La princesa de la dulce pena [ 4 ]

47 12 106
                                    

ISABELLA

No era capaz de dejar de derramar un sinfín de lágrimas, me movía como podía intentando soltarme del amarre al mástil central, ¿pero de qué servía? De todas formas no podría soltarme y lanzarme al mar para escapar.

Pensar que todo esto había sido culpa mía por algún pensamiento intrusivo de tan sólo segundos, ahora podría costarnos la vida. Intentaba no mirar a ninguno de los piratas que parecían tener claro qué hacer cada uno de ellos en el barco, porque se veían muy mayores, a comparación de la Capitana y su hermano, ambos se veían muy jóvenes.

Pero mi padre siempre me dijo, que no debía confiarme de las apariencias de los que me rodeaban, porque nadie era como aparentaba ser, y fácilmente podían engañarnos.

-¿Por qué estás llorando? -la familiar voz del pelirrojo me sacó de mi nube de pensamientos, y levanté mi cabeza para mirarle.

-¿No es obvio? -respondí yo- ¿Esperas que esté feliz porque me acaban de secuestrar?

Él soltó una pequeña risita. Y yo un leve sollozo.

-¿Qué es divertido para ti? -pregunté sintiéndome humillada.

-Tu acento es divertido -respondió él.

Me sentí de alguna forma ofendida y miré a otro lado para ignorarle.

-Es que no soy de aquí -prosiguió él -La Capitana y yo venimos desde Inglaterra hasta Francia. Hemos vivido ahí durante años después de lo de nuestros padres.

Ese pirata al parecer le gustaba mucho hablar de sus cosas, pensé.

-¿Cuántos años tienes? -pregunté de la nada.

-Dieciséis. -respondió él con una gran sonrisa, yo sorbí mi nariz y volví a mirarlo con una expresión neutra.

-¿Y qué pasó con sus padres? -pregunté otra vez.

Él dejó de sonreír y se acercó más a mí.

-Preguntas mucho, princesa.

-Y tú hablas mucho, Ronald -respondí.

-¿Cómo es que sabes mi nombre? -preguntó él abriendo sus ojos como platos representando cierta sorpresa en ellos.

-Tu hermana lo ha mencionado cuando te pidió que me esposaras -respondí con obviedad, el rascó su nuca algo confundido. -¿Tú no tienes nada más que hacer o qué?

-¿Acaso no se te hace placentera mi compañía? -habló él, poniendo su mano en el pecho de una manera muy dramática.

-Sólo me estás criticando. ¿Cómo podría ser placentero eso para mí?

Él dejó de sonreír y puso una expresión preocupada en el rostro.

-Es que es la primera vez que tengo la oportunidad de ver a una princesa -respondió él -Además, Darelis no me dejaba salir de casa sólo, y hace algunos meses comencé a navegar con ella como su timonel.

Su respuesta se oía sincera, pero el hecho de que se tratara de un pirata, no podía creerle.

-Si eres el timonel del barco, ¿por qué no estás en el timón? -pregunté con confusión.

Él abrió su boca para decir algo, pero uno de los piratas le gritó desde algún lugar.

-¡Ronald! -era una voz masculina- ¿Quién cojones se supone que nos está guiando?

-Eh... ¿Yo? -respondió él con una pequeña sonrisa nerviosa, y pude ver finalmente al chico que le había hablado. Era muy alto, pelinegro y de ojos muy oscuros, su piel era bastante pálida y su cabello era largo, le llegaba hasta los hombres y lo traía amarrado con una pañoleta.

La Venganza De GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora