El mar sabe su nombre [ 5 ]

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ORION

Nuevo lugar del barco. A Isabella y a mi nos llevaron unos cuantos piratas a la parte más inferior de este, algo similar a un pequeño calabozo, en donde a mi hermana y a mi nos encerraron en una prisión que parecía muy oxidada y antigua. Dentro de esta misma, había un cuerpo ya sin vida, se veía casi esquelético, pero aún no llegaba hasta ese punto, sin embargo el olor era putrefacto.

—Cristo bendito! —Soltó mi hermana al ver un montón de gusanos dentro de aquel hombre muerto. Y el fuerte sonido de la puerta de la prisión cerrándose nos hizo dar un salto del susto a mi hermana y a mi.

Entonces me acerqué a las barras para mirar a la pelirroja la cuál estaba cerrando el candado.

—¿Por qué tienes que tenernos en estas condiciones? —pregunté, sosteniendo los barrotes de la puerta.

Ella levantó su mirada y frunció el ceño, pero no en señal de estar molesta, si no más bien, fue de confusión.

—¿De qué otra forma debería tratar a mis prisioneros según tú? —preguntó con ironía y yo la fulminé con la mirada.

—¡Un muerto! ¡Hay un muerto! —chilló Isabella y la pirata dirigió su mirada al cuerpo en descomposición.

—Había olvidado por completo que él seguía aquí —Murmuró, y sin decir nada más se dio la vuelta para marcharse hacia la cubierta, pero yo abrí la boca una vez más.

—¿Es algún tipo de rencor hacia mi por lo que te he dicho hace un rato atrás?

Pregunté con la clara intención de hacerla enfadar.

—Le'Grant, ¿de verdad crees que me importó tanto para darme el tiempo de venir a encerrarlos yo misma? —asentí muy seguro de que así había sido. Isabella tenía una expresión de no entender nada de lo que estábamos hablando.

Entonces se dio la vuelta para mirarnos, yo sostuve mis ojos sobre los de ella.

—Que idiota —Fue lo ultimo que ella mencionó antes de volver a la cubierta, dejándome con miles de palabras atrapadas en mi garganta.

—¡Joder! —Solté yo realmente molesto, apoyando mi cabeza en uno de los barrotes de la prisión.

—¿Qué le dijiste? —preguntó mi hermana de inmediato, acercándose a mi.

—Lo que acabas de oir, Isabella —respondí yo y ella me miró con preocupación.

—Me refiero a... ¿Qué le dijiste ahí dentro? —di un suspiro y me giré para mirarla después de oír su pregunta.

—Que la odio.

Ella hizo una expresión de asco al volver su mirada al muerto que yacía sobre el suelo, a unos pocos centímetros de nosotros.

—¿Y por qué la odias? —preguntó mi hermana, y sí, Isabella acostumbraba a preguntar por absolutamente todo, como una niña pequeña.

—De todas las preguntas que sueles hacer, hermana, esta es la peor de todas. —dije yo, ella frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Sólo quiero oír tus motivos. Porque ni si quiera le conoces, así que quiero tus razones para odiarle de esa manera...

—No necesito motivos para odiar a un pirata, Isabella. Pensé que eso era algo obvio. Pero como ya vi que bailabas con el pelirrojo muy a gusto, tal vez tú no les odias porque ese chico te parece lindo. Sigues siendo igual ingenua...

Ella esta vez frunció mucho más el ceño en modo de protesta y me dio la espalda.

—¿Cómo se te ocurre semejante barbaridad, Orion? —Preguntó furiosa— En primer lugar, cuando él me integró al baile, ni si quiera me había percatado que se trataba del mismo pelirrojo. Y en segundo, tú te veías totalmente embobado por la Capitana, ¡me culpas de lo que tú mismo haces!

La Venganza De GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora