Laurel.
—Duchate luego—protesta Francesco mientras me mantiene en mi lugar encima de él. Me coge la cara y empieza a darme un beso ardiente.
—No seas llorón, sólo será un momento. Tengo que ir a ver a mi mamá hoy—protesté yo haciendo un puchero en lo que me separaba de él caminando hacia el baño.
—Pero quédate un momento más, porfis—ruega haciendo ojitos.
—¿Y si me quedo qué?
—Si te quedas... Esto va a ser todo tuyo—se agarra la erección con una sonrisa se medio lado y con la mano sobrante da palmaditas q su lado en mi cama.
Maldito...
—Esta bien. Pero a cambio tendrás que comprarme un dorito de los grandes y ir conmigo a casa de mi mamá—refunfuñe caminando hacia él haciéndome la indignada.
—Lo que tú quieras, pequeña...
∞
—Cobarde.
—No soy cobarde. Es que me da nervios laurel.
—Pero no es para tanto.
—Es para mucho. Voy a conocer a tú mamá.
—¿Y eso que?, Ni que fueras a conocer al presidente del país.
—Pero no es el presidente, es tu madre. Y eso es muchísimo peor.
—Bueno, si no quieres ir no importa—me bajé del auto sin mirarlo y camino hacia la entrada de la casa. Escucho que cierra su puerta y contengo una sonrisa.
—Es que sí quiero, Laurel... Es que no quiero caerle mal o algo parecido—dice y me doy la vuelta cogiendo su hermoso rostro.
—No te preocupes, tú no podrías caerle mal a nadie—susurro.
—Pues creo que en eso estás equivocada. Te caía mal antes—dice enarcando una ceja.
—Estas equivocado. No me caías mal... Es solo que te me hiciste demasiado guapo y me daba nervios cuándo te me acercabas.
—¿Te daba nervios y por eso siempre me mirabas como si me quisieras asesinar?
—Pues sí.
—¿Y por eso siempre me rechazaste?—me mira como si no me creyera.
—Pues, sí—repito—. Vale... Que no es muy creíble pero es la verdad, ¿Okey?. Cuándo algo o alguien me pone muy nerviosa no sé cómo actuar y se me da por ser una... Persona muy mala—en realidad quería decir perra.
—¿Eso quiere decir que ya no te pongo nerviosa?
—Tal vez sí, tal vez no... Quién sabe...—canturreo—. Pero ya vamos que no me quedaré a hablar toda la tarde frente a la casa de mamá—refunfuño jalandodolo hacia la entrada mientras se queja de que soy una insensible.
—Pues toma un paracetamol para que se te quite el dolor—bufo y se carcajea—. ¡Mamá!—grito mientras me adentro a la sala de estar y le digo a Francesco que se siente.
—¡En un momento voy!—grita de vuelta.
Me siento al lado de Francesco acariciándole el brazo con ternura.
—tranquilo, ya verás que no pasará nada malo.
—Estoy muy nervioso—confiesa.
—¿Quieres un besito?—pregunto con voz chica.
—Si—hace un puchero que lo hace ver de lo más adorable y sexy. Me río un poco antes de complacerlo con una tanda de besos.
—¿Papi está satisfecho?—pregunto mordiendome el labio y me da una sonrisa ladeada.

ESTÁS LEYENDO
Su Mirada
RomantizmUna salida al cine, pulceras, miradas, sonrisas, caricias... Corazones acelelados. ¿Que deparará el destino para Francesco y Laurel? Aventurate y enamórate de Francesco Ricci y Laurel Tassone en una historia llena de amor y risas.