Capítulo 36

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Lisa se despertó a la mañana siguiente cuando algo le tocó la mejilla. Murmuró algunas palabras en voz baja, rodando y enterrando la cabeza en la almohada. Sin embargo, solo continuó. Así que finalmente se dio por vencida.

—Cariñooo—bostezó Lisa, levantando la cabeza y secándose los ojos. Pero en lugar de Jennie, se encontró cara a cara con Wolf, quien procedió a tocarle la mano con la nariz.

—Tú no eres mi esposa—murmuró Lisa, sacudiendo la cabeza y mirando alrededor de la habitación aturdida.

Espera, ¿dónde estaba Jennie?

Frunciendo el ceño, la chica de ojos mieles se quitó las cobijas de las piernas y rápidamente se puso un par de pantalones de pijama. Tenía un presentimiento de dónde podría estar Jennie.

Mientras caminaba por el pasillo, se dio cuenta de cuánto había cambiado en los años que Jennie y ella habían estado juntas. Si se hubiera despertado en una cama vacía hace tres años, habría entrado en pánico.

Pero ahora, cuando abrió la puerta de la habitación de Presley, se dio cuenta de que ya no tenía que entrar en pánico. Porque allí yacía Jennie, profundamente dormida con Presley en sus brazos.

Lisa luchó por contener su sonrisa ante la vista. Presley tenía una mano alrededor del pulgar de Jennie y la otra abrazando a Sunny a su lado. Ambas se veían tan tranquilas, tan ajenas a cualquier cosa que pudiera pasar en el mundo que las rodeaba.

La chica de ojos mieles se acercó en silencio, colocando la manta sobre ellas y apartando el cabello de Jennie de su rostro.

Era casi como si en ese momento se diera cuenta de que esto era ella. Ya no tenía que preocuparse por perder gente.

Cuando salió silenciosamente de la habitación y cerró la puerta, notó cuánto habían cambiado las cosas. El mismo miedo que tenía cuando dejaba sola a Jennie ya no estaba. Jennie podía cuidar de sí misma, Lisa confiaba en ella de esa manera.

Por supuesto, ella nunca dejó a Jennie. Pero ahora sabía que siempre estaría allí. Ya no era una opción de Jennie necesitarla. Era una elección de Jennie elegirla. Y la chica más pequeña de ojos café lo había dejado perfectamente claro

Jennie era de ella y ella era de Jennie. Ya no tenían que cuestionarlo más. Lisa había contenido la respiración durante años, y ahora era como si dejara escapar un gran suspiro de alivio.

Sin embargo, lo haría todo de nuevo. Lo haría todo de nuevo en un abrir y cerrar de ojos. No tendrías que preguntárselo dos veces. Era Jennie. Por supuesto que la elegiría. La elegiría una y otra vez, en cualquier vida, no importa qué. Así era.

Lisa pasó una mano por su cabello despeinado, se cepilló los dientes y se lavó la cara, lo que sirvió para despertarla de inmediato. Después de alimentar a Wolf, se dirigió a la cocina y buscó en la despensa.

De alguna manera, diez minutos después, se encontró midiendo una cuarta taza de aceite vegetal y añadiéndola al tazón. Puso el horno a precalentar, y justo cuando estaba a punto de regresar a la despensa, vio algo por el rabillo del ojo.

Una pequeña cabeza con dos expresivos ojos café se asomó a la cocina y Lisa se detuvo, inclinando la cabeza hacia un lado.

—Oye, pequeña—sonrió suavemente, agachándose y extendiendo su mano—¿Dormiste bien?

Asintiendo suavemente, la niña más pequeña salió de detrás de la pared, agarrando a Sunny con una mano y acercándose a Lisa. La chica de ojos mieles se arrodilló, abrazó a Presley y le apartó el cabello de la cara.

Green (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora