Mi hogar eres tú

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Francesco.


6 meses después.

Tenían que poner mi nombre en un altar, porque sí señor; aparte de conseguir que fuese mi novia, ya llevábamos seis orgullosos y bonitos... Y estresantes meses.

Y estresantes porque al principio fue difícil conseguir que nuestros horarios considieran por los trabajos que conseguimos.

Laurel estaba estresada con lo de sus músicas y lo entendía; pues escoger un ritmo que consolide con una letra es difícil. Pero poco a poco lo estaba consiguiendo.

Hace dos meses que vivimos juntos en mi departamento y al principio fue un desastre. Vivir con una persona adicta al orden era todo un caso. Así viera solo un calcetín fuera de su lugar le daba nervios. Pero colaboré en todo lo que pude y mejore lo desastroso que suelo llegar a ser y ella aprendió a suspirar y sonreír para tenerme paciencia. Le quería mucho más por eso.

Eso sí, nunca se me podía olvidar comprarle lo que tanto deseaba: Doritos.

Hasta ya era una costumbre y hubo un día que le jugué una broma fingiendo que se me había olvidado y me sorprendió cuando se enfurruño y hizo puchero cómo toda una niña malcriada y bueno... Una cosa llegó a la otra... Y triki traka.

Se me había pegado esa palabra de Joshua. Ya no era tener relaciones, o follar, era triki traka y punto.

Y hablando de Joshua... El condenado logró atrapar a Martín y hace poco formalizaron lo suyo. No sé ni cómo lo logró, pero lo tenía rendido a sus pies.

Su relación me sorprendió mucho. Digo, Martin le tiraba a todo lo que se movía, pero me alegraba mucho que sentara cabeza y más con un tipo cómo Joshua. Laurel y yo cruzabamos los dedos para que todo saliera bien y durarán mucho.

Así que los llamábamos Moshua. Un poderoso shipeo para una poderosa pareja; eso decía mi loca novia.

A la que ahora estaba admirando mientras se terminaba de colocar su pijama.

—Estoy muerta—dice acostándose a mi lado en un suspiro. La abrazo atrayendola hacia mí.

—Ya lo creo. ¿Cómo te fué?—pregunto y me regala una sonrisa.

—Muy bien la verdad. Sólo falta escogerle el ritmo y melodía a la última canción. Es agotador, pero estoy feliz con esto.

Le sonrio con ternura.

—Veras que todo saldrá estupendo y se enamorarán de tu voz, como yo.

—Gracias—susurra besándome.

—¿Ya decidiste que nombre le pondrás al álbum?

Suspira mirando al techo.

—Quiero llamarle ámame.

—¿Porqué?

Me mira un segundo con sus mejillas coloradas y vuelve a mirar al techo.

—Es que quiero que el público ame cada una de mis canciones, ¿Entiendes?, Quiero que sus corazones exploten de emoción cada vez que las oigan. Deseo que las amén y que me amen. Sólo eso.

La atraigo mucho más hacia mí.

—¿Sabes lo que pasó la primera vez que te oí cantar?—pregunto y niega mirándome atentamente—. Terminé mucho más colado por tí de lo que estaba—confieso y cierra los ojos—. Así qué, ¿Que te hace creer que al público no les gustará?, ¿Que no se enamorarán de tu voz como yo?, Cuándo de sólo oír una mínima parte de tí mi corazón se vuelve loco y se me eriza hasta el alma. ¿Que te hace creer que a la gente no les pasará igual, mi amor?

Le pasó un mechón detrás de su oreja y abre los ojos mirándome con auténtica adoración y siento aquel revoltijo en el estómago.

—Eres tan increíble...—suspira y una chispa de inseguridad brilla en sus ojos—. Es que me da mucho miedo fracasar en esto.

Le doy un beso en la frente, posando mi barbilla en su cabellera.

—Pequeña, eres la persona más decidida y más fuerte que conozco. ¿Acaso has fracasado alguna vez en algo que te has propuesto lograr con todo tu corazón?

—No— contesta en un hilo de voz.

—Entonces no tienes que estar asustada por esto. Ya verás que todo valdrá la pena cuando veas las sonrisas de tus fans próximamente. Eso sí, nunca olvides que yo soy tu fan número uno, eh—bromeo y aprieta su agarre en mi cintura riéndose.

—Eso nunca. Si hasta te daré el privilegio de escucharlas de primero.

—No sabes cuan halagado y afortunado me siento.

Ríe un poco más alzando la vista y se me queda contemplandome unos segundos.

—No me mires tanto, que me pones nervioso.

Se remueve sentandose a horcajadas sobre mí.

—Pues te aguantas, porque siempre te voy a mirar mucho mucho. No me privare de ese hermoso privilegio... Dios mío, ¿Te estás sonrojando?— pregunta sorprendida posando sus manitas en mi s mejillas.

Bufo.

—¿Yo, sonrojandome?—vuelvo a bufar como si solo la idea fuera de lo más estúpida. Laurel se carcajea dándome un corto beso.

—Tranquilo, el secreto estará a salvo conmigo.

—Mas te vale—la miro haciéndome el duro.

—¿Sabías que estoy sintiendo a tu amiguito muy emocionado bajo de mí?

Le sonrío de lado.

—Cosas de la vida. Tú sabes, cuestiones del momento.

—¿Triki traka?—pregunta subiendo y bajando las cejas.

—Triki traka—afirmo estampando mis labios con los suyos.

Y este es mi cosa favorita en todo el mundo. Sentir sus cálidos labios sobre los míos. Oír cómo suspira de placer por mí. Ver cómo sus ojos se entrecierran y su espalda se arquea con la llegada del orgasmo. Y cuándo al final de la noche nos recordamos lo mucho que nos amamos uno al otro.

Y eso solo reafirma que mi lugar está con ella. Mi hogar es ella. Mi pequeña.




***

*Se va corriendo a chillar*

Su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora