CAPÍTULO 25: Un día en la feria - Parte 2

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La fila avanzaba muy rápido para el gusto de Jay. Es cierto que prefería la movilidad y velocidad en las filas, pero en esta ocasión se encontraba tan asustado que estaba dudando seriamente en si subir o no al juego. No se percató de que sus dedos temblaban levemente, hasta que el menor sujetó su mano con delicadeza.

— No tienes que subir si no quieres, podemos buscar otros juegos —dijo con simpleza encogiéndose de hombros. En verdad estaba preocupado por el estado del mayor, quien enseguida pensó en aceptar su propuesta, pero se arrepintió y sacudió levemente su cabeza.

— No te preocupes, estoy bien —contestó con seguridad. Es cierto que le aterraba, pero si a Jungwon le gustaba ese tipo de juegos no dudaría en acompañarlo. Después de todo, no era tan extremo ¿verdad?

Pasados los minutos, la pareja ya se encontraba en los asientos de primera fila del trenecito que los conduciría a las alocadas vías. Jay sujetó el barandal de enfrente, estaba aplicando tanta fuerza que sus nudillos se blanquearon, no podía disimular, sus piernas no dejaban de temblar, subía y bajaba sus rodillas como si se tratase de un tic nervioso. Jungwon se percató de aquello y sujetó una de sus manos, acariciándola con el pulgar para relajarla, lo miró a los ojos y le sonrió de forma reconfortante. En ese momento Jay se sintió en las nubes, quedó embobado con la hermosa sonrisa que le dedicó el menor, se concentró en sus lindos hoyuelos y le devolvió la sonrisa. De nuevo recuperó la seguridad, con tan solo un leve gesto de Jungwon se sentía invencible.

Estaba totalmente confiado, hasta que el trenecito arrancó lento, y luego del trayecto de unos cuantos metros, bajó estrepitosamente. Jay sintió que se le volcaba el estómago, sujetó de nuevo el barandal enfrente suyo y apretó los pies contra el suelo del carrito. El trayecto dejó de descender para dar una brusca curva a la izquierda, luego a la derecha y luego subió con una fuerza abrumadora mientras giraba. El cabello del chico revoloteaba sin control en su rostro y sus mejillas temblaban por el viento chocando contra estas. Al llegar a la cúspide de la montaña rusa, pudo respirar, parecía que el tiempo se detuvo. Miró por el rabillo del ojo a Jungwon, el chico estaba alegre y no paraba de reír con los brazos alzados, a la espera de la abismal empinada.

Jay miró al frente, de nuevo lo envolvieron unas tremendas ganas de vomitar. El carrito se balanceó con lentitud y antes de dejarse llevar por la fuerza de la gravedad, Jay cerró los ojos. Todo se tornó oscuro, el aire lo golpeaba con fuerza, sentía su cuerpo flotar levemente separandose del asiento y sus extremidades tuvieron que forcejear para no soltarse del barandal. Fue entonces que escuchó la risa de Jungwon otra vez, se aferró a su voz para seguir soportando el juego. Pronto las curvas fueron frenando la velocidad y en segundos, ya estaban de vuelta al punto de partida. Jay abrió los ojos asustado, miró tembloroso a su izquierda, Jungwon estaba a su lado mirándolo con una sonrisa.

— Ya debemos bajar —dijo tomándolo de la mano para ayudarlo a levantarse. Jay no lo sintió necesario hasta que salió del carro, sus piernas parecían gelatinas — ¿Estas bien? ¿Quieres ir al baño o tomar algo de agua? no dejabas de gritar haya arriba —

— N-no, estoy bien —contestó el mayor. Jungwon no se veía del todo conforme con su respuesta, Jay estaba pálido y sus manos no dejaban de tiritar.

— Gracias por acompañarme y... lo siento, no quería hacerte sentir mal o forzarte —bajó la mirada avergonzado.

— Oye, no es eso, yo decidí subir, después de todo no fue tan malo —mintió en lo último, era obvio que seguía aterrado.

— Ahora vayamos a donde tu quieras, quiero recompensarte... por ser tan valiente —dijo el menor, expectante para cumplir cualquier cosa que quisiera hacer el mayor.

— No necesitas hacerlo... —dijo con ternura, pero se detuvo y una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro — bueno, tal vez si hay algo que puedas hacer —

— ¿Qué cosa? lo que sea, dime —se apresuró el menor. Jay señaló su mejilla.

— Dame un beso —pidió juguetón y cerró los ojos a la espera de algún empujón por parte de Jungwon diciéndole que no le pida esas cosas, pero no fue así. El menor tomó su rostro y lo giró con delicadeza para acercarse y darle un tierno beso en los labios. Jay abrió los ojos sorprendido, definitivamente no se esperaba aquello. Cuando Jungwon se separó tenía el rostro ruborizado.

— ¡Li-listo! ahora vamos a otro juego —evitó su mirada caminando en otra dirección. Jay soltó una risa boba, si esa era la recompensa por subirse a la montaña rusa, había valido la pena cada maldito segundo. Y estaba dispuesto a volver a hacerlo. Corrió apresurado para alcanzar al menor y lo tomó de la mano, estaba feliz, todo el miedo que había sentido hace apenas unos minutos se esfumó por completo.

— ¿No quieres subirte a otra montaña rusa? —preguntó el mayor con su típica mirada traviesa. Jungwon se ruborizó al saber que Jay quería más besos.

— Tal vez —no mentía, él también los quería.




















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Tus deseos son órdenes mijo xd

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