Francesco.
Nos encontrábamos en mi auto, de camino a la ciudad que quedaba a sólo dos horas, aunque todavía faltasen dos días para el concierto. La idea era quedarnos en un hotel hasta que llegara el ansiado día. Y ansioso me tenía a mí el hecho de pasar un día completo con ella. En serio, pasábamos un montón de tiempo juntos y eso. Pero a pesar de ello, no habíamos dormido juntos ni nada de eso. Considerabamos aquello algo muy íntimo.
Laurel estaba a mi lado en su modo fangirl, cantando con emoción las canciones de 5 seconds of summer mientras me lanzaba miradas que dejaban en claro lo feliz y emocionaba que estaba. Gracias a Dios que tenía una buena voz, porque de lo contrario sería un verdadero calvario.
—You always in the place in me...—finaliza la octava canción mientras me mira y el corazón me da un vuelco—. Y esta bonito, es place in me de Lukrecio hemmings.
—Asi que estás muy contenta, eh.
—Contenta estoy de tener esta experiencia contigo—suelta sonrojandose y el corazón se me quiere salir del pecho.
He notado que cuando algo le emociona y la sube en una nube de azúcar le da por ser muy tierna y decir cosas dulces. Y nada me complace más que esas palabras dulces sean para mí.
—A mí también pequeña. Muero por darte un beso—me quejo.
—¿Y porqué no lo haces?
—No me quiero distraer—digo mirando la carretera.
Pasan unos segundos de silencio
—Gracias—susurra.
Sé que esto la pone de los nervios y prefiere mil veces caminar. Estar en un auto la pone ansiosa, claro, si el conductor es un desconocido. Por ello no toma taxis. La primera vez que andamos en mi auto me dí cuenta de cómo apretaba su puño sobre su rodilla en todo el trayecto de forma ansiosa. Y aunque sé que confía en mí y en mi forma de conducir prefiero no correr riesgos. Me gusta que se sienta lo más cómoda posible conmigo.
Pasamos el trayecto en un silencio agradable hasta que llegamos al hotel dónde nos vamos a alojar le entrego las llaves de mi auto a el balet parking y nos adentramos con una maleta de parte de laurel y una mochila de parte mía ubicando al recepcionista.
—Buenas tardes. ¿Que desean?—saluda cordialmente con una sonrisa.
—Quiero una habitación—pido mirando de reojo a Laurel que mira todo a su alrededor.
—¿Con dos camas?
—No, una sola por favor—le entrego mi tarjeta y me entrega las llaves.
—Habitacion 101.
Asiento agradeciendo y camino hasta laurel.
—Parece que tenemos habitación.
—Todo esto es tan pijo. Me siento cómo Anastasia.
—Si, pero nosotros no nos vamos a quedar en un penhouse—aclaro mientras marco el piso en el ascensor y ella hace un puchero que me hace inclinarme y morderle suavemente el labio lo que la tiene mirándome mientras inhala profundamente.
—Me gustas mucho—me dice y sonrío.
—Y tú me gustas aún más.
Salimos del ascensor y caminamos hasta que encontramos la puerta con el número 101. Si laurel había quedado boquiabierta con el hotel y el interior del piso, su mandíbula rosa el suelo mientras ojea el interior de la habitación.
—Joder. Pero que cosa más fabulosa. Reitero que me siento cómo Anastasia... O tal vez la reina de Inglaterra.
Me río suavemente dejando que ojee lo que se le antoje mientras dejo la maleta a un lado de la cama y pongo mi mochila encima de ella. Luego de una excursión por todo el piso nos acostamos rendidos en la cama uno al lado de otro.
—Estoy feliz.
—Lo sé, pequeña.
—No puedo creer que esto esté pasando.
—¿El qué?—pregunto mientras paseo mis dedos por su melena.
—Que esté aquí contigo. Solos—remarca la palabra—. Se siente... Bien.
Le sonrío perezosamente.
—Me alegro de que te sientas bien conmigo. ¿Tienes hambre?—cuestiono y niega.
—No. Solo pe apetece quedarme aquí contigo así. Y luego dormir un rato.
—Tus deseos son mis órdenes, bonita—digo y se sonroja.
—¿Me puedes dar un besito?
—Todos los que tú quieras.
La complazco con un beso suave y lento, que le grita todo lo que siento por ella, lo mucho que me encanta y lo mucho que deseo estar así para siempre con ella.
Nos separamos lentamente y recuesta su cabeza en mi pecho, suspirando.
—¿Que tal con lo del empleo?, ¿Ya te llamaron o algo?—pregunta suavemente y se que le está dando sueño.
—Si, pequeña. Ayer lo hicieron. Lo conseguí—confieso y sé que está sonriendo.
—Sabia que lo harías—vocifera y me calienta el alma que crea tan profundamente en mí—. Serás el mejor profesor del mundo Francesco.
—Gracias—digo y le doy un beso en la cabellera—. ¿Y tú?, ¿Ya te has decidido con lo del señor de la discografía?
—Eh...—duda visiblemente avergonzada—. Fuí hace unos días. Me trataron bien, todos son muy amables allí. Me pidieron que cantara para ver qué tal y evaluar las cosas. Al final les ha gustado y me han ofrecido un contrato. Por tres años—confiesa en un susurro—Tu corazón va muy rápido.
—Lo sé. Es que me enorgullece que fueras. Tienes mucho talento. Ya vas a ver que en cuanto la gente escuche tu voz se sentirán sorprendidos y emocionados por saber quién es la chica. Tendrás un montón de fans y todo eso, porque aceptaste el contrato, ¿Verdad?
—Todavia no, quería que tú lo leyeras primero para ver si algo está mal. Cómo eres abogado y eso.
—Sera todo un gusto, pequeña.
—¿Sabes?, Me emociona mucho que los dos estamos consiguiendo todo lo que queremos—dice y se le escapa un bostezo.
—A mi también Lau. Ahora duerme—le susurro.
Lo que ella no sabe es que aún falta una única cosa en mi lista. Y es tenerla a ella.
Porque me moría por gritar a los cuatro vientos que era mi novia. Si es que aceptaba claro. Tenía un buen presentimiento a pesar de mis dudas.
Y una vez que fuera completamente mía... Me sentiría completamente orgulloso por conseguir tener a mi lado a tremenda mujer.
***
Opiniones de que les parecen estos tortolitos aquí 👉🏻

ESTÁS LEYENDO
Su Mirada
RomanceUna salida al cine, pulceras, miradas, sonrisas, caricias... Corazones acelelados. ¿Que deparará el destino para Francesco y Laurel? Aventurate y enamórate de Francesco Ricci y Laurel Tassone en una historia llena de amor y risas.