26. Hospital

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—No me dejes, mi amor. No puedes dejarme ahora —sollozo.

El corazón me late acelerado y la cabeza me da vueltas mientras sigo acariciando su áspero guante, intentando vislumbrar algún paramédico a nuestro alrededor.

Por Dios. ¿Cómo pueden tardar tanto? Se supone que deben estar preparados para cosas como esta. Deberían haber llegado aquí antes que yo.

Miro en todas direcciones, dispuesta a cargar yo misma el cuerpo de Kay hasta la ambulancia si es necesario.

Suelto un bufido desconsolado al ver como dejan la ambulancia a las puertas del circuito y se adentran en la pista a pie. ¿Me están tomando el pelo? Tienen a alguien inconsciente aquí dentro. ¿Qué más da que se tenga que aplazar la carrera? Que interrumpan lo que haga falta, joder.

Varios minutos después se detienen frente a nosotros con sus impolutos trajes azul marino y empiezan a analizar la situación de manera pausada. Entiendo que es su trabajo pero necesito verlos hacer algo, que lo ayuden, que lo traigan de vuelta a mi lado. 

Hablan con términos que ni siquiera puedo llegar a entender y se agachan cada uno a un lado del cuerpo de Kay. 

Me aseguro de dejarles espacio para trabajar, pero no me marcho. No van a separarme de él.

—Tenemos que estabilizarlo, las pulsaciones son muy bajas —dice la mujer.

Hay pulsaciones... ¿Eso debe ser bueno, no? ¿Se puede hacer algo, no? No quiero pensar que algo vaya a salir mal, no va a salir mal, no puede salir mal.

—Veo contusión en la parte derecha de la cabeza —le dice su compañero.

No puede ser... 

Maldita sea, esto no puede estar pasando. ¡Joder! 

¡Maldito imbécil de mierda! Voy a matarlo cuando lo vea. Como le pase algo a Kay, se enterará de lo que soy capaz de hacer por los que me importan. 

Antes quería arruinarle la vida, pero ahora quiero enterrarlo bajo tierra.

Entre los dos, levantan la camilla en la que estiran a Kay y empiezan a correr conmigo a sus espaldas. Me asusta que ahora sí cojan velocidad, no parecían tan preocupados antes de revisarlo. ¿Hay algo aún peor? ¿Debo preocuparme más de lo que ya estoy?

Corro tras ellos intentando no separarme, pero mi misión se ve truncada cuando una mano me agarra por la muñeca. Ni siquiera miro quien es, por las caricias en mi espalda y las palabras de aliento que a duras penas puedo oír, puedo deducir quienes son todas esas personas.

—Va a estar bi...

—No te preocup...

—...como antes.

—Ya lo verás, cielo.

No llego a escuchar al completo nada de lo que me dicen. Es como si me encontrara bajo el agua y ellos intentaran hablarme desde la superficie. No se puede. El agua, sus corrientes y todo a su alrededor impiden oír nada.

Sin siquiera pararme a responder, obligo a mi cuerpo a recolectar las fuerzas que me hacen falta para empujar y llegar a la ambulancia.

Al principio todos intentan seguirme, pero desisten al ver que no pienso detenerme.

—Hijo, ves a preguntarle a Robert a qué hospital lo llevarán. Nosotros iremos en cuanto todo esto se calme. —Me parece escuchar a mis espaldas.

No me detengo ante eso tampoco, pero espero tenerlos a mi lado en el hospital. A nuestro lado.

Acelero el paso cuando veo el enorme vehículo amarillo estacionado a un par de metros. La camilla en la que está Kay se encuentra dentro, por lo que solo veo la suela de sus botas. Las puertas traseras están abiertas y frente a ellas se encuentran un paramédico y Robert. Sé que legalmente debería acompañarlos él, porque es el responsable de todo lo que nos pasa mientras estamos trabajando, pero no pienso dejar que me dejen fuera de la ambulancia. Kay nunca me ha abandonado y yo tampoco voy a hacerlo.

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora