Muerte a la piratería [ 10 ]

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DARELIS

Mi tripulación y yo acababamos de desembarcar, aún sentía el aire salado del mar impregnado en mi ropa. Aquel puerto, tal y como me lo esperaba, estaba custodiado por un puñado de guardias vigilantes. Entre nosotros caminaban el albino y su hermana, sin ataduras pata no levantar ningun tipo de sospecha.

Mientras avanzábamos con aparente tranquilidad, divisé como los guardias al percibir nuestra presencia, se acercaron a nosotros. Sus miradas inquisitivas y pasos decididos me dejaron muy en claro que nos interrogarían a como de lugar.

El crujido de las botas sobrelas tablas del muelle y el murmullo del océano a nuestro alrededor creaba una tensa atmósfera. El lider de los guardias, con su porte autoritario, nos interceptó y se paró en frente de mí.

—¡Identifíquese!

—Morgan Taylor, señor. Trabajo para el rey de Mirabillia, he venido a entregar a los príncipes al reino más cercano después de su rescate.

Hablé yo, mentir era sencillo para mí, sabía perfectamente como engañar a una persona, más aún si se trataba de un hombre.

—¡Eres una maldita...! —Oí la voz del albino por detrás, pero al voltearme, mi hermano ya le había hecho callar.

—Pobre príncipe, está algo exaltado luego del secuestro. Por favor permítame llevarlos al encuentro lo antes posible para evitar el malestar de su alteza —agregué yo con un tono tranquilo, le miré a los ojos fijamente llamando su atención.

—¡Oh! Adelante, procedan con cautela. Están cazando a piratas, podrían confundirlos. —Dijo el guardia una vez ya convencido gracias a mi manipulación y yo sonreí.

—No se preocupe, estaremos bien —le respondo para luego hacer una señal a los pocos de mi tripulación que me acompañaban; ya que el resto debía estar en el barco listos para continuar con el viaje una vez regresáramos.

Entonces avanzamos por las calles de aquel reino, y estaba bastante desiertos los lugares que frecuentaba; claramente en escondites y bares piratas. Así que aprovechamos de conseguir en las tiendas las cuales estaban vacías, los materiales necesarios para poder reparar el barco por completo.

—¡¿Puedo llevarme uno de estos, hermana?! —preguntó Ronald señalando una bandeja que tenía en ellos un montón de pasteles.

—No —Respondí yo, y él hizo un pequeño puchero en sus labios.

Que decepción.

—Pero es una delicia, mira nada más lo que podemos encontrar en esta central, se nota que son ricos en este reino, no se compara a la precariedad que vivimos en Mirabillia estos últimos años... —Dijo mirando con deseo aquellos pasteles del mesón.

—Pues te he pedido que busques en las bodegas a ver si encuentras lo que te he pedido a ti y a toda la tripulación —agregué cruzándome de brazos. Él no dijo nada más y se marchó para ir a buscar lo que le había pedido. —Espera...

Dije deteniéndome en seco al ver que Isabella estaba en medio del lugar, pero su hermano había desaparecido.

—¿Dónde está el albino? —Isabella se encogió de hombros, pero su mirada delató el escape del príncipe, ya que esta miró de inmediato la puerta de la central. Supuse que había ido a por ayuda.

Maldito albino.

—¡Joder! —exclamé enfadada y miré a Jaden— No le despegues el ojo a la princesa. Dile a los tripulantes que lleven el material al barco lo antes que puedan y si tardo, envía a algunos de ellos a por nosotros. Iré a buscar a este intento de héroe.

La Venganza De GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora