Capitulo 11: Uno contra Uno

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"Es agradable que seamos dos"

Vegeta se levantó de la hierba de ese prado cubierto de roció.

"¿Qué?" preguntó, levantado una ceja.

Kakarotto sonrió.

"Aun cuando los chicos me ayudaban, al final siempre terminaba yo solo luchando contra los enemigos. Ahora somos dos y eso es bueno" se encogió de hombros. Acababan de derrotar a un nuevo enemigo que había intentado conquistar el universo. Y lo habían hecho juntos.

Juntos eran fuertes, tanto, que pocos se atrevían a desafiarlos.

"Tarde o temprano volverás a estar solo, en el Otro Mundo, cuando decida que es hora de matarte" sonrió el príncipe.

"Siempre dices eso y nunca lo haces" Kakarotto se rió, todavía sobre el césped con su cabello húmedo por el roció de la mañana.

No, Vegeta realmente no haría eso. Por mucho que odie admitirlo, era bueno que fueran dos, realmente lo era.



Todo paso muy rápido, demasiado rápido.

No tuvieron oportunidad de concluir sus negociaciones pacíficamente, no había otra forma más que pelear y recuperara a Kakarotto por la fuerza.

Una pena que también el mismo Kakarotto respondiera usando la fuerza.

Tan pronto como el emperador Zinnir dio la orden de atacar, todos los guardias en la habitación se lanzaron con sus lanzas hacia Raditz y Vegeta. Y, por supuesto, Kakarotto debía elegir a quien enfrentar.

Como un imán que siempre los guiaba uno contra el otro, como si un director insatisfecho hubiera rebobinado la película de su muy personal largometraje.

Vegeta encontró a kakarotto contra él, la lanza dorada contra su pecho, los ojos oscuros clavados en los suyos y los dientes rechinando por un grito de pelea.

Habían retrocedido cincuenta años en el tiempo, en el momento exacto en el que aún no eran dos.

Ya no eran un equipo, ya no eran ellos dos contra el mundo. Era uno contra uno, de nuevo.

No era una pelea amistosa, no iba a ser como uno de sus innumerables entrenamientos.

Vegeta imito el gruñido y devolvió el ataque. Algo debajo de su piel vibro, una sensación conocida, un deseo de luchar. A pesar de todo, había algo increíblemente emocionante.

Finalmente , pensó el príncipe. Finalmente peleamos otra vez .

Ya casi no le importaba el contexto, casi había olvidado que se trataba de una situación de emergencia de la que tendría que salir lo más rápido posible.

Solo él y Kakarotto. Uno contra uno, como si el tiempo se hubiera congelado. Y no había nada más satisfactorio.


Otros guardias intentaron entrometerse en esa pelea, pero, claramente, no estaban a la altura. Kakarotto y él movieron la habitación y destruyeron cada adorno, cada cortina. De pronto estaban en el salón, golpe contra golpe, patada contra patada. Vegeta sintió un control sofocante en su mente como si alguien intentara hacer que se rindiera, pero el príncipe lo ignoró. Los poderes manipuladores de los ocho Ancianos juntos no serían suficientes para interrumpir esa confrontación.

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