Capitulo 16: Compartir

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Una última mirada, es todo lo que queda. Un vínculo. El contiene su aliento, luego se lleva dos dedos a la frente y cierra los ojos.

"No tiene sentido que huyas, Kakarotto. Ya te encontré" dice Vegeta.

Kakarotto frunce el ceño.

"¿Lo hiciste?" el preguntó.

"Si, lo hice. Incluso si solo encontré una parte de ti. Tu ya...tu ya no me recuerdas" Vegeta baja la mirada y aprieta los puños.

Él no se lo esperaba, pero Kakarotto se acerca.

"Te recuerdo, Vegeta" le dice, encorvándose para mirarlo directamente a la cara.

"No, tu...tu ya no eres como antes" el príncipe insiste, dándole una mirada afilada. Kakarotto, sin embargo, responde suavemente, con calma.

"Reconozco mis sentimientos por ti"

Vegeta traga.

"Pero tú no" añade Kakarotto.

"No digas esas cosas" le advierte Vegeta.

Kakarotto sonríe, luego se aleja.

Desaparece, pero ahora ya no importa. Porque Vegeta ya lo encontró.



Se despertó con un grito ahogado y se estremeció. Sudor frio caía sobre su frente, los músculos de su cuello estaban completamente rígidos por un sueño demasiado agitado.

Se sentó envuelto en las mantas, pasándose una mano por el pelo.

"Buenos días"

Vegeta se dio vuelta en dirección hacia la otra cama, era fácil concentrarse en el hombre que estaba sobre ella.

Kakarotto le dirigió una sonrisa de lado, sostenía en sus manos un libro abierto con una linterna para poder ver mejor.

Ah, claro, porque esa extraña versión de Kakarotto también había aprendido a leer. Otro punto que lo diferenciaba del original. Pero Vegeta no estaba seguro de si ero era un inconveniente.

"¿Qué hora es?" preguntó el príncipe.

"Las siete de la mañana, hora de la Tierra"

¡¿Que?! Vegeta pensó. Llevaba en esa habitación desde las cinco del día anterior, después de que Kakarotto lo viera sumido en uno de los peores colapsos mentales de los últimos tiempos.

Vegeta ni siquiera recordaba cuando se quedó dormido, exhausto, después de intentar en vano contener las lágrimas que no había derramado en años.

"Dormí demasiado" Vegeta asintió, luego se sentó con las piernas colgando de la cama. Se sentía descansado, al menos. Le escocían los ojos y tenía un fuerte dolor de cabeza, pero aun así se sentía descansado. No había dormido todas esas horas en semanas.

Kakarotto se encogió de hombros.

"Evidentemente lo necesitabas" asintió y no se equivocó. "Yo también acabo de despertar" añadió Kakarotto. Cerró el libro y se levantó, imitando la misma posición que Vegeta.

Uno frente al otro, cara a cara en la penumbra y los pies descalzos sobre el frio suelo.

"¿Te gusta leer?" preguntó Vegeta, señalando con la barbilla el libro que Kakarotto sostenía en su regazo. Era una vieja novela de fantasía de un escritor terrícola. En la tierra usaban el lenguaje estándar intergaláctico para comunicarse, no tenían uno propio.

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