Corazón de un héroe [ 11 ]

44 10 486
                                    

DARELIS

Por algunos pequeños segundos podría decir que las palabras del albino hicieron temer por mi vida, pero ¿cómo podría tenerle miedo a un príncipe ingenuo?

—De querer dejarme morir, Le'Grant, no deberías estar aquí. Lo tomaré como si quisieras hacerte el héroe conmigo para impresionarme. —respondí ante su amenaza, y supuse que él se había ofendido, así que me soltó de golpe.

Mi corazón se detuvo en aquel momento, pero para mi suerte, Scott quien estaba arriba de la tarima, había cortado con su espada la soga que me amarraba al cuello, salvándome la vida.

Él realmente me iba a dejar morir, imbécil.

—¡No te vuelvas a querer pasar de listo con la Capitana, Orion! —le gritó Jeremías Scott desde arriba. Y yo le regalé una sonrisa burlesca al albino, él frunció el ceño.

—Tan ingenuo. Maldito albino lindo —murmuré.

Mi tripulación mientras tanto parecía estar en una batalla aparte con los guardias de aquel reino, gracias a ellos yo estaba viva en esos momentos.

—Mi idea era matarte yo mismo, no dejarte morir —respondió el albino, como si fuera una jodida excusa.

—Quita tus manos de mi cintura —Le ordené y él al percatarse de que al bajarme de su agarre sus manos habían quedado tomando mi cintura, se alejó de inmediato de manera totalmente tímida y sus mejillas estaban realmente rojas.

—¡Regresemos al barco! —dijo Scott bajando de la tarima de un salto para llegar hasta nosotros, al ver la reacción del albino, de inmediato se interpuso entre los dos— Ya está listo, volvamos antes de que nuestra tripulación salga herida. —Habló dándole la espalda al albino, típico de él.

Fue entonces cuando uno de los guardias logró tomar al heredero por la espalda para ponerlo a salvo, en un movimiento tan rápido, que podría haberlo pasado por alto de no ser porque mis ojos siempre estuvieron puestos en él.

—¡Ronald, trae mis pistolas! —le grité yo y él de inmediato obedeció.

Y el guardia no pudo correr demasiado con Orion tomado del brazo, porque donde tan sólo yo había puesto mi ojo, la bala había atravesado el cráneo de aquel guardia, el cual se desplomó en el suelo y el albino se giró para verme realmente anonadado.

—¡Le'Grant! —dije acercándome a él mientras le sonreía— ¡Última advertencia! ¡Me perteneces!

—Intenté aprovechar el momento. —Murmuró él, el caos a nuestro alrededor ya casi cesaba, quedaban unos pocos guardias en pie, quienes se habían regresado en caballos para ir en busca de refuerzos, ya que mi tripulación había dejado muy heridos a los guardias de los Broglie.

—¡Estás demente! —la voz de la princesa se hizo presente mientras corría hacia nosotros tomando sus pantalones; los cuales se le estaban por caer en cualquier momento— ¡Te ibas a marchar sin mí!

—¿Qué? —soltó el albino— ¡Claro que no! —se defendió él de inmediato.

—¿¡Qué clase de hermano eres!? —le reclamó ella con los ojos cristalizados y yo fruncí el ceño.

—Si Darelis hubiera estado en su situación, créanme que ella se habría ido sin mí. —dijo mi hermano acercándose a nosotros con las esposas en las manos. Y yo asentí con la cabeza, aunque estaba más que claro que no abandonaría jamás a Ronald.

—Pues yo no pensaba dejarte. —aclaró el albino a su hermana mientras yo tomaba las esposas y se las ponía en sus manos; hacia delante. Ronald hacía exactamente lo mismo con la princesa.

La Venganza De GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora