Capítulo 1: Así que cruza el río y encuentra el mundo debajo.

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Violetas. Mis flores favoritas son las violetas.

Nunca me enamoré de los tulipanes y los girasoles no eran especiales.

Me encantaban los lirios, las dalias y las margaritas, pero las violetas...
Mis flores favoritas son las violetas.

Si pudiera describir violetas, sería simple: púrpura oscuro, suave, seiscientas especies, de hojas rectas, tallo largo.

Aunque si pudiera describir una violeta en específico, iría más allá: rosa brillante, valiente, una en un millón, con nudillos torcidos, y cuerpo pequeño.

Las rosas son aburridas,
las violetas son rosas.

Violetas. Mis flores favoritas son las violetas.

...

Los gritos eran espeluznantes y desgarradores. Incitación, no de dolor. Tal vez eso es lo que los hacía aún más tortuosos, ya que los gritos de dolor son aterradores, pero los hombres que los animaban eran inquietantes. Todos miraban cuidadosamente una celda específica; algunos presidiarios gritaban fascinados y emocionados por lo que sucedía en ella:

               Una mujer, de cabello largo y ojos brillantes que derramaban lágrimas a cada segundo. Borracha de dolor. Siempre en silencio, con la mirada perdida. Cuarzo puro por los ojos, nadando sobre una esclerótica de morganita, rodeada de venas hinchadas. Translúcido, rosa, rojo.
Aquellos se divertían al verla intentar ponerse de pie. Estaba tan lastimada.

              Existente.

              Respirando a través de la humillación y la dignidad pisoteada.

              Solo una persona trató de no mirar por el asco que le producía la escena. Con el pelo rosa y un gesto furioso.

                    VI.

               Aquella mujer de pelo bicolor buscó refugio en la mirada de ese único ser que no tenía intención de celebrar su dolor.

               Vi se levantó de su catre y fue a sentarse en el suelo, fuera de la vista de aquella mujer, que cerró los ojos y se quedó en el suelo cuando no pudo encontrar a Vi.

                Como magia –de la que ella era fiel creyente–, milagro o humanidad, la celda se abrió.

                    —Basta de drama, levántate.—Pronunció un hombre alto de cabello negro, arrojándole un poco de agua fría. Ella odiaba eso. La tomó del brazo con fuerza, levantándola del suelo y dejando que su cuerpo vaciara todo el dolor que guardaba dentro, en forma de sangre, que caía del corazón hasta los tobillos. —¡Ensucias el piso!—La pelirrosa hizo un gesto de disgusto—¡Pink!—Llamó a la celda de enfrente. "Pink" levantó los ojos del suelo. —Esto será tu compañera de celda esta noche.—Ella no tuvo tiempo de responder. La puerta comenzó a abrirse y el vigilante empujó a la chica adentro.

               Esto, dijo él. Como si fuera un objeto sin valor.

               Ahora dentro de la celda, cerrándola y dejándola caer contra la pared, Vi la miró sin decir nada, con angustia interna, pero inexistente por fuera. La había visto y oído antes; esa chica llevaba ahí poco más de dos años. Casi tres.
              El primer año fue el más fácil: esa niña, dejándose empujar y tirar del pelo por los habitantes de la prisión. Pero un año después se veía más demacrada, comenzaron los golpes a puño limpio, las armas caseras, y los gritos. Muchos gritos. Mierda, que esto es la cárcel.
                    

     Vi la observó:

                     Su cara, magullada.
                     Sus ojos, hinchados.
                     Su nariz, goteando.
                     Sus labios, reventados.
                     Su pelo, enmarañado.
                     Su cuerpo, agotado.
                     Su alma, sufriendo.
                     Su silueta, desvanecida.

               Ella no dijo nada. La mujer se apoyó temblando contra la pared, permaneciendo sentada. Arrancó un trozo de sábana y limpió la sangre que corría por su ceja, dejando escapar gemidos casi inaudibles. Vi solo podía mirar. Dos años en los que por primera vez pudo mirarla, cara a cara. Un ciervo herido.

     El primer día...

               Su cuerpo era delgado y tonificado, era alta y hermosa. Su cabello rozaba sus codos, y su piel era impecable, como porcelana. Estaba vestida de seda, con un largo vestido blanco, y parecía una novia que acababa de salir corriendo del altar. Esa fue la primera impresión que tuvo Vi. La segunda era una pregunta: ¿Te he visto antes?

               Pronto sus preguntas desaparecieron ya que parecía imposible conocer a una princesa así, viviendo en Los Carriles.

     Sin embargo... tenía razón.

▪︎■▪︎

                    —Dear friend across the river, my hands are cold and bare. Dear friend across the river, I'll take what you can spare...—Una voz eufónica. Suave, llena de aire, casi como un susurro dulce. Las vibraciones viajaban desde su pecho hasta los dedos de sus pies, enfocándose en sus muslos y entrando por sus oídos. No, no lo suyos, sino los de Vi, que estaba acostada en el borde del techo, apoyando la cabeza en el regazo de la chica, disfrutando de la canción de cuna. Somnolencia, cemento frío y aire contaminado que les pica la garganta, mientras son abrazadas por el miedo, la confusión y, de alguna manera, la calma.

                 No hablaban, ni intercambiaban miradas. Simplemente estaban ahí, ocurriendo en el mismo instante, ocupándose de sus propios asuntos. Juntas. Sin intenciones de hacer otra cosa, ni de entablar una conversación a corto plazo, porque dentro de toda esa tranquilidad, hacía mucho tiempo que se habían convertido en extrañas, después de ser amigas que se amaban y se preocupaban por la otra.

                  Vi se levantó de su regazo y se recostó en el techo, mirando hacia el cielo. Luego ella se tumbó a su lado para hacer lo mismo.

                   —Acacia...

                   —Violet.

                   —¿Por qué estás aquí?

                   —Oh, totalmente. Sí. No puedo decirte todavía, pero lo tengo muy claro.

                   Esa era su dinámica. Vi preguntando, Acacia respondiendo. Rara vez era al revés. No había nada que Acacia no supiera, y Vi nunca estaba dispuesta a responder adecuadamente. Ambas eran poco recíprocas hacia la otra.
Vi era bastante consciente de sus palabras hirientes y del rechazo detrás de sus acciones, y Acacia simplemente ignoraba todo, ya que su conocimiento le era suficiente.
Enemigas pasivas, y amigas competitivas. Extrañas que permanecerían juntas.

               Una línea de agua clara, que representaba la vida, mezclada con sangre densa, que representaba la muerte, las separaba, pero mojaba sus manos, que ansiaban cercanía y calor.

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Bienvenidxs, damas, caballeros, y otrxs.

Soy Cannelle.
Este es mi fanfic: Golpe Avisa.

Golpe Avisa, significando:
ALERTA.

Acacia es mi OC de toda la vida, y creo que su historia se entiende con la historia de Vi, Caitlyn y Jinx.

Recuerden escuchar la playlist de GOLPE AVISA.


GOLPE AVISA || Vi ° ArcaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora