Capítulo 12: Quema los chismes y las agendas ocultas.

75 7 2
                                    

El interior del burdel estaba iluminado por un ambiente oscuro y tenue, con luces púrpura y rojas que creaban una atmósfera misteriosa y seductora. Un pequeño escenario estaba ubicado contra una de las paredes, y allí estaba sentada Acacia con su guitarra en mano. Todo a su alrededor estaba lleno de la multitud habitual del burdel: hombres borrachos, mujeres que trataban de cautivarlos, y las luces tenues que daban profundidad a la escena. Aún así, Acacia permanecía en su lugar en el pequeño escenario, con su guitarra en manos y tocando con destreza.

               El ambiente en el burdel estaba lleno de ruido y una especie de energía extraña, pero Acacia era el centro de atención mientras tocaba su guitarra. Su rostro estaba relajado y se concentró en la música mientras pasaba las yemas de los dedos por las cuerdas. Estaba inundado de risas y gemidos altos, y el olor a alcohol llenaba el aire. A medida que las canciones pasaban, algunos de los hombres comienzaban a acercarse a ella, tratando de invitarla a beber o a acompañarlos.

               Danilo continuaba observándola, aún con su sonrisa, aunque sus ojos estaban alertas, pues en la habitación había hombres y mujeres sentados en las mesas, bebiendo, riendo, y relajándose, pero había otros que tenían a Acacia en la mira. Algunos tenían compañía y se abrazaban entre ellos, mientras que otros estaban solos en silencio, observando el escenario, o a la gente a su alrededor.

               La música de Acacia llenaba la habitación, pero no ahogaba las conversaciones que la gente tenía entre ellos. Las cuerdas de la guitarra resonaban mientras tocaba la canción, llenando la habitación con cada acorde. Su expresión era seria, mientras tocaba notas largas y cortas, como tocando suavemente el alma de los ocupantes.

               Algunas parejas se levantaban a bailar junto a la plataforma, mientras que algunos estaban simplemente acariciando a sus acompañantes, o solo escuchando. Mientras tocaba, Acacia podía ver algunas miradas en ella, algunas de deseo, algunas de lástima, y otras atentas. Podía sentir una tensión en el ambiente, y la suave iluminación y la música triste que tocaba, creaba atmósfera más pesada.

               La tristeza y oscuro aura de Acacia sólo hacía su sensualidad más apetecible. Su expresión rota, ojos perdidos en la nada y la manera en que tocaba la guitarra sólo hacía que la gente estuviera más fascinada por ella. A pesar de la multitud de gente en el burdel, Acacia sentía una fuerte sensación de soledad y vacío dentro de ella. Mirando a todos los diferentes grupos de personas, abrazando y hablando entre ellos, ella estaba ahí sola, tocando y sintiéndose más sola que nunca. A pesar de que la gente estaba cerca, ella se sentía como si estuviera por su cuenta, con solamente su tristeza y su música para acompañarla.

               Al terminar la primera canción, Acacia suspiró. La propina era baja y los ánimos también. Le dio una mirada de completa desmotivación a Danilo, quién apretó los labios con disgusto y suspiró.

                    —¿Qué hago?—Preguntó en señas, como lo hacían con Evie.

                    —¿Nos vamos?

               Ella negó con la cabeza y bufó, poniéndose de pie. Los ojos expectantes de los clientes se posaron en ella casi de inmediato, y casi por lógica, supo qué debía hacer para conseguir más propina, más alcohol, y seguramente, menos tristeza. Acacia dejó su guitarra en su plataforma, y se acercó a la mesa más cercana. Recorrió con los ojos a la multitud, y su vista cayó a un hombre apuesto que estaba sentado justo enfrente. Acercándose a él, le preguntó:

                    —Oye, guapo, ¿te parece si me consigues un cigarrillo? De los rositas, mentolados.—Coqueteó suavemente, haciéndole ojos de cachorro al hombre.

GOLPE AVISA || Vi ° ArcaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora