No control

CAPÍTULO 6: Descubiertos

Jay y Jungwon subieron las escaleras apresurados. Al llegar al pasillo del segundo piso se lanzaron miradas cómplices y risas coquetas. Jungwon tomó el cuello de la chaqueta de Jay y lo empujó contra una pared. Estampó sus labios desesperado por sentir más del cuerpo ajeno. Jay reía intentando seguirle el paso, a la vez que lo tomaba fuertemente de la cintura y lo dirigía a la puerta de la habitación más cercana. Batalló un poco al intentar girar la chapa de la puerta porque el menor no dejaba de comerle la boca, pero al final lo logró.

Se adentraron en la habitación con las luces apagadas, solo unos rayos de la luz de la luna lograban colarse con pesadez entre las cortinas. Una vez que la puerta se cerró, Jay agarró con más fuerza a Jungwon y lo acostó en una cama. Jungwon soltó un pequeño quejido, pero fue totalmente silenciado entre más besos desesperados que creaban chasquidos. Jay se colocó encima del menor y empezó a introducir su lengua en su boca. Una de sus manos se deslizó sensualmente por el torso de Jungwon y se detuvo en sus muslos, empujando una de sus piernas para abrirlas y acomodarse en medio, intentando pegar más sus cuerpos y rozando sus entrepiernas.

La droga que consumió Jungwon potencializa el sentido del tacto, por lo que el menor estaba eufórico con las sensaciones de placer que le generaba el cuerpo del mayor. Los gemidos empezaron a salir inconscientemente de su boca y su entrepierna comenzó a endurecerse, creando un notable bulto. Jay al darse cuenta de lo que ocurría en el cuerpo del menor, sonrió de lado y le preguntó con voz ronca:

— ¿Tienes un condón? —

— ¿Qué? —Jungwon no podía concentrarse en las palabras del otro, estaba tan sumergido en las sensaciones de placer que sentía que se desmayaría y derretiría por el calor que aumentaba drásticamente en su cuerpo. Jay soltó una corta risa y se apartó del menor para levantarse.

— Espérame aquí —dijo mientras se dirigía a la puerta de la habitación. Salió apresurado.

Jungwon se quedó unos minutos acostado intentando regular su respiración. Se sentó como pudo. Apenas se había movido y unos mareos insoportables surgieron, todo a su alrededor no dejaba de girar y deformarse. Jungwon se levantó y casi se estrella con el suelo, por suerte logró recargarse en una pared. Volvió a enderezarse con dificultad e intentó dar un paso, pero sentía las piernas tan débiles que al intentar caminar se tropezó. De nuevo, todo a su alrededor pareció girar y terminó boca arriba en el suelo.

— ¿Estás bien? —preguntó Jay tomando sus mejillas con sus manos para que lo mirara a los ojos. Jungwon ni siquiera se había dado cuenta de cuando entró de nuevo a la habitación, no podía centrar su mirada en el mayor y empezó a reírse sin entender muy bien lo que ocurría.

Jay estaba totalmente sorprendido por la actitud del menor, lo observó fijamente un rato y se percató de que tenía las pupilas muy dilatadas. Ahí fue cuando se dió cuenta de que estaba drogado. Jay empezó a arrepentirse de haberlo llevado a esa habitación, el chico no estaba consciente de sus acciones. Jay se sentía estupido, levantó al menor con facilidad y lo volvió a acostar en la cama, pensó que lo mejor sería mantenerlo ahí hasta el día siguiente cuando estuviera consciente. Se limitó a sentarse en una esquina de la cama acomodándose el cabello hacia atrás. Había cometido un error, un error bastante gordo.

...

Jake y Niki seguían jugando en la alberca. Se les había unido Taki y otro par de personas que no conocían, pero que parecían bastante amigables. Luego de un rato, Jake se salió para tomar un par de tragos y descansar, sus invitados podían ser bastante enérgicos. Al llegar a la mesa más cercana tomó la primera bebida que vió, estaba sediento. No se dió cuenta de que un chico más alto, de tez bronceada y ojos rasgados similares a un ciervo, se acercó por detrás. El chico susurró en su oreja: