Capítulo cinco: Esa estúpida cosa llamada «amor»

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A muchas millas náuticas de Isla Carnaval se encontraba el Victoria Punk; dicho navío era sacudido por los gritos del capitán que parecía dispuesto a masacrar a quien se metiera en su camino.

Acababa de hundir varios buques de la marina que se habían posicionado de manera estratégica para recibirlo de frente, mientras que otros lo acorralaban por los flancos. Los ataques sorpresa no cesaban desde el día anterior, y, no lo enfurecía el hecho, sino los motivos del innecesario aprieto.

Daba zancadas de un lado a otro lanzando maldiciones en contra de cierta persona.

—¡Esa mocosa!

—Tienes que tranquilizarte, Kid —le hizo consciencia Killer, que era el único que se atrevía a confrontarlo aún cuando sabía que no era lo recomendable—. Y no exageres con lo de «mocosa», solo eres un año mayor que ella.

Heat y Wire estaban apoyados de espaldas contra la barandilla del barco, a poca distancia del mascarón y de Killer, que se hallaba sentado sobre unas cajas de madera con los brazos cruzados. El resto de los tripulantes se limitaba a desear fundirse con la madera del barco. Tenían presente que en ese momento incluso el ruido de su respiración podría irritar a su capitán.

—¡¿Que me calme?! —replicó Kid, regresando a Killer.

—No solucionarás nada perdiendo la cabeza a causa de las acciones de Bombón.

Heat y Wire guardaban silencio. No tenían idea de qué decir, y, además, les avergonzaba el solo recordar la posición en que los había dejado la supuesta hermanita del capitán y del segundo al mando.

—¡Me hizo quedar como un perfecto idiota delante de todos esos imbéciles de la marina! —vociferó alzando las manos al tiempo que se curvaba hacia atrás en un rápido movimiento.

—Querrás decir: «Nos hizo quedar como unos perfectos idiotas» —le corrigió Killer—. También yo estaba ahí, ¿o es que acaso lo olvidaste?

—Y yo —dijo Heat por lo bajo alzando la mano derecha.

Wire rodó los ojos mientras hacía un gesto de aburrimiento.

—¡Y el maldito Trafalgar...! —vociferó recordando la manera en que éste se acercaba a gatas suplicando por la atención de (Tn), mientras que ella le hacía alguna caricia en el rostro sin desatender el blanco cabello de Smoker que se hallaba acostado del otro extremo sobre su regazo.

—Trafalgar fue un peón más —discrepó Killer—. No lo culpes por algo de lo que nadie fue capaz de librarse.

«Todos caímos en su juego sin la oportunidad de defendernos». Pensó Wire mirando al suelo de madera mientras exhalaba y se cruzaba de brazos.

—¡¿Acaso has olvidado lo que dijo?! —exclamó Kid, con enfado—. ¡Hicieron... «memorias» —dijo bajando la voz mientras hacía comillas con los dedos y enmarcaba un gesto de disgusto—, en no sé qué maldita isla! —gritó por todo lo alto—. ¡Y alardeó acerca de que volvería a arriesgar su vida por ella sin pensarlo dos veces!

—También tú dijiste que harías por ella incluso lo que no se había inventado —le increpó Killer con acento de aburrimiento—. Escucha, todos hicimos y parloteamos idioteces porque estábamos bajo los efectos de su técnica. Y ya está.

—Todo fue culpa de su fruta del diablo, Kid —enfatizó Heat.

Kid se acercó a Killer y lo miró de frente, a esos agujeros del casco metálico que resguardaban dos orbes tan azules como el océano.

—¿Estás seguro de que todo lo que declaraste fue porque estabas siendo controlado? —le preguntó antes de tensar la mandíbula—. ¿Eh, «Ki-Ki»?

Aye, captain! ━━ [En curso] 《26》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora