Juntitos

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Laurel.


—Entonces... ¿No se acostaron?—Joshua me pasa la bolsa de doritos y me meto varios en la boca.

—No... Era mala idea, ni siquiera se quedó a dormir, se fué luego de que yo lo hiciera. Al menos deberíamos esperar a la primera cita—le paso los doritos—¿Crees que debería ir?—pregunto con nerviosismo.

—¿Y por qué no irías?—habla con la boca llena.

—Es que creo que me gusta—confieso.

—¿Y eso que tiene de malo?—vuelve a pasarme los doritos.

Estamos echados en mi cama viendo caso cerrado. Aunque no le gusta el programa era esto o quedarse sin chisme. Y ya se imaginan, está aquí aguantando el martirio; como lo llama él. Chismoso no se hace, se nace.

—Que... No sé. ¿Y si lo arruino todo?

Mastico ansiosa. Para la suerte que tengo, no me sorprendería que terminara por arruinarlo todo. O que me cayera un meteorito encima en plena cita.

Sí, de nuevo estoy exagerando.

—Te estás adelantando a los hechos. Además la cita es en dos días. Ve relajándote mujer—me reprende y le saco la lengua.

—¿Sabes una cosa?, Yo no sé nada sobre tí, no sé que clase de mejor amiga soy.

—Una muy mala—se burla—No te preocupes, mi vida no es tan interesante.

—Lo sé, si lo fuera no estuvieras aquí—digo y se hace el ofendido.

—Eres una perra descorazonada—suelta y me carcajeo sorprendida.

—¿Ya pasamos al nivel de confianza dónde nos insultamos mutuamente?—pregunto emocionada.

—Si—se carcajea.

—Lo tendré en cuenta, no sabes cuántas veces te he insultado en mi mente—confieso y rueda los ojos—. Pero no cambiemos de tema. ¿En qué trabajas?

Joshua sigue comiendo doritos tranquilamente.

—No trabajo. Estudio—aclara.

—¿Que estudias?

—Psicologia—confiesa y me carcajeo con ganas. Se cruza de brazos enfurruñado.

—Vale. Ya me lo voy imaginando.

—No estoy estudiando eso por el chisme—rueda los ojos, fastidiado—. Bueno, en una pequeña parte sí—sonrie—. Pero me gusta de verdad. Ayudar a las personas con sus problemillas y eso. Puede que tú seas mi conejillo de indias—parpadea inocente y le doy un tortazo—. Ay— se soba la frente.

—Por imbécil—suelto, se ríe ligeramente—. ¿Que me recomienda señor psicólogo?

—Que te dejes de boberías y vayas a esa cita, porque sabes muy bien que te gustas y le gustas. No pierdes nada con intentarlo—me da unas palmaditas en el cachete—. Si no le das la oportunidad a ese chico, después te vas a arrepentir cuándo lo veas con otra chica que sí supo aprovecharlo.

Tiene razón.es que... Joder, si me gusta. Me gusta mucho. Demasiado.

No sé que hizo ese chico conmigo, pero me tenía... Ni sé cómo describirlo.

—Vale, entonces iré.

—Esa es mi chica—dice orgulloso—. ¿Y tú mamá?, ¿No crees que es hora de hablar sobre lo que pasó?

De nuevo tenía razón... Era hora. Y aunque estaba lista para la inevitable charla, me sentía insegura y ansiosa.

Pero joder... Es mi madre. Nunca ha sido la mejor del mundo, porque ninguna lo es. Pero es la mujer que me dió la vida. ¿Que más puedo hacer?

Su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora