Laurel.
Así que aquí me encontraba. Sentada en el banco frente a la cafetería "Andre's coffe" esperando a que Francesco terminara su turno. Quedaban tan solo 5 minutos. Y estaba a punto de tener un ataque de pánico.
¿Y si lo mejor era dejar las cosas así?
Pero después me ponía a pensar y llegaba a la conclusión de que Francesco era muy bueno y amable conmigo, no merecía que desapareciera así porque así. Porque sólo fué un insignificante beso, ¿Verdad?, No tenía que mudarme a Marte sólo por eso. Sería muy inmaduro y estúpido de mi parte. Así que aquí estaba, esperando a que saliera para disculparme, y si era posible, comenzar una amistad. Porque lo quería cómo amigo, era muy guay y me hacía sentir bien.
Me hacía sentir cálida. No sentía ese vacío cuándo estaba con él. No quería confundirme y cometer el mismo error que cometí con Aiden. Así que lo quería cómo amigo. No podía permitirme más que eso.
Respiro hondo y ojeo la pulsera verde que había comprado en aquella tienda. Tiene un pequeño dije de un sol reluciente. Se me había olvidado dársela aquel día, así que se la daría hoy, como ofrenda de paz. Yo tenía la mía, pero con un dije de una nota musical.
—¿Laurel?—resuena la voz de Francesco tras de mí, provocando que de un respingo—. ¿Que haces aquí?
Lo miro, calculando su estado de ánimo, porque sería embarazoso que estuviera enfadado por encontrarme aquí después de «aquello», pero está sonriendo, así que me relajo.
—Hola. Te estaba esperando—digo sorprendiendole—. ¿Podemos ir caminando hasta el parque, por favor?
—Por supuesto.
Me levanto, esperando a que salga de trance. ¿Tan raro se le hace que esté aquí, por él?
Pues claro idiota. Si lo dejaste con la palabra en la boca cada vez que te pedía salir con él.
Nos echamos a andar cuando llega a mi lado. Me echa un par de miraditas que me ponen los pelos de punta. Así que me apresuro a hablar.
—Eh... Yo quería, pedirte perdón por lo del otro día. No debí haberlo hecho, lo siento. No estuvo bien de mi parte, no sopese lo que tú sentirías con eso. Lo siento mucho, de verdad.
Si lo que dije le afectó, lo manejó muy bien.
—No te preocupes Lau. Todo bien—dice, sonriéndome—. Si quieres que lo olvidemos, está bien.
Carajo. El problema está es que no he podido de dejar de pensar en ello. ¿Como olvidar eso?, Pero es lo correcto. Es lo mejor para todos, ¿Verdad?
Olvidarlo. Sí. Olvidarlo.
—Si, es lo mejor para los dos—susurro y nos sonreímos.
—Genial. ¿Que has hecho de nuevo?—pregunta en lo que seguimos andando.
—¿A qué no adivinas?
—¿Qué?
—Me hice mejor amiga de Joshua.
Veo como hunde las cejas, confundido y me aguanto las ganas de reír.
—¿Joshua?... ¿Ese que vive en tu mismo piso?... ¿El grandote moreno?... ¿El que te quedó viendo raro y aparte es descortés?
—Ese mismo... Y no es descortés Francesco, es que se moría por saber lo que pasaba en mi vida. Es un tío muy divertido y agradable... Y fastidioso. En fin, es mi mejor amigo el chismoso.
—Okey. Tu mejor amigo, el chismoso—repite lentamente, haciendo una mueca—. Vale, creo que puedo sopesarlo.
Llegamos al parque y nos sentamos bajo la sombra de un gran árbol. Cruzo las piernas y saco del bolsillo delantero del pantalón la pulsera.
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Su Mirada
RomanceUna salida al cine, pulceras, miradas, sonrisas, caricias... Corazones acelelados. ¿Que deparará el destino para Francesco y Laurel? Aventurate y enamórate de Francesco Ricci y Laurel Tassone en una historia llena de amor y risas.