Un sueño de chico

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Laurel.


Estábamos tratando de recuperar el oxígeno después de tanto esfuerzo físico.

—Eso fue...

—Increiblemente alucinante—termino por él acomodando mi cabeza en su pecho y paseando la mano por su abdomen.

Francesco suspira y me pega más a él, olisqueando mi cabello haciéndome cosquillas.

—No hagas eso que pareces un perro—me carcajeo y afinca más la nariz inspirando más fuerte. Le doy un manoton riéndome.

—¿No crees que hicimos todo al revés?—pregunta después de un rato en silencio. Levanto la cabeza para mirarlo.

—¿Qué cosa?

—Primero te hubiera pedido que fueras mi novia y luego habríamos hecho todo esto.

—No. No te preocupes... La gente se acuesta todo los días—suelto sonando cómo Joshua y maldigo.

—¿Que pasa?—pregunta acariciándome la mejilla.

—Que sone como el idiota de Joshua—respondo y hunde las cejas.

—¿Y cómo se supone que suena Joshua?

—Como un estúpido—sonrio—. Le pides consejos sobre algo que te preocupa y lo que te dice es eso. "Tranquila, la gente hace eso todos los días"—finjo hablar como hombre y se ríe.

Me da un beso suave y me le quedo viendo embobada.

—Estas guapísima, pequeña—suelta y se me escapa una sonrisa brillante.

—Tu tampoco estás nada mal—susurro y pego mis labios a los suyos en un beso lento que poco a poco va tomando urgencia.

Se me escapa la millonesima sonrisa del día mientras como cereales y Joshua me mira entre divertido y exasperado.

—Deja de sonreír tanto que pareces una psicópata y me estás asustando—dice y lo abrazo suspirando.

—Estoy feliz.

—Se nota a kilómetros—me da palmaditas en la espalda sin saber que hacer.

—Francesco es cómo el cielo.

—Vaya que los múltiples orgasmos en las mujeres hacen locuras—se burla. Pero no importa, lo abrazo aún más fuerte.

—¿Puedes despegarte?, Pareces una garrapata—se queja y levanto la cabeza sonriendole—. En serio me estás asustando—suelta una risita nerviosa. Me despego volviendo a coger los cereales y me voy andando a mi habitación. Cómo ya saben viene tras de mí.

—¿Por qué no me fijé antes en él?—pregunto en voz alta.

—Porque eres idiota.

Ni siquiera me ofendí porque tenía toda la razón del mundo.

Me siento en la cama cruzando las piernas en posición de indio y comienzo a comer los cereales.

—¿Cómo te fué en el examen?—pregunto acordándome.

Joshua se encoge de hombros acostándose.

—Creo que bien. No estaba tan difícil.

—¿Es muy difícil esa carrera?—pregunto realmente interesada.

—Que te digo—bufa—. Es ser humano es todo un rompecabezas.

Cuánta razón tenía.

—Cien porciento de acuerdo contigo—digo entre bocado y bocado. Estaba realmente hambrienta.

Su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora