Capitulo 32

17 2 0
                                    

CELESTE
-Celeste despierta por favor, despierta mi amor- sentí unas manos posarse en mi rostro, luego un pañuelo humedecido alrededor de mi rostro y de mi cuello, lentamente abrí mis ojos encontrándome con el rostro preocupado de Marcos -mi amor, despertaste- dijo observándome con aquellos ojos verdes eléctricos, dentro de mi me sentía mal, a Marcos lo quería, pero es verdad lo que dijo Atenea, no lo amo, pero dentro de mi comenzaba a crece un sentido de pertenencia por el, sentía que era mío de alguna forma -estaba en el limbo con Atenea- dije para que se tranquilizara, pero creo, que fue un error, su rostro se endureció de forma sería mirándome directamente a los ojos atravesandome con aquellas dagas verdes de sus ojos —es muy peligroso que Atenea te lleve allá, podrías dejar de volver en algún momento con nosotro— respondió de forma preocupada —Atenea me dijo que yo no pertenecía allí, no me quedaría allí ni aunque yo lo quisiera— Marcos asentó con su cabeza dirigiéndose nuevamente a remojar aquel pañuelo, lentamente me senté en la cama, divisando que nos encontrábamos aún en el aquelarre -¿donde está mi tío?- pregunté -resolviendo unos asuntos- respondió Marcos de forma neutra con mucha seriedad, su respuesta fue mecánica como si quisiera darme explicaciones
-¿que asuntos?- presioné para que me explicara lo que intentaba esconder pero no funciono -cosas de tu despertar- respondió de forma mecánica nuevamente —esta con James ¿Cierto?—pregunté de forma temerosa Marcos comenzó a gruñir —él no tiene nada que hacer aqui— dijo con la voz gruesa de su lobo, lo observe y sus ojos estaba rojos —soy su mate, es normal que este aqui— contesté  —entonces ¿te quieres ir con él?— preguntó de forma alterada, yo simplemente me puse a la defensiva —si consiguieras a tu mate me mandarias al carajo o ¿ me equivoco?— pregunté, Marcos empuñaba su mano sobre la peinadora que se encontraba a un costado de mi cama retiró la vista respiró ondo y negó con la cabeza —Celeste yo te amo — dijo en un tono candado —pero ¿te irías con tu mate, cierto?— pregunté nuevamente —no lo sé Celeste, no se que haría en esa situación, solo no confíes en él tan rápido— dijo esto antes de salir de la habitación,  respiré profundo y volví a recostarme sentía mi cabeza una licuadora no se que haría.

TOC TOC —adelante— abrieron la puerta con cuidado dejando a la vista a mi tío Lucían con cara de fastidio —baja para que cenemos juntos hay temas que debemos tratar y uno de esos es tu fastidioso mate— rodé los ojos con fastidio —¿es tan grave?— pregunté Lucían tomó su cabeza con su mano negando  para luego suspirar de forma cansada y verme directamente a los ojos —quiere que no tengas tu despertar y que te olvides de la guerra— mi cara era de un total asombro —¿porque quiere eso?— pregunté asombrada —según él, quiere protegerte— asentí para formular una nueva pregunta —todos los mates ¿son asi de fastidiosos?— Lucían comenzó a reír para negar con su cabeza —solamente los tóxicos, yo soy de lo que no hay— comencé a reír con él rodando mis ojos —vale estoy lista en un momento— Lucían asintió y salio por la puerta, me bañe, y me vestí con unos shorts cortos y una pequeña camisa de tirantes sandalias y un suéter negro amaba el negro, salí por la oferta encontrándome aquel largo pasillo, camine con calma hacia la cocina mientras escuchaba Bad romance de Lady Gaga con mis audífonos tarareaba la canción hasta que por fin llegue a la enorme cocina una mesa larga cubierta de un mantel azul los platos ya desplegados con la cena y la mayoría comiendo, mi tío levanto la vista al verme se levanto saco una de las sillas para q me sentará a su lado en la sala algunos voltearon al verme entre ellos James quien dibujaba una sonrisa maliciosa en su cara aquella cuerda en mi corazón se sintió apenas entré al gran salón, Marcos no levanto la vista para verme su cara reflejaba enojo y se notaba que se estaba conteniendo —bueno deberíamos hablar no te parece mi reina— dijo James Marcos gruñó y se levanto de su asiento alejándose del comedor —vale ¿que quieres hablar?— pregunté precavida —nosotros, deberíamos irnos a nuestro castillo en Grecia mañana  mismo— mi cara era de sorpresa, este caballero estaba loco si pensaba que me iba a ir con él sin saber quien carajos es —me parece que la luna te està afectando el cerebro, deberías dejar de salir en luna llena te quedaras sin neuronas mi rey— contesté irónica resaltando la palabra "mi rey" como sarcasmo, Lucían hizo ademán de reírse pero al ver la cara de rabia he incomodidad de James se retracto y siguió comiendo sin quitar su rostro de diversión —Celeste, eres mi mate, lo normal es que te vengas conmigo, eres mía— hay va él  con el cuento de que soy suya, definitivamente los lobos son obsesivos, este tipo salio de un libro de whatppad, rodé los ojos con fastidio —primero debo tener mi transformación luego de eso veremos— contesté, sentí un sonoro golpe en la mesa —NO! no tendrás ninguna transformación,  no la necesitas cuando yo te marque vivirás mis años sin ningún problema no necesitas transformarte— dijo desesperadamente, Lucían se puso a la defensiva gruñendole y yo me altere —porque razón no debo transformarme, es un derecho que me pertenece, nací con esto y es mi decisión y si eres mi mate la respetaras y me apoyaras— contesté bastante airada por la situación —para que te quieres transformar, para seguir una absurda guerra que no te compete, perdiste tu manada tus padres están muertos entiendelo, que quieres ¿poner en peligro tu vida? no me parece y no lo permitire— Lucían ya se había levantado de la mesa en posición de ataque, pude divisar que unas pesuñas negras salían de sus dedos, su rostro estaba desfigurandose y unos colmillos sobresalían de sus labios, James había tomado la misma postura y ambos se estaba gruñendo —¡BASTA!— grité  dándole un fuerte golpe a la mesa —escucha James  esa es mi decisión y tú como mi mate la vas a respetar y me vas a apoyar, sin rechistar, no voy a dar marcha atrás, voy a vengar a mis padres porque es lo propio lo correcto, no perdí ninguna manada se la robaron a mi familia, es mía por derecho y la voy a reclamar te guste o no te guste— a medida que iba hablando el rostro de James era de asombro mi tío estaba viéndome fijamente asombrado —¿que pasa?— pregunté a Lucían —tu  voz, tu voz Celeste, es la voz de tu loba— derrepente comencé a sentir dagas afiladas saliendo de mis manos, eran pesuñas negras, mis huesos internos comenzaron a doler como si se estuvieran francturando, mi respiración era cada vez más rápida y un sudor frío resbalaba por mi frente, comencé a gritar como loca cuando el dolor en mi interior era peor —¿que pasa?— pregunto Marcos entrando al comedor con cara de nerviosismo —Celeste se está transformando— respondió mi tío Lucían, y allí entendí todo, no necesite una bruja para que Atenea tomara su lugar, tenía que agarrar coraje y defenderme sin agacharle la cabeza a nadie.

El despertar de la loba blancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora