Capítulo 11: El tipo de mal que te hace sentir bien.

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A medida que los meses pasaron, Acacia cumplió diecinueve años. Su mundo se llenó de oscuridad y dolor tras la muerte de Evie, y cada día se sentía vacío y carente de sentido para ella. La felicidad y el optimismo que solían definirla estaban ausentes, reemplazados por el duelo y la desesperanza. Su día a día transcurría en una rutina monótona, marcada por la soledad y la añoranza de su amada. A pesar de tratar de seguir con su vida, la presencia de Evie aún se sentía presente en cada recuerdo.

               Acacia se hundió en un pozo de fiestas y alcohol. Su desesperación era difícil de manejar, y lo único que parecía ayudar momentáneamente era la distracción que le ofrecía la bebida y la fiesta. Se pasaba las noches bebiendo sin control y rodeada de gente desconocida, en un intento de bloquear el dolor que sentía en su interior. A menudo, pasaba días aturdida y sin recordar lo que había sucedido la noche anterior.

               Sin importar cuánto intentara escapar de su realidad a través de la fiesta y el alcohol, el dolor de su pasado nunca la dejaba ir. Su mente se llenaba de recuerdos de Evie a cada momento y la pérdida aún era un peso abrumador en su alma. A pesar de que intentaba seguir con su vida y adaptarse a su nueva realidad, siempre encontraba a sí misma volviendo a caer en patrones autodestructivos y llenando cada momento con alcohol para tratar de silenciar su sufrimiento.

               La ex pirata se volvió más desenfrenada en sus noches en bares, llena de soledad. El alcohol y el sexo se convirtieron en una forma de escape y entretenimiento para ella, algo que la alejaba por un momento del sufrimiento que sentía por dentro. Nunca tenía una pareja estable ni relaciones significativas, pues su corazón aún pertenecía a Evie. En lugar de ello, se enredaba con diferentes chicas, buscando el consuelo temporal que ofrecía la intimidad física.

               Despertaba sola, mareada, confundida y sintiéndose extremadamente culpable.

               Así era la vida de Acacia ahora. Alcohol, fiestas, apuestas y relaciones casuales que nunca llenarían el hueco que dejó la pérdida de Evie, que aún pesaba, incluso después de ocho meses desde aquel fatídico día.

               Esa noche, bajo la luz de las velas, Acacia llegó tambaleándose a la casa de Vander, su rostro cubierto de cortes y moretones, y su mirada apagada y llena de desesperación. Al ver a Vander frente a ella, todo el peso de su sufrimiento y aflicción pareció sobrecargarla de repente. En el momento en que sus ojos se cruzaron con los de él, simplemente se rompió y se desmoronó en llanto. Las palabras de Acacia salieron entre sollozos, cargadas de un dolor y una desesperación abrumadoras. Su voz rota y quebrada reflejaba su profunda aflicción mientras caía de rodillas en medio de un sollozo.

                    —Me mataron a mi niña, Vander. Me la arrebataron.—Dijo entre sollozos.—Mi nena, mi Evie, me la arrebataron.

               Su rostro estaba ensangrentado y lleno de hematomas, reflejando su lucha. Las palabras salían de su boca entrecortadas, con un dolor y una tristeza tan profundos que parecían ser insoportables. Sus ojos estaban llenos de sufrimiento y desesperación mientras levantaba su rostro hacia Vander, buscando consuelo y comprensión en medio de su dolor. Sus manos temblaban mientras se aferraba con firmeza a él, como si estuviera aferrándose a un trozo de esperanza en medio de la oscuridad.

                    —Había... había tanta sangre.—Murmuró entre sollozos.—Ella estaba allí, y luego simplemente ya no estaba. Sus ojos estaban abiertos, pero ya no me veían. Ya no me sentía. Ya no estaba ahí, Vander. Ya no...

               Su cuerpo entero temblaba con la fuerza de su emoción, como si su mundo se hubiera reducido a una tormenta de dolor. Luchaba por encontrar palabras para expresar la pesadilla que era, pero no importaba lo mucho que lo intentara, nunca podría dar forma a la abrumadora tristeza que la inundaba. Su voz se desvaneció en un llanto desconsolado cuando finalmente se desplomó en el suelo, su cuerpo sacudido por los sollozos. Su mente estaba llena de imágenes de Evie, y la realidad de haberla perdido para siempre era casi demasiado pesada de soportar.

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⏰ Última actualización: 13 hours ago ⏰

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