerta de la camioneta para que ella subiera, pero ambos se detuvieron y miraron hacia atrás al escuchar que alguien llamó a la castaña.

—Ya es tarde, ¿No crees? —gruñó Piyi. Ella le sonrió de lado.

—Debemos tratarlo bien, es el padre de mi hijo —murmuró y él asintió.

La joven subió al vehículo y se sentó de lado, dejando los pies hacia afuera, el pelinegro se hizo a un lado para permitir que se acercara el otro hombre, pero al mismo tiempo tratando de cubrir a la mujer.

—Ellery… —jadeó.

—Marcos.

—Perdón, yo… —la Guzmán levantó una mano y él guardó silencio.

—No quiero tus explicaciones, tus motivos has de haber tenido para no presentarte a la cita —ella husmeo en su bolsa y sacó un sobre blanco—. Aquí está todo, las medidas y eso, él no se deja ver, aún es muy pronto. El ginecólogo espera que el próximo mes ya se deje ver.

—Perdón. —Ella asintió con una sonrisa a penas visible y miró a su escolta mientras se acomodaba en su asiento.

—Markitos —el nombrado miró al hombre junto a él— ¿Puedes hacerte a un lado? Necesito cerrar la puerta.

Marcos retrocedió un par de pasos, permitiendo que el joven cerrara el vehículo, le dió una mirada decepcionada y rodeó la camioneta para subir a su asiento. Ellery suspiró en cuanto su auto comenzó andar, llamando la atención de su escolta.

—¿Estás bien?

—Sí, es solo que… —guardó silencio por unos segundos—, creí que estaría conmigo, es la primera cita que íbamos a compartir —agregó con voz entre cortada.— No digo que tu presencia haya sido mala…

—Pero querías al padre de tu hijo —completó él al ver que ella no tenía intenciones de hacerlo. Ellery asintió apenada— Tal vez la próxima sea la buena.

—Sí, tal vez. —Murmuró.

Ninguno de los dos se atrevió a decir una palabra más el resto del camino, cada quien estaba sumido en sus propios pensamientos, ya sean buenos o malos, solo ellos lo sabían.

La castaña comenzaba a dudar sobre si Markitos estaba feliz con el embarazo, tal vez sólo fingió su felicidad, ella lo pensaba pero la realidad era otra. Él realmente estaba tan feliz de aquello, solo que no sabía cómo demostrarlo después del daño que le causó y tenía bien en claro que el haber llegado tarde a la cita, le restaba puntos para tratar de recuperar lo que tenían.

—Creo que ya llegó tu hermano —dijo Piyi al ver unas camionetas afuera de la propiedad.

—Sí, creo que sí. Espero y no tenga mucho tiempo esperando.

En cuanto el vehículo se detuvo dentro de la propiedad, ambos bajaron y se adentraron aún más en la morada, caminando directo a la sala de estar donde los esperaba Ovidio.

—¿Y…? ¿Cómo te fue?

Se abrazaron unos segundos y ella dejó un beso en la mejilla de su hermano, acto que fue correspondido.

—Bien, todo va bien —respondió dejándose caer con precaución en el sofá—. Está creciendo sanito. —Agregó acariciando a Ralph.

Ovidio la miró por unos segundos tratando de descifrar qué pasaba con ella. Se notaba un poco distraída y tenía su nariz roja, como si hubiera llorado.

Qᴜɪᴇʀᴏ ᴜɴ ғᴜᴛᴜʀᴏ ᴊᴜɴᴛᴏs... 𝑀𝑇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora