13. Secretos

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Theo se encuentra frente a mí, vestido solamente con un bóxer y una camisa blanca abierta sobre sus hombros, dejando a la vista su marcado abdomen.

No parece avergonzado por encontrarse así vestido ante mí, por lo que yo tampoco le tomo importancia.

Se retira, dejándome entrar en su amplia habitación para después cerrar suavemente a nuestras espaldas.

Las persianas están bajadas, dando un toque más oscuro a la estancia, que se mantiene únicamente iluminada por la lámpara de una de las mesitas de noche.

Theo se adentra en la habitación y busca en los cajones hasta que encuentra unas velas y se entretiene encendiéndolas. Nunca me habría imaginado que era del tipo de persona que lleva velas donde quiera que vaya. Hasta desde donde estoy podría decir que son aromáticas.

—¿Quieres hablar sobre ello? —pregunta—. Ya sabes que a mí puedes contarme lo que...

No lo dejo terminar. Sin siquiera saber por qué decido hacerlo, interrumpo su tarea con las velas y me lanzo a sus labios.

No me separo a pesar de no tener claras mis razones, y él me devuelve gustosamente el beso.

Ahora mismo solo sé que no quiero hablar, lo que necesito es no pensar en ello, olvidarme completamente, sentir que no voy a hacer sufrir innecesariamente a alguien con las decisiones que pueda llegar a tomar.

—Esto también me parece bien —dice con sus labios sobre los míos.

Vuelve a juntar nuestras bocas y pienso en si esto es lo correcto. ¿Realmente merecerá la pena?

Estás haciendo lo correcto.

Tienes que alejarlo de ti.

Sí, debo alejar a Kay de mí, debo protegerlo.

Miro al chico frente a mí y decido que esto es lo mejor para todos. Es lo que tengo hacer.

Le sigo el beso, pero parece querer más. Me empuja contra la pared sin darme tiempo a reaccionar. Lo hace de manera fuerte y brusca, demostrando que él es quien tiene el control de la situación.

A un par de pasos de distancia, con su mirada sobre la mía, me deja entrever lo que piensa. Lo he tomado por sorpresa, pero ahora manda él.

Lentamente, como un depredador, se acerca a mí hasta que su cuerpo se encuentra completamente pegado al mío. Noto su calor sobre mi pecho y como su corazón bombea rápidamente, al igual que el mío.

Antes de que me dé tiempo a hacer algún movimiento, sus labios ya están sobre los míos de nuevo.

Muerde suavemente mi labio inferior, pidiendo un permiso que yo no dudo en concederle. No tardo en notar su lengua jugando con la mía.

Me agarra las caderas sin dejar de presionar contra la pared. Yo, con mis brazos alrededor de su cuello, impido que se separe de mí.

No es un novato. Me toca de tal manera que, sin que yo pueda evitarlo, un sensual gemido sale desde lo más profundo de mi garganta.

—Me encanta ese sonido. ¿Puedes repetirlo, preciosa? —Su voz ahora es mucho más grave de lo habitual.

Involuntariamente, vuelvo a repetir ese sonido que tanto le gusta.

La camisa que él llevaba acaba tirada en algún lugar de su habitación, haciendo que quede simplemente con la ropa interior.

Él, sin ningún tipo de miramiento, desliza las manos desde mis caderas hasta mi trasero, donde las deja unos minutos antes de hacer presión con sus palmas, instándome a levantar las piernas y rodear su cadera.

Lo que fui, soy y seré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora