9. Algo mejor

193 11 0
                                    

—No es mi novio —aclaro después de un largo e incómodo silencio.

Aún con mi mirada sobre Kay, lo veo moverse sutilmente en el sofá, como si le incomodara estar a mi lado. 

No dice nada, ni siquiera me mira.

—Ya lo sabemos —dice Ethan con diversión—. Pero lo parece. Hasta Clío llegó a pensarlo.

Con esa frase deja más que claro que no tengo ningún tipo de relación con Jason, pero Kay sigue metido en su mundo. No quiero ni imaginar las cosas que están pasando ahora mismo por su cabeza.

—Da igual lo que diéramos a parecer porque no nos volveremos a ver. 

Eso parece interesarles a los tres. Ethan y Austin abren los ojos con curiosidad y se inclinan hacia delante como las viejas chismosas que son. Kay quiere parecer indiferente, pero a mí no me ha pasado desapercibido el ligero movimiento de cabeza que ha hecho para tener la oreja puesta en lo que digo.

—¿Habéis roto? —preguntan los dos primeros.

—Qué nunca estuvimos juntos, pesados. De todas maneras no os voy a contar qué pasó, sabéis que soy bastante borde y estúpida cuando me lo propongo, así que ya os podéis imaginar de quién es la culpa. Dejar de vernos es lo mejor para él, así que... ¿Por qué os estoy contando esto?

Lo he estado pensando mucho durante el tiempo que no nos hemos visto. Hace unas semanas estaba convencida de que Jason y yo volveríamos a hablarnos, pero ahora no estoy segura de querer que eso pase.

Estar separada de él, poder hablar con mis amigos, conocer a más personas y revivir viejos sentimientos, me ha hecho darme cuenta de todo el daño que llegué a hacerle.

Me porté de manera horrenda con él y nadie, absolutamente nadie, merece estar con una persona que le haga sentir que no quiere estar a su lado o que lo está solo por capricho. No quiero eso para Jason. No quiero ser eso para él. Merece algo mejor. Se ganó el cielo, aunque yo no lo apreciara. No pienso volver a arrastrarlo al infierno conmigo.

—Me alegra que pienses así... —Empieza a decir Ethan antes de que su móvil lo interrumpa—. ¿Sí? Sí, enseguida vamos para allí... No, no se va a enfriar la comida, enseguida llegamos... Vale... Yo también te quiero —dice antes de colgar y mirar a Austin—. Tenemos que irnos, mi madre ha hecho la cena y nos quieren allí.

Ambos se levantan de donde estaban sentados y cogen la tablilla de pastillas que había dejado sobre la mesa.

—Adiós, Pequeña —dice Ethan.

—Adiós, Enana —le sigue Austin.

Austin suelta una exclamación cuando se acerca a despedirse con un abrazo y se percata de algo que ni yo misma había notado.

Sigo su mirada hasta mis manos y entiendo su reacción. Tengo los nudillos en carne viva. Supongo que estaba tan nerviosa por la adrenalina que ni siquiera sentí el dolor.

—¡Me cago en la leche, Galena! —me grita Ethan.

—Le has dado bien, Enana —ríe Austin, saliendo de su asombro.

—¿Por qué no has dicho nada? —pregunta Kay, preocupado, mientras sujeta mis manos con delicadeza.

—Primero, deberían encarcelarte por esa maldición tan cutre, es de niños de primaria. Segundo, me he dado cuenta. Tercero, no lo había visto hasta ahora. No os preocupéis tanto, son solo unos rasguños.

El trío me mira con incredulidad. 

—¿Tenéis un botiquín por aquí? Tengo que curarle eso a mi hermana —pregunta a Kay ignorando todo lo que acabo de decir.

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora