Epílogo

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La vida después de la venganza

9 AÑOS DESPUÉS

Nueve años después, puedo decir que mi vida es como alguna vez la llegué a imaginar. No es perfecta, hay muchas cosas que me hubiera gustado que sucedieran y muchas otras que ni siquiera me habría gustado imaginar, pero siempre encuentro una razón para seguir adelante.

Después de mudarme a Georgia, mi relación con Kay fue haciéndose cada vez más fuerte. Hubo momentos en los que pensé que nos arrepentiríamos, que no nos gustaría pasar tanto tiempo juntos, pero eso nunca ocurrió. Con el tiempo aprendimos a vivir juntos y a entendernos el uno al otro como necesitábamos.

En lo que a mí respecta, nunca podré estar suficientemente agradecida con mi familia por convencerme de que aceptara la beca que me daba la academia. Supe que aquel era mi lugar tan solo puse un pie sobre la pista. 

Estuve estudiando allí tres años y, cuando salí, ya era campeona mundial.

Fue durante aquellos años cuando decidí hacia donde quería llevar mi vida. ¿Quería buscarme un equipo y competir con ellos o quería utilizar todo lo que había aprendido para hacer algo más? Pasé meses recordando cómo era yo antes de competir profesionalmente y lo importante que fue esa etapa de mi vida, y fue como si la respuesta se mostrara ante mí.

Iba a montar mi propia escuela de motocross.

No sabía cómo iba a hacerlo, lo único que tenía claro es que no quería que fuera como las demás. 

Quería que fuera completamente gratuita, un sitio en el que los jóvenes pudieran ir a experimentar, a buscar ese espacio en el que sentirse ellos mismos. Deseaba construir un lugar en el que encontrar una familia. Yo no puede permitirme ir a un sitio así y muchos de mis amigos tampoco. 

Fue entonces cuando entendí que si nadie había pensado en el bienestar y el futuro de los jóvenes de la ciudad, era yo quien debía hacerlo.

Pasé semanas buscando, pero llegué a la conclusión de que en Georgia no había ningún sitio que representara todo aquello que quería transmitir con la escuela. Esa fue una de las razones por las que Kay y yo decidimos mudarnos a Arkansas. Volvería a estar en casa, cerca de mi familia, y allí encontraría lo que llevaba tanto tiempo queriendo encontrar.

Ni siquiera llevábamos allí un par de semanas cuando hallé el lugar que se convertiría en mi escuela. Solamente pasé por delante y lo supe, ese terreno iba a ser mío.

"¡Ya lo tengo!", le dije a Kay nada más entrar por la puerta de nuestro nuevo hogar.

"¿Qué tienes?", recuerdo que me preguntó.

"He comprado el terreno. ¡Drasus es mío!".

Y así fue como Drasus, el lugar en el que había aprendido lo que era competir, se convirtió en un espació completamente limpio y legal.

Pasé un par de meses completamente centrada en acondicionar el terreno, siempre con Max y el resto de Kopf a mi lado, ayudándome a hacer que el lugar que años atrás había sido de suma importancia para nosotros, llegara a serlo para generaciones futuras.

Nunca olvidaré el día en el que estuvo todo preparado para abrir, porque ese día también fue en el que Bella, la hermanita de Max y la niña que había sido como una sobrina para mí, consiguió acabar con su enfermedad. Fue ese día cuando Drasus pasó a llamarse Bella Drasus Academy, en honor a la valentía y perseverancia de la pequeña.

A lo largo de aquel año, cuando creí que nada podía ir a mejor, descubrí que estaba embarazada. Kay se puso a llorar cuando se lo dije. Ninguno de los dos podía estar más feliz. En parte estaba cagada del miedo, pero me negaba a confesarlo.

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora