Una juventud perdida [ 25 ]

37 7 182
                                    

ORION

Sólo esperaba una reacción por su parte, aunque fuera una pequeña, lo único que quería era ver si ella sentía algo diminuto por mí. Por supuesto que sabía que ella odiaba todo lo relacionado a mi y a mi padre, pero no era capaz de creerle por completo, si así fueran las cosas, jamás habría correspondido a mis labios. Así que, en aquel momento, deseaba ver sus mejillas sonrojadas, o que su mirada evitara la mía a causa de los nervios, si pudiese leer su mente, me habría arriesgado aún más con ella. Pero Darelis Gallagher era lo suficientemente cerrada como para no dejar que nadie pudiera entender qué clase de sentimientos podía tener por alguien más que no fuera ella misma.

Aunque ella se limitó a parpadear un par de veces después de mi confesión, acción que me hizo sentir como un idiota, ¿acaso ella no pensaba decirme nada más? ¿Había estado confundiendo todo este tiempo su trato hacía a mi creyendo que conmigo podría ser diferente?

Antes de que ella abriera la boca para decir algo más, me arrepentí de mis palabras y decidí cambiar la situación que estaba humillándome por completo.

—No creo que hayas pensado que estaba hablando en serio, ¿o sí?

Pregunté con un tono irónico que de inmediato provocó una reacción en la pelirroja, su ceño fruncido era tan característico de ella que ya se me hacía costumbre verla enfadada.

—Te has ilusionado demasiado rápido, Le'Grant. Aunque tuvieras sentimientos por mí, sabes bien que no cambiará el que acabe contigo.

Respondió ella con una mirada tan intensa que fui yo quien tuvo que dejar de mirarle, porque no era capaz de mantener mi mirada fija en la de ella si sus ojos tan hermosos parecían estar embrujándome cada vez que conectábamos de esa manera.

—Ya no me mires así... —murmuré yo.

—¿Así cómo? —preguntó ella con inocencia, pero estaba seguro de que ella sabía lo que hacía.

—No te va a funcionar. —agregué.

—No creas que este es un truco para enamorarte, albino.

—Jamás dije que fuera para eso. —me defendí, sus mejillas se tornaron levemente rosadas y esta vez miró a otro lado, por lo que fui yo esta vez quien le miró con atención.

—De todas formas, es extraño que tu confesión sonara tan sincera.

Agregó ella volviendo su mirada a mí, arqueando levemente una ceja y esbozó una diminuta sonrisa que revolvió mi estómago.

—No eres la única que puede fingir sentir algo por alguien cuando en realidad no sientes nada. —respondí yo y ella se encogió de hombros.

—Al menos deberías esforzarte porque fuese creíble. —respondió y aquel complejo a superioridad que demostró en aquel momento logró ofender a mi orgullo.

—¿Creíble? ¿A qué te refieres? —pregunté yo, cruzándome de brazos.

—Porque si quieres fingir que te estás enamorando de mí, deberías esforzarte haciéndolo de la manera correcta. —dijo ella y esta vez fui yo quien frunció el ceño. ¿Por qué siempre quería tener la razón?

—A mi me parece que te lo habías creído hasta entonces y es por eso que fuiste a buscarme al bosque de algas. —respondí y ella sonrió.

—Si piensas que es algo que sólo hice por ti, creo que tienes demasiado amor propio, albino. —dijo ella, y nuevamente hirió mi ego.

—¿Entonces qué recomiendas tú para que fuese más creíble el que estoy enamorándome de ti? —pregunté.

—El que dejes de mentir con que estás fingiendo cuando claramente te estás enamorando de mí. —habló, y sentí mis mejillas tornarse rojas debido a su comentario tan directo.

La Venganza De GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora