Capitulo 8: Kakarotto

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A buen paso se despertaron, salieron y buscaron. No había sido difícil, por extraño que suene. Lo habían encontrado de inmediato, su Ki era enorme, casi imponente.

Le basto seguirlo, luego llamar a la puerta de su casa.

La puerta se abrió y él estaba de pie allí. Cruzaron miradas, como el día anterior en las afueras de los Cuarteles Imperiales.

"Kakarotto" su voz fue un suspiro, Kakarotto se estremeció.

"¡¿Quién eres tú?! ¿Qué quieres de mí?" Dice, entrando en pánico. No había alegría en sus ojos.

"Yo...Kakarotto... ¿no me recuerdas?" Vegeta pregunta, sintiendo el filo de una cuchilla en su corazón.

Kakarotto retrocede, su expresión se confunde con disgusto.

Entonces, de repente, una voz viene desde el interior de la casa.

"Cariño ¿Quién está ahí?"

Vegeta se sorprende, una nativa aparece a la vuelta de la esquina con un bebé en brazos. Un niño de cabello negro y cola del mismo color.

"No es nadie. No los conozco, seguro deben haberse confundido" Dice Kakarotto obligándose a sonreírle a la mujer.

Vegeta abre la boca, una sensación de nauseas sube por su pecho. Duele, duele aún más cuando impotente, lo ve cerrar la puerta y desaparecer tras ella para siempre.


"Kakarotto... ¡no! ¡No, KAKAROTTO!"


Vegeta se despertó, molesto. Tenía un sabor agrio en la boca y los ojos ardiendo. Le costaba respirar y luego se dio cuenta que las náuseas no disminuían. Miro a su alrededor y se dio cuenta que estaba en su habitación, con la almohada empapada de sudor.

Tenía que vomitar.

Salió de la cama y tropezó varias veces hasta llegar al baño. Con las rodillas en el suelo, se aferró a lo que era un retrete particularmente vulgar y vomito en él una, dos, tres veces.

Apenas había bebido, sin embargo, sentía que su estómago se estremecía con arcadas y espasmos. Volvió a pensar en ese sueño y vomito otra vez.

Vegeta sintió dolor ante el solo pensamiento de que el sueño podría ser real. Tuvo arcadas y respiraba con dificultad, la culpa lo golpeo en la nuca.

Si todo fuera real, sería su culpa. Vegeta había dejado a Kakarotto allí en ese planeta durante diez años, nunca se había dignado a ir a buscarlo. El malestar estomacal solo era el más mínimo dolor que Vegeta sentía merecer.

Escupió acido y saliva y se maldijo a sí mismo en todos los idiomas galácticos que conocía.

"Soy yo el que debe estar vomitando"


La voz de Raditz detrás de él lo tomo por sorpresa. Vegeta se giró hacia él y bueno, no es que estuviera equivocado. Estaba seguro de que estaba en condiciones lamentables, pero el rostro de Raditz era una clara invitación a una hospitalización obligatoria.

"Pues aquí tienes" gruño Vegeta, tiro de la cadena y luego se desplomó en el suelo con la espalda contra la pared. "Todo tuyo"

Raditz se encogió de hombros y también se derrumbó débilmente contra la pared opuesta. Dos cadáveres.

Se miraron a los ojos durante un largo rato en el que ninguno de los dos se atrevió a respirar. Si no hubiera estado completamente aturdido por todo eso, Vegeta habría encontrado una gran cantidad de ironía en esa situación.

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