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Marcos Castro y Ellery Guzmán


30 de Junio.
Badiraguato, Sinaloa.

8:00 a.m.

Iᴠᴀ́ɴ Gᴜᴢᴍᴀ́ɴ

Me encontraba recostado sobre el cómodo sofá que estaba en la habitación de Ellery mientras hablaba por teléfono. Me había quedado a cuidarla en la noche y por alguna razón me levanté temprano, se suponía que debió de haber despertado ayer por la noche, pero no dio indicios de querer hacerlo, no la entiendo a la hija de la chingada, pero chingaba con querer despertar y ahora la canija no quiere hacerlo, de verdad no entiendo a las mujeres.

—Sí, Frida, ya te dije que sí. —respondí con fastidio.

Se escucha fastidiado, por eso le dije que yo me quedaba. —reprochó.

—Toy fastidiado de que no te callas, hija, desde las pinches siete que me hablaste. —me quejé.

¿El problema es que lo desperté?

—No, no, no, ya me había despertado, pero tú qué no dejas de hablar.

Escucho cómo la camilla hace un ruido ante un movimiento brusco, pero no presto mucha atención.

Debo estar alucinando.

Es que… nombre, mejor se hubiera quedado mi tío Ovidio o mi tía Griselda.

—Ah mira, como hay preferirismo.

De nueva cuenta se escucha el rechinido de la camilla, pero le sigo restando importancia.

—Adem…

—¿Podrías callarte, Iván? —me interrumpen y miro hacia mi hermana que se gira para darme la espalda— Hay gente que trata de dormir.

—Mejor cállate y duérmete mocosa, estoy lidiando con tu sobrina la gorrosa.

—¡Lo estoy escuchando!

—Ya sé… —ahí caigo en cuenta de algo y me levanto del sillón de un solo salto.— ¡Despertaste! —grito corriendo hasta la camilla y subiendo sobre ella para abrazarla, a la par que un nudo se forma en mi garganta.

—Sí, sí, ya desperté —me contesta adormilada mientras la estrecho entre mis brazos.— Desperté —murmura y yo frunzo el ceño con incredulidad ante sus ignorancia.— ¡Desperté! —chilló sentandose.

—Despertaste, cabrona —murmuró mientras la pego contra mi pecho— ¡Despertó, Frida! ¡Tu tía ya despertó! —grito para que me escuche a través del teléfono y siento las lágrimas correr por mis mejillas.

—Auch, auch, auch. —la escucho quejarse cuando la alzo un poco

—Perdón —me disculpo y la dejo sobre la camilla.

La miro sonreír y dejo un beso cariñoso en su frente, para volver a estrecharla, a pesar de que apesta a medicamento.

—¿Dónde está Ralph? —preguntó contra mi pecho.

—¿Es en serio?

—Tienes que entenderme no lo he visto en…

—Un mes —completo.

—¿Un mes? —repite con incredulidad y yo asiento, seguido ella se deja caer sobre la camilla con cansancio.

—Al rato que te levantes te va a doler todo.

Qᴜɪᴇʀᴏ ᴜɴ ғᴜᴛᴜʀᴏ ᴊᴜɴᴛᴏs... 𝑀𝑇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora