5. Nella

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Llevamos un par de horas en la fiesta y no puedo decir que todos vayamos igual de lúcidos. La sustancia quema-gargantas, también conocida como alcohol, ya comienza a afectar a la gente a mi alrededor.

Austin, Ethan, Clío y yo, estamos en una de las mesas de madera alrededor de la pista. 

De vez en cuando viene alguien a pedirnos bailar a alguno de nosotros, pero tenemos el cuerpo molido. Además, a estas horas de la noche ya he perdido el poder de lidiar con la gente.

Austin hace rato que duerme encima de la mesa. Horas atrás les presenté a Lola y ha estado bailando con ella todo este tiempo. El pobre ha caído rendido tan solo volver con nosotros, apenas le ha dado tiempo a preguntarnos qué tal iba nuestra noche.

Por otro lado está Ethan, que duerme sentado con la cabeza sobre el muslo de nuestro amigo. Más tarde, cuando se entere de que Clío y yo nos hemos quedado sin nadie vigilándonos, se arrepentirá de haber bebido tanto. 

¿Cuántos años cree que tengo?

 Sé por toda la mierda que he pasado, pero tampoco hay que estar cada segundo sobre mí. Es decir, soy piloto de carreras ilegales. ¿De verdad cree que allí puede estar cualquier debilucho?

Clío se levanta de la silla en la que estaba hablando con su amigo de internet y se acuesta sobre la mesa, al lado de Austin. No pasa mucho tiempo hasta que cierra completamente sus párpados y se deja llevar por el sueño.

Antes de que alguno de ellos llegue a moverse, alargo mi brazo y nos saco una foto. Aparezco yo delante y ellos tres durmiendo profundamente a mis espaldas. Una sonrisa traviesa se forma en mi rostro sabiendo que, en cuanto la vean, me pedirán que la elimine.

Decido dejarlos aquí e ir a bailar otra vez. Quiero aprovechar la noche.

No  mucho tiempo después, una chica se encuentra con su cuerpo pegado al mío. 

Ambas seguimos el ritmo de la música, lanzándonos a bailar cualquier cosa que salga por los altavoces cuando, de repente, recibo una llamada. Intento ignorarla, pero acabo rindiéndome después de varios insistentes minutos. 

Me arrepiento de haberme acercado a bailar con la morena en cuanto veo el nombre que aparece en la pantalla. Debe ser importante. 

Los planes que tenía pensados para esta noche se han ido al traste.

—¿Sí? —digo al descolgar.

—Lyon se ha presentado aquí —contesta entre mucho ruido de fondo.

—¿Qué se cree que hace? ¿No entendió lo que pasaría si volvía?

—No lo sé, Nella. ¿Quieres que lo echemos?

Agradezco que me llame por mi apodo y no por mi nombre real. Donde se está nunca se sabe quien puede estar escuchando.

Mientras permanezco al teléfono con Max, amigo mío y otro de los pilotos en Drasus, me alejo de la chica con la que he estado bailando y me adentro en un pequeño callejón que aparece al dar la vuelta a la carpa.

Drasus es como llamamos al lugar en el que se organizan las carreras ilegales y en él hay un grupo de cinco personas, yo incluida, al que llamamos Kopf. Se podría decir que somos los líderes. Nos encargamos de llevar el lugar, mantener las pistas en condiciones, avisar a la gente antes de una carrera y evitar que imbéciles como Lyon se acerquen al lugar o incluso a alguien de nuestra comunidad.

—¿A qué ha ido? —El tono amenazante domina mi voz.

—Dice que quiere correr.

—¡Y una mierda! —grito—. Sacadlo de ahí ahora mismo.

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora