Capitulo 3: El rastro

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Una última mirada es todo lo que queda, un vínculo. Él contiene su aliento. Luego se lleva dos dedos a la frente y cierra los ojos.

"¡Bien!¡Bien, huye cobarde! ¡Eso es lo único que sabes hacer!" Vegeta grita, pero Kakarotto ya se había ido. Solo polvo y un traje elegante en el suelo.

"¡Cobarde!¡COBARDE!"



Vegeta se despertó con un grito ahogado. De nuevo, con un insulto en los labios y sudor en la frente. No el sudor frio habitual. No esta vez.

Completamente empapado de sudor, se incorporó, con la espalda arañada por el tronco en el que se había apoyado para descansar.

Miro a su alrededor, la jungla era espesa y oscura. Raditz, a unos metros de distancia, roncaba como un lirón, dormitando en una posición decididamente poco natural para un ser humano, desplomado contra una piedra perpendicular al suelo.

Se habían quedado dormidos como mocosos, por el calor agobiante y los sonidos surrealistas de ese bosque húmedo.

Al menos había caído la noche. ¿Había traído buenos consejos? Para nada.

Vegeta lucho por ponerse de pie, sus músculos estaban acalambrados y tenía la sensación de haber sido arrojado a una tina de agua hirviendo. Tenía un extraño aroma, pero al menos ya no apestaba a flores.

Busco alguna pista de que al menos estaban en el lugar correcto, pero no encontró nada más que el viejo árbol en forma de luna creciente a unos pasos de ellos.

Nada que pudiera darle un indicio de una pista.

Tal vez era el momento adecuado para regresar y dejar ese infierno de planeta de una vez por todas, pero, en cuanto se acercó a su compañero de viaje para despertarlo con una patada en las costillas, algo resalto inmediatamente a los ojos de Vegeta.

Justo debajo del cuerpo tremendamente reclinado de Raditz, un símbolo brillaba con la luz de la luna. La pista.

Aun así, eso no abstuvo a Vegeta de patear a Raditz.

"¡ESTOY DESPIERTO, NAPPA, ESTOY DESPIERTO!" se despertó con un gruñido, aunque algo confundido. Tal vez recordando los viejos tiempos cuando Nappa los cuidaba, cuando eran solo dos cachorros Saiyajin y los despertaba en la oscuridad de la noche para conquistar planetas. Raditz siempre había tenido dificultades para despertarse. Varias veces habían recurrido al clásico balde de agua fría. O a una explosión de Ki.

"Oh, hola Vegeta, ¿Qué-?" gruño, frotándose los ojos con los puños.

"¡Levántate, idiota!¡Muévete!"

"Que prisa" se quejó Raditz, levantándose para estirarse.

"Ven, mira aquí" Vegeta se agacho donde Raditz se había quedado dormido momentos antes y, grabado en la piedra semipulida, finalmente se pudo ver un símbolo completo a la luz de la luna.

"¿Parece...una flecha?" Raditz susurro, con el ceño fruncido.

"Claro que lo es. ¡Vamos!"

Caminaron rápidamente en la dirección que señalaba la flecha, abriéndose paso entre las enredaderas, las flores ahora cerradas y las plantas retorcidas.

Otro símbolo, otra flecha apareció después de treinta metros, tallada en el tronco de una planta extraña. La siguieron de nuevo, hasta que encontraron una nueva.

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