Capítulo 14 "Marcos al rescate"

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NARRA MARCOS
Estaba en mi vehículo frente a la entrada del parque, esperando a Celeste, me sentía preocupado, no la escuche muy bien tras la bocina del teléfono, miré a todos lados hasta que la vi saliendo del parque, venia caminando abrazándose a si misma, su rostro estaba hinchado de tanto llorar, transmitía dolor, sus lágrimas caían despiadadas sin permiso por sus mejillas, sentí mi pecho apretarse y mis manos hacerse puños, ¿que le han hecho, porque Celeste estaba en este estado? me pregunté
mentalmente frunciendo mi ceño, baje rápidamente del vehículo, ella me vio a los ojos y sus lágrimas comenzaron a caer con más intensidad, me acerqué a ella y sin permiso la abracé, la envolví en un abrazo protector,
lleno de empatía, ella correspondió mi abrazo y se refugio en mi pecho, odiaba ver a Celeste en esta condición, a lo lejos del parque pude divisar a
Jack que nos observaba con odio crudo, estoy seguro que él ha sido el causante del sufrimiento de Celeste, tenia unas ganas desmesuradas de partirle la cara —Sácame de aqui, por favor— dijo Celeste con ruego en
sus palabras, yo simplemente la mire a los ojos y asentí a su petición, la dirigí al vehículo y la hice que se sentara del lado del copiloto, antes de subir al coche volví mi vista donde se encontraba Jack y ya no había
nadie, él jamás a querido a Celeste, es igual a su padre un pedante y un egoísta, pero algún día su reinado se va a acabar, nuestra manada jamás se
doblegará a ellos, estan desquiciados y enfermos de poder, subí al coche acto seguido encendí el auto, mire de reojo a Celeste quien estaba más calmada, pero con su mirada perdida en la ventana, sentía que estaba rota
—¿Te llevo a tu casa?— pregunté, ella nego con la cabeza, lo cual se me hizo extraño
—llévame a la tuya, no quiero volver a mi casa, no hoy, por favor—
me pidió  en tono suplicante, asentí no muy convencido, pero no quería discutir con ella ni hacerla poner peor de lo que ya se veía, sus padres se preocupan por ella, divisé el cielo, en unas horas anochecera
—llamó a tus padres al llegar, y les diré que estas conmigo, ¿esta bien?—
pregunté, ella asintió cerrando los ojos y dando suaves suspiros mientras se ponía cómoda en el asiento, algo me dice que no solo Jack tiene a Celeste tan mal, ¿será posible que haya discutido con sus padres? aunque Celeste asi discutiera con su madre nunca desistió de ir a su casa, tal vez me cuente luego, pensé.
Ya estábamos en casa, le mostré a Celeste dónde podría ducharse y el cuarto de invitados dónde iba a dormir, mientras estaba sentado en la sala avisé a sus padres que se quedaría conmigo porque estaba muy mal, me pareció extraño que ellos
lo aprobarán sin preguntar que había sucedido, sobre todo Griselda que es tan sobrepotectora con Cele, y sin contar que yo específicamente no soy su persona favorita, algo me decía que ellos sabían lo que había pasado, o tenían algo que ver con esto, yo seguía sentado en el sillón pensando, cuando divisé a Celeste bajar las escaleras con un vestido rojo que era de mi madre, le dije
que era de una tia para evitar ese tema, le quedaba hermoso resaltaba sus enormes caderas y su bello trasero, realmente Celeste Brown me traía
malditamente tonto, me levanté del sofá para acercarme a ella
—Y bien, ¿como me veo?— preguntó dando vueltas, yo sonreía por su acto de niña
princesa
—como una hermosa doncella de épocas remotas—
contesté a su pregunta, Celeste se ruborizó totalmente y yo sonreí, mis ojos viajaron a sus tan apetecibles labios, ella me observo con un rubor subir sobre su rostro, y luego desvío su mirada detrás de mi espalda
avergonzada, escuche a alguien carraspear y voltee a ver a mi padre
—Buenas noches Celeste, bienvenida a mi humilde morada—
dijo Erik mi padre en tono cortéz, Celeste asintió y dijo
—Muchas gracias a usted por
recibirme en su hogar, y disculpe mi intromisión—
mi padre la miro y empezó a negar con la cabeza mientras sonreía
—No es ninguna intromisón mi niña, ven vamos a cenar, mi esposa Cristina preparo lasaña,
creo que es tu favorita si no mal recuerdo ¿cierto?—
preguntó mi padre,
mientras caminábamos hacía el comedor, Celeste asintió y sus labios formaron una sonrisa
—Buenas noches— dijo Cristina cuando entramos al comedor
—Buenas noches— respondimos al unison, Cristina beso a mi
padre y le dio una cálida sonrisa a Celeste y a mí ,mientras se disponía a servir los platos, mi padre les da libre las noches a las empleadas de servicio para que puedan descansar, nos sentamos y empezamos a comer, pasamos la cena hablando de cosas triviales, Celeste por momentos sonreía, pero aún podía divisar algo de tristeza en su rostro
—Bueno chicos, fue una maravillosa cena, pero debo retirarme me duele un poco la cabeza aprovecharé de darme una ducha, dejen todo asi que
yo lo recogeré en un rato—
dijo Cristina levantándose de la mesa y dejando un casto beso a mi padre antes de marcharse, Erik suspiro y observo fijamente a Celeste
—cuentame tu historia, porque es evidente que no estas bien— soltó Erik , Celeste comenzó a removerse un poco incómoda y sus ojos comenzaron a humedecerse, sentí algo de compasión por ella en ese momento
—Padre,no creo que sea el momento para—
fuí interrumpido por la mano de Celeste en mi hombro
—tranquilo Marcos, yo necesito desahogarme con alguien y ustedes son como mi familia, me conocen de años, y se que no me van a juzgar—
dijo Celeste con un deje de amargura en sus palabras, tomé su mano y la acaricié lentamente infundiendole apoyo y prestando atención a sus próximas
palabras
—Mis padres me confesaron esta mañana que soy adoptada, o
debería decir, recogida de la calle, como un perro sin hogar, mi padre era un inmaduro que tuvo mala suerte de procrear una hija con una prostituta— dijo Celeste con ironía y un deje amargo en sus palabras, yo no salia de mi asombro, yo sabía la historia de los padres de Celeste, sabía que su madre fue Nea y su padre Coult, pero Nea no era ninguna prostituta según la historia que he escuchado, según se eran personas maravillosas, pensé con el ceño fruncido, ¿que esta sucediendo, porque le dijeron esto a Celeste?
me quedé en silencio escuchando a Celeste
—Asi que, ya lo saben, soy
hija de una prostituta y un hombre irresponsable, por lo menos ya se que mi padre se llama Lucían, pero el nombre de la chica de turno aquella noche nadie lo sabe, que irónico, cuando yo pensaba que mi vida era una mierda, ahora se pone peor—
dijo Celeste de forma molesta y amarga, resignada, y con las lágrimas amenazando sus mejillas, mi padre y yo no
salíamos del asombro, la historia de Celeste era otra, totalmente
diferente, ¿porque Griselda le había mentido a Celeste de esta forma tan ruin? esto era el colmo, ¿porque no decirle la verdad? ya le habían roto el
corazón, porque Griselda no lo hizo con la verdad, ¿porque enredarla de esta forma, mal poniendo la imagen de sus padres? si es cierto que
Richard no sabía toda la verdad ¿porque tenia que decirle que su madre era una prostituta y su padre un hombre inmaduro que la dejo a su suerte con otra familia? Mi padre se levanto molesto se su silla, noté su cara de molestia y sabia lo que haría, —Celeste, hija, eso a sido un golpe muy duro para tu vida, imagino lo que es sentir que vivistes una mentira, tal
vez, esto es algo que te marcara para siempre, pero debes tener en cuenta que Griselda y Richard te han criado con el más puro amor, debes ser agradecida con personas que tal vez no tenían la obligación de criarte y sin embargo lo hicieron con el corazón, debes pasar la página y seguir adelante—
dijo mi padre a Celeste, ella asintió, y sus lágrimas
comenzaron a rodar por sus mejillas sin permiso
—Ahora chicos
si me permiten, debo hacer unas llamadas de negocios—
dijo mi padre, despidiéndose y desapareciendo por el umbral del comedor hacia su oficina, puse mi mirada en Celeste y ella de inmediato conecto sus ojos
café con los míos
—¿Quieres que te acompañe a tu habitación?—
pregunté, ella asintió, me levante de mi silla, tome su mano y ella de inmediato repitió mi acción, subimos al segundo piso de la casa caminamos hasta su habitación y me detuve para abrir la puerta para ella
—No quiero dormir sola esta noche, acompáñame—
dijo Celeste acariciando mi brazo, yo me quedé sin aire por un momento, antes
dormiamos juntos, pero para aquel entonces yo decía ser homosexual y no había confesado lo que sentía por ella —Celeste, sabes lo que te dije,
sabes bien lo que siento por ti, no soy homosexual, te confesé todo, y estoy loco por ti—
ella asintió, trago seco y se acerco poco a poco de
forma peligrosa hacia mí, acarició mi mejilla, luego sus caricias bajaron a mi pecho, yo instintivamente cerré los ojos y suspiré lleno del más puro
deseo, sentí como poco a poco Celeste se inclinaba hacia mi rostro dejando nuestros labios a centimetros, tomé su cintura y pegue su cuerpo poco a poco al mio ella tomo mi nuca y posó sus labios sobre los míos,
fundiendonos en el más dulce beso.

El despertar de la loba blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora