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Laurel.

Entro en el ascensor y marco el cuarto piso. Me recuesto en una esquina viendo cómo las puertas se cierran, pero a último momento una mano la detiene y entra un chico moreno, muy alto, jadeando.

Hasta un Chihuahua sería más alto que tú.

Me echa una mirada y me da un asentimiento a modo de saludo. Se lo devuelvo.

—Me llamo Joshua—. Se presenta. Abro la boca para hablar, pero me interrumpe— eres nueva, nunca te había visto por aquí— afirma.

—Si, soy nueva. Me llamo Laurel—. Sonrío.

Joshua me sonríe y asiente. Veo que va a hablar pero el sonido del ascensor abriéndose lo interrumpe. Salimos los dos juntos y caminamos por el pasillo. Me detengo el mi puerta soltando una risita cuándo veo que la de él queda justo en frente.

Joshua me mira divertido recostandose en su puerta.

—Vaya, pero si hasta somos vecinos, que raro que no me haya dado cuenta—. Comenta— ¿Cuánto tiempo llevas quedándote aquí?— indaga.

Me recuesto también en mi puerta.

—Una semana exactamente— respondo amable.

—Uh, ¿Cuánto tiempo te quedarás?

—La verdad no lo sé, espero que no se alargue mucho.

—Que bueno, ¿Eres ruidosa?

Frunzo en ceño

—No, ni un poco.

Asiente satisfecho.

—Genial. No me gustaría una vecina ruidosa.

Lo miro indignada.

—Pues suerte que yo no lo sea—. Digo escuetamente.

—Si, suerte que no—. Responde, divertido.

Me cruzo de brazos, dándole una mirada suspicaz.

¿Se está burlando de mí?

—Un placer conocerte Joshua, nos vemos—  le digo.

No le doy tiempo de responder. Me doy la vuelta y entro rápidamente. Cierro la puerta detrás de mí caminando a la cocina y sirviendome  lleno un vaso con agua. Le doy un sorbo.

Pienso en las palabras de Francesco recostando la cabeza sobre el refrigerador con un suspiro.

Solo creo que debemos meditar si vale la pena estar toda una vida enojados con nuestros seres queridos. Pero, si lo que hicieron o dijeron fue tan fuerte o desgarrador, deberías tomarte un tiempo para tí, para perdonarlos, y posteriormente seguir con tu vida.

Medito sus palabras. Llego a la conclusión de que  me tomaré un tiempo para mí, hablar con ellos y perdonarlos.

Necesito tiempo.

Tiempo para pensar, tiempo para sanar, tiempo para reencontrarme. Tiempo para que cuándo piense en mi madre no me embargue la rabia e impotencia. Tiempo para que cuándo algún día los enfrente, ser fuerte, estar decidida. No quiero odiarlos durante toda mi vida. No sirvo para odiar durante tanto tiempo. Necesito que el dolor disminuya.

Abro el refri cogiendo una manzana. Ni ganas me han dado de comer, creo que he bajado unos tres kilos. Le doy un mordisco y me encamino hasta mi habitación, acostandome luego en la cama. sonrío cuándo recuerdo el comentario de Fran.

Pero una pulguita muy bonita.

En esos cortos segundos en los que no supe que responder me puse nerviosa, pensé en responderle escuetamente con un ajá. Pero no podía, era Fran, un chico que no merecía malos tratos de mi parte.

Además de que me la pasé increíble con él.

Suelto una pequeña risa recordando lo asustado que estaba durante la película. Movía su pierna con impaciencia, seguramente deseando que terminara rápido.

Que tienes mi número.

Cojo el celular que está en la mesita de noche y lo enciendo. Hago una mueca cuándo veo en la entrada de mensajes uno de mamá.

Laurel, por favor hija, permíteme hablar contigo, explicarte todo, pedirte perdón. Te quiero, eso no lo olvides.

Sonrío con burla. Pues vaya manera tubo de demostrarlo.

Le doy en responder.

Cuándo lo desee hablaré contigo. Ahora no.

Por lo menos Aiden no me ha fastidiado más.

Busco en la agenda de contactos el número de Fran. Veo que lo tengo registrado cómo "Francesco Ricci". Muy formal. Decido enviarle un mensaje.

Hey Fran, soy Laurel.

Hago una mueca inconforme. Suena muy frío. Lo borro y escribo unas 20 veces hasta que decido enviarle:

Holaaa, ¡Adivina quién soy!:D

Más estúpido todavía, pero es mejor que nada. Pongo el celular a mi lado y me acomodo mejor en la cama. Al cabo de 5 minutos se ilumina la pantalla con un mensaje y ruego que no sea mi madre. Lo cojo, sonriendo cuándo veo que es Fran.

Laurel, ya tenía tú número desde hace tiempo.:)

Me sonrojo de la vergüenza recordando que es verdad. Nos habíamos intercambiado nuestros números en una salida que tuvimos con todos los muchachos que trabajaban en la cafetería.

Me pongo una mano en la frente y suspiro.

¿Porque tienes que ser tan olvidadiza laurel?

Le contesto.

Hey sí, bueno, de todas maneras quería agradecerte nuevamente por la tarde tan increíble que he pasado. Desde hace mucho no me divertía tanto.

 
Si por diversión te refieres a burlarte
cada 2 segundos de mí durante toda la película...


Ay no seas exagerado, solo fueron unas bromitas. ;)

Si claro, y el cielo es amarillo...


Decido no dar tantos rodeos y decirle lo que iba a decirle desde un principio. Porque así soy yo, decidida.

Oye, debido a que la pasé increíble y me gustó tu compañía, me gustaría invitarte a mi depa para prepararte unos de mis deliciosos platillos en agradecimiento. Y no acepto un no como respuesta. Te espero aquí el sábado a las 5 de la tarde.

Estábamos a miércoles. Me daba tiempo de relajarme y pensar las cosas.

Allí estaré Lau.

Asiento conforme con la respuesta. Me decido dar una ducha y luego me pongo mi pijama. Me acuesto y enseguida caigo en los brazos de Morfeo.

***

Cuándo me despierto busco perezosa el celular para ver la hora. 10:38, bien, todavía es temprano. Me levanto, tallandome un ojo y bostezando camino hacia la cocina. Me muero de hambre.

No te vas a morir de hambre, si llevas días sin comer bien.

Ignoro deliberadamente el reproche de mi subconsciente

Abro la nevera y pongo una mueca, frustrada. No hay casi comida, de broma hay un pan duro y unos cereales. Cojo los cereales y me preparo un poco. Cojo el cuenco y me siento en posición de indio en el sofá, comenzando a comerlos perezosamente.

Al quinto bocado suena el timbre. Lo que provoca que frunza el ceño, intrigada. ¿Quién será?, El único que sabe que me estoy quedando aquí es Fran, y bueno, el chistoso de mi vecino, obviamente.

Me encamino hacia la puerta y la abro. Me quedo de piedra un segundo y luego  me inunda la furia cuándo veo, que el que está frente a mí, es Aiden, con cara de cachorrito triste.

De esto no va a salir nada bueno.

Su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora