12. En nombre del miedo

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Ethan

¿Cómo es posible que haga tanto calor?

Clío, Austin y yo, vestidos simplemente con nuestros bañadores, prácticamente nos derretimos sobre las sillas. Y si nosotros estamos así, ni siquiera quiero pensar en como estará Kay, en plena pista, llevando el traje y todas las protecciones sobre él. Espero que por lo menos mi hermana tenga aire acondicionado en el taller.

—¿Dónde están tus padres? —oigo que Clío le pregunta apesadumbradamente a Austin.

—Se fueron ayer por la noche, supongo que volverán en unos días, no sé. Dijeron algo de una reunión importante o algo así.

No me parece extraño que no nos hayan avisado de su partida, en cuestiones de trabajo no es que sean muy comunicativos. Y puedo asegurar que el trabajo ocupa la mayor parte de su vida.

Sofía y Pete nunca han sido muy cercanos a Austin, lo quieren, eso no lo niego, pero nunca han sido el tipo de personas que muestran su afecto hacia los demás. Son amables y respetuosos, pero sus relaciones con los demás no llegan a nada más que eso.  

En las obras de la escuela siempre llamaban a su hijo y le deseaban suerte, pero me parece que nunca los vi entre el público. Supongo que Austin se acostumbró a que fuera así.

Siendo sinceros, todos nos sorprendimos al saber que iban a acompañarnos a la competición. Me gusta pensar que están intentando recuperar el tiempo perdido con su hijo.

—Ya sabes como son, no les he preguntado mucho.

El ambiente se apaga a medida que el dice esas palabras, por lo que, Clío, intentando disipar ese sentimiento, empieza a contarnos que ya ha salido la nueva edición de su revista de moda favorita.

Su alegría y entusiasmo parecen empezar a surtir efecto, pero todo se viene abajo cuando se levanta enfurecida al no poder descargarla. No se puede negar que aquí la cobertura es un verdadero fastidio. 

—William nos ha vuelto a invitar a jugar un partido —interviene Austin, levantando la vista de la pantalla de su móvil.

—Si vamos nos dará una insolación —me quejo.

¿Cómo pueden pensar en hacer ejercicio con el calor que hace?

—Oh, venga... El sol ya no está tan alto.

—¿Tienes muchas ganas?

—Llevamos horas sin hacer nada, Ethan —me dice con una falsa mirada entristecida.

—De acuerdo —me rindo, alargando las palabras.

Oigo una súbita carcajada por parte de Clío cuando ve la expresión pesarosa en mi rostro.

—¿Tú te vienes, Enana Junior? —le pregunta mi amigo.

—No, voy a ir a la recepción a ver si puedo descargar esto de una vez. —Ni siquiera se despide antes de salir corriendo hacia el centro del recinto.

Nosotros, siguiendo su mismo camino, acabamos entrando en la zona de los talleres. Ambos estamos ensimismados observando algunos de ellos cuando, de repente, nos es inevitable sentir una mirada sobre nosotros.

Es fácil encontrar su origen. En el taller más grande y preparado, se encuentra un hombre vestido con un buen traje, enormes gafas de sol, mocasines y, a su lado, un corpulento guardaespaldas. Es complicado no fijarse en él.

Asusta un poco, y no ayuda en absoluto que ambos empiecen a caminar despreocupadamente en nuestra dirección.

—¿Es cosa mía o ese ricachón viene hacia nosotros con un "The Rock" Johnson a sus espaldas?

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora