30. Hasta pronto, Little Rock

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6 MESES DESPUÉS

Con el carrito de la compra entre las manos, paseo entre las islas del supermercado en busca de los últimos productos que pienso llevarme a Georgia. 

Austin, Lola y Claire se separaron tan solo entrar en la tienda, buscando cosas que según ellos son completamente imprescindibles, por lo que ahora estoy sola entre las interminables estanterías.

Hace unos días me enteré de que venían para despedirse de mí y no pude estar más feliz. Las echaba de menos. A Lola la veo más a menudo después de que se independizara y consiguiera un apartamento en la ciudad de al lado, pero a Claire hacía meses que no la veía.

Cuando las encontré en el portal de mi casa fue como volver a respirar, en ese momento tenía tantas cosas por hacer que sentía que se me venía todo encima. Maletas que preparar, horarios que planear, buscar un lugar en el que vivir... Kay se negó rotundamente a ese último punto, no iba a permitir que gastara mi dinero cuando él tiene una casa perfectamente preparada para que vivamos los dos en ella.

Giro a la derecha, entrando en la sección de higiene femenina, y me preparo para la explosión de color rosa. Dejo los champús y las cremas atrás para quedarme junto a los tampones. Voy a necesitar muchos de estos, dudo que Kay suela comprarlos. Cojo un par de cajas y las echo al carrito con la inesperada mirada de espanto de Austin sobre mí.

—¿Cómo te atreves a meterte algo así dentro del cuerpo? ¿Y si está sucio o te provoca una infección o...?

—Hay muy pocas probabilidades de que eso suceda, bobo —le contesto, divertida por la expresión en su rostro.

—Bueno, está claro que si yo fuera una mujer ni loca me metería eso. ¿Por qué no coges unas compresas o algo así? —intenta convencerme.

—¿Eres una mujer? —Él niega lentamente—. Pues cállate.

Agarro una de las cajas sobre el estante y se la tiro a la cabeza sin que le dé tiempo a reaccionar.

—Grosera —refunfuña él, haciendo que ambos estallemos a carcajadas.

Mientras deja en su sitio lo que le había tirado, vemos como Lola y Claire se acercan con miradas traviesas y las manos escondidas a sus espaldas.

¿Qué están tramando ahora?

Cuando llegan frente a mí, las miro con una de mis cejas alzadas y sé que se traen algo entre manos.

—Te hemos traído unas cosas—exclama Lola con emoción.

No contesto, simplemente espero y me preparo para lo que se avecina.

Me enseñan lo que traen y no puedo evitar explotar a carcajadas. Solo a ellas se les ocurriría darme algo así. 

—¿Cintas de cera para la zona íntima y una caja de condones?

Debería haber supuesto que estos eran los productos de "suma importancia" a los que se referían.

—Es un regalo de nuestra parte para que nos recuerdes en Georgia. De nada.

La gente a nuestro alrededor se gira disimuladamente para vernos. Genial. No es que me importe que sepan lo que voy a estar haciendo con Kay estos días, pero tampoco es algo que quiera ir pregonando.

Las miro, estudiándolas a ellas y a sus rostros divertidos. Parece que se lo están pasando muy bien a mi costa.

—¿Hoy estáis todos muy graciosillos, no? —pregunto mientras doy golpes con la punta del pie contra el suelo.

—Tenemos que aprovechar el tiempo antes de que te vayas —se excusan.

Me acerco divertida, haciendo chocar su hombro con el mío, y sigo el camino hacia la caja.

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora