Capítulo 31

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Jennie no durmió nada esa noche.

Sin embargo, Lisa lo hizo. Jennie había colocado una almohada contra la cabecera de la cama y suavemente movió a Lauren hacia atrás, sacándola de su posición desplomada. La chica en su regazo estaba profundamente dormida, sosteniéndose del brazo de Lauren.

Jennie estaba cansada, seguro. Agotada era una mejor palabra. Pero no se iba a dormir, porque necesitaba asegurarse de que estaban bien. Y ella no podría hacer eso si sus ojos estuvieran cerrados.

No estaba segura de qué hora era, pero sabía que era de mañana cuando la niña más pequeña se despertó. Jennie notó que algo se movía por el rabillo del ojo y vio como las pestañas de la chica se abrían suavemente.

Una mirada de terror brilló en el rostro de la niña más pequeña. Estaba en un lugar nuevo, no estaba en casa. Y luego recordó los eventos de la noche anterior. Paralizada por el miedo, se echó a llorar.

Los ojos de Jennie se abrieron cuando la niña comenzó a llorar. Sin embargo, Lisa no se despertó, así que rápidamente se puso de pie, levantó a la niña del regazo de su esposa y la puso en sus propios brazos.

—Te tengo—susurró Jennie, meciéndose hacia adelante y hacia atrás ligeramente para calmar a la niña más pequeña. La equilibró sobre su cadera y usó su mano libre para estirarla y quitarle el cabello ondulado de la cara, limpiando suavemente las mejillas de la niña con el pulgar—Nadie te va a lastimar. Lo prometo.

Sollozando, la niña miró a Jennie. Su labio inferior sobresalía ligeramente y Jennie podía decir lo mucho que estaba tratando de dejar de llorar.

La chica de ojos café se sentó en el borde de la cama, sosteniendo a la niña en su regazo y frotando pequeños círculos en su espalda para tratar de calmarla.

Lisa se había despertado en ese momento, y lentamente se sentó, observando cómo Jennie le cantaba suavemente a la niña más pequeña. Hubo un golpe en la puerta justo cuando Jennie miró hacia atrás y se dio cuenta de que su esposa estaba despierta.

Era la misma enfermera de antes, pero la acompañaba otra mujer mayor que sostenía lo que parecía ser un maletín. La enfermera le dio a Lisa una sonrisa amistosa, permitiéndole a la mujer entrar a la habitación antes de cerrar la puerta detrás de ella.

—Hola—la mujer sonrió, acercándose a Lisa y extendiendo su mano—Soy Georgia. Soy la trabajadora social asignada a su caso.

Lisa le estrechó la mano, notando cómo la mujer miraba a la niña en los brazos de Jennie. Tampoco pasó desapercibido para Jennie, quien se deslizó ligeramente hacia atrás y apretó su agarre sobre la niña.

—Soy Lisa. Ella es Jennie—la chica de ojos mieles asintió hacia su esposa. Jennie solo asintió lentamente.

—Han identificado a los padres—explicó la mujer, sentándose en una de las sillas de plástico y sacando una pila de papeles de su maletín—Malaquías y Rebecca Allen.

—Padres de una niña de 3 años—señaló a la niña en los brazos de Jennie—Con uno en camino—Lisa se mordió el labio—Desafortunadamente, solo uno sobrevivió al accidente—asintió hacia la niña, y Lisa sintió que se le encogía el estómago.

—Obviamente, nuestra primera orden del día es lograr que tenga una situación de vivienda permanente lo más rápido que podamos—explicó la mujer. Lisa asintió.

—El único problema con eso es que la única familia viva que le queda es su abuelo de 78 años con Alzheimer—levantó los papeles para mostrárselos.

Lisa y Jennie intercambiaron miradas, ambas sintiendo una punzada de tristeza por la niña pequeña.

—Sin embargo, hice un par de llamadas, y fui capaz de encontrar una casa hogar que puede tenerla hasta que le encontremos algo más permanente—la mujer asintió. La mandíbula de Lisa se apretó.

Green (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora