Traviesillo

3 2 0
                                    

Laurel.



—Aqui tiene—digo entregándole un papelito con la dirección que me envió Francesco al taxista.

Pongo una mano sobre la rodilla de Joshua, procurando calmarlo. Desde que salimos ha estado pasándose la mano por el cabello cada cinco segundos, y ahora que subimos al taxi ha estado moviendo la pierna como un poseso. No sé porqué está tan inquieto.

—¿Qué pasa?—le pregunto y me mira pasándose la mano por el cabello una vez más.

—No sé, creo que estoy nervioso—dice y hundo las cejas.

—¿Porqué?, Si lo que vas a hacer es conocer a Francesco y a Martín...—digo y mueve mucho más la pierna—. Espera... ¿Estás nervioso porque vas a conocer a Martín?

—No sé—lloriquea como un crío—. Es algo estúpido, ¿Verdad?, Digo... Las personas conocen a otras personas todos los días, no es nada del otro mundo—dice y ruedo los ojos.

—Tranquilo... Es normal que estés nervioso, quieres caerle bien. Yo también estoy un poco nerviosa—confieso.

Era la primera vez que iba a conocerlo, y en serio quería caerle bien, era mejor amigo de Francesco y muy cercano. Y si le caía mal todo iba a ser muy incómodo por un largo tiempo.

Y aquí estaba yo... Pensando en un largo tiempo cuándo ni siquiera éramos novios. Y pensar que yo fuí la que puse los límites al principio y ahora me moría por qué me pidiera ser algo más que una simple amiga.

Joshua respira hondo un par de veces cuando el taxi se estaciona frente a un bar. Me paso las manos por el pantalón un par de ves para quitarme el sudor de las palmas y salgo junto a Joshua.

—Hora de dejarlos impresionados—suapira decidido mientras buscamos con la vista en que mesa están sentados.

Para ser un bar hasta se siente un lugar cómodo, no está tan atestado de gente. Las personas solo se sientan a beber cervezas y otras cosas mientras hablan y se ríen animados, no hay borrachos fastidiosos por ningún lado, ni borrachos pervertidos.

Los localizamos a unas mesas más adelante, riéndose de algo. Cuándo notan nuestra presencia solo me concentro en la mirada y sonrisa deslumbrante que esboza Francesco en cuanto me ve... Y allí está... Esas conexión que tanto me negaba a reconocer que existía entre nosotros. Conexión que me hace apresurar el paso y tomarlo por el cuello de su camisa para besarlo, olvidandome de su amigo a quien ni siquiera me preocupe en saludarlo está mirándonos y olvidandome completamente de Joshua, que me imagino que me está fusilando con la mirada.

Separo mis labios de los suyos con una lentitud dolorosa y le sonrío.

—Hola, pequeña—habla con la voz ligeramente enronquecida y me muerdo el labio.

—Hola—susurro de vuelta.

Oímos un carraspeo y Francesco se ríe ligeramente mientras que yo miro a su amigo sintiendo la cara caliente.

—Chiquita y hermosa. Justo cómo lo imaginaba. Pero más hermosa en persona, si me permites decirlo—habla el chico de pelo castaño y ojos cafés tan oscuros que se confunde con el negro. Se levanta ligeramente y me da un beso en el dorso de la mano—. Un placer conocerte al fin, laurel. No te imaginas cuánto me han hablado sobre tí—dice mirando a Francesco y me carcajeo.

—El placer es mío, Martin—correspondo y llamo a Joshua que se quedó en la barra—. El es Joshua. Mi mejor amigo—se lo presento en cuánto llega a mi lado.

—Es todo un gusto conocerte, Joshua—habla Martin, dándole la mano.

—Igualmente—corresponde apartando la vista a otro lado. Ummm.

Su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora