Epilogo

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Por mucho, la opción correcta era solo una: intentar recuperar la memoria de Kakarotto, regresar a la Tierra y luego de cuatro meses volver a Nuevo Namek para resucitar a Raditz. Eso tenía sentido y sería mucho más lógico que volver en nave espacial.

Pero ¿Era el camino lógico el correcto a seguir? Vegeta no lo sabía. Pero lo que si sabía era que Kakarotto estaba más dispuesto a seguir sus propios sentimientos que el camino correcto.

¿Qué haría? Esa era una pregunta interesante. Pero, si alguno de los seres queridos de Vegeta hubiera estado en el otro mundo, él no lo habría pensado dos veces para traerlo de vuelta a la vida y sacrificarse por unos meses.

Y, era un hecho que Kakarotto no poseía recuerdos o emociones, pero Raditz seguía siendo su hermano y era una de las únicas dos personas que conocía y tuvo cerca esas últimas semanas.

Cualquiera que fuera su decisión, Vegeta la respetaría. Lógica o emocional, lo que sea.

Kakarotto cerró los ojos por un momento, un corto tiempo para pensar. Entonces, finalmente habló.

"Vegeta, yo...Raditz se sacrificó por nosotros" murmuró. "Yo... lo quiero de vuelta. Hoy. Mi memoria puede esperar. ¿Estas... estás de acuerdo?" preguntó, inseguro.

Una extraña sensación invadió el estómago del príncipe Saiyajin. No sabía si era alegría o tristeza. Él no tenía idea. Solo sabía que el viejo Kakarotto, el que hace años conoció, hubiera hecho lo mismo.

Habría actuado con el corazón y no con la cabeza, y eso era lo que lo hacía increíblemente y simplemente... Kakarotto. Era él, y Vegeta lo reconoció por primera vez al cien por cien, o al menos un poco. Se esforzó por no sonreír, porque, en resumen, todavía era el orgulloso príncipe de los Saiyajin, pero puso una mano en el hombro de Kakarotto y lo apretó.

"De todas formas hubiera estado de acuerdo...creo que es justo" le dijo, firme. "Mientras tanto, trabajaremos duro para que recuperes nuevos recuerdos."

Kakarotto puso una mano sobre la suya y enlazo sus dedos. Ese pequeño contacto era algo que se podían permitir, Vegeta no se inmutó.

"Gracias..." Dijo Kakarotto con sinceridad. Siempre con esa mirada de admiración que el príncipe estaba completamente convencido de que no merecía.

E hizo caso omiso al asunto y, solo para cerrar el tema, Vegeta mostró una de sus sonrisas más impertinentes.

"Entonces... ¿Traemos de vuelta a ese hijo de puta?" sonrió.

"¡Oye!" Respondió Kakarotto, fingiendo indignación por su propia madre.

El príncipe no se reía con frecuencia, pero en ese caso, simplemente no pudo evitarlo. "¡Oh, claro!"

El idiota se rió junto con él. La decisión había sido tomada, ahora todo lo que quedaba era seguirla. Juntos.


✧☆∵✧☆



A medida que el aura blanca tomaba forma y color, las respiraciones se volvieron cada vez más restringidas.

Rodeado por un caleidoscopio de colores. La figura cobró vida y conciencia. Una figura alta y maciza, con cabello largo, negro y ojos oscuros muy abiertos, estaba confundido y miró a su alrededor para ver en el lugar donde se encontraba.

"¡RADITZ!"

El grito de alegría de Kakarotto se elevó entre la multitud y, corriendo, se lanzó sobre su hermano con la acostumbrada poca decencia que lo distinguía. Emotivo como siempre, lo suficientemente instintivo como para dejar a Raditz sin palabras, inmóvil como una estatua.

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