1. Desconocida

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¿Por qué todo tiene que irse al cuerno tan rápido? ¿Es mucho pedir que las cosas vayan bien durante un tiempo?

La noche había empezado tranquila. Hacía tan solo un par de horas estaba ganando una importante carrera mientras los aficionados no dejaban de aclamarme.

"Nella, Nella", coreaban. Nada podía ser mejor que eso, que los aficionados gritando por mí.

Hace un par de años me asustaba el hecho de que yo hubiese nacido para estar en este mundillo. Es sabido por todos que a la policía no le hace mucha gracia tenernos pululando por la ciudad, aunque el empeño que ponen en seguirnos con sus pequeños coches dando tumbos por los tramos de montaña es digno de admirar. Se debe ser fuerte para soportar el caótico ambiente que puede llegar a formarse. 

Al principio me costó acostumbrarme, pero con el paso del tiempo el lugar se convirtió en mi casa y el resto de pilotos en mi familia, un poco delictiva, pero familia al fin y al cabo.

Todo se vino abajo cuando Jason, el chico con el que suelo quedar, me llevó a su casa y soltó la bomba.

Por Dios, ¿por qué tiene que ser tan complicado?

Todo iba bien y de repente: ¡boom!

Se lo he dicho mil veces. Sabe perfectamente lo que pienso sobre ese tema y lo tanto que me molesta que insista en ello. Por no decir que también sabe lo mucho que detesto los ultimátums.

Se lo dejé bien claro, desde el principio lo fui avisando: "No vayas a enamorarte de mí", le dije. "Lo nuestro no es nada serio", "No puede haber sentimientos de por medio, nunca".

¿Y qué me pide? Sí, hacer lo nuestro oficial. Lógicamente, le he dicho que no. Entonces es cuando me suelta la sorpresa: "No puedo con esto Lena, o lo hacemos oficial o se acabó", me dice. "Pues se acabó", exclamo sin miramientos.

Ambos sabemos que eso no es cierto, pero mejor dejar enfriar un poco el ambiente. ¡Dios! ¿Por qué tenía que estropearlo todo justamente ahora?

Salgo del coche mientras acomodo la muñequera negra que siempre llevo conmigo. Le doy una última calada a mi cigarrillo y entro en mi casa, todavía con él entre los labios.

Aún a día de hoy, después de cuatro años, se me hace difícil llamarla mía. Es cierto que antes de que la familia Porter me adoptara, casi que me pasaba el día entero allí, pero ahora es diferente.

Ahora soy una de ellos, una más de la familia.

A decir verdad, ellos son lo único real que tengo y no sé qué habría sido de mí sin su ayuda. Sobre todo estos últimos años.

Por no hablar de todo lo que están a punto de sacrificar por mí. 

En dos días tengo que viajar a Minnesota porque he logrado obtener un puesto como mecánica en un nuevo equipo de motocross. No es como si yo fuera a correr, pero por lo menos estas carreras sí son legales y puedo pasearme por ahí sin miedo a que me lleven al calabozo.

El contrato solo dura seis meses, el tiempo que ocupa la carrera entre preparaciones, entrenamientos, cálculos, premios y demás, pero no podía negarme a algo así.

La familia, a pesar de mi insistencia, ha decidido acompañarme. Les dije que no hacía falta, que era demasiado tiempo como para que lo dejaran todo de lado. Ellos también tienen cosas que hacer, el trabajo, la universidad de Ethan y las clases de Clío, son importantes. De igual manera, les advertí que yo tengo una habitación libre en la residencia porque hay un contrato de por medio, pero ellos tienen que viajar y pasar esos seis meses en una autocaravana. Aún con todas mis advertencias, se niegan a quedarse en casa.

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora