Capítulo 8 - Se acabó

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[Varias horas después]

El atardecer caía en las tierras del reino. La guardia del león ya estaba comenzando a finalizar su patrullaje matutino.

Kion— Bueno, creo que ya deberíamos ir terminando.

Bunga— Uff, qué buen día tuvimos. Sin ataques de Janja, ni de Reirei, ni de nadie.

Fuli— Lo mismo digo. Ojalá hubiera más días así.

Bunga— Lo único malo es que tú y Kion aún no se besan.

La chita estaba hasta arriba de las quejas y afirmaciones de Bunga respecto a ese tema. Y humo salía de sus orejas cuando más encima vio a Kion reírse.

Fuli (enfadada)— ¿Es en serio Kion?

Kion—Jaja, Fuli, si tuviera que enojarme por cada vez que lo dice ya me hubiera muerto de la angustia. Tómatelo con humor, solo bromea.

Fuli— ¿Sí? Pues eso espero— miró al tejón fulminante.

Ono— Eso Fuli, tómatelo con humor. Ya sabemos cómo es Bunga.

Bunga— Hey, yo nunca dije que fuera en broma.

Fuli— Aghh, Kion ¿ya terminó el patrullaje?

Su compañero asintió.

Fuli— Pues me voy entonces, ya no aguanto a este... este... ¿Sabes qué? Mejor no digo nada. Adiós.

Dicho y hecho, una gran nube de polvo envolvió a los miembros restantes, teniendo que toser un poco para expulsar el polvillo de sus pulmones.

Bunga— Vaya, alguien está en sus días.

Kion— Discúlpenla chicos, debe tener sus cosas personales.

Beshte— No hay problema Kion.

Ono— Todos saben cómo son las chicas.

Bunga— Sí, en especial las chitas.

Todos rieron por el comentario.

Bunga— ¡Uy! Ahora que lo recuerdo, quedé con mis tíos para ayudarlos con algo hoy. Tengo que irme, nos vemos chicos.

El tejón melero salió corriendo en dirección a las cataratas.

Ono— Vaya. Ve a saber en qué se habrán metido Timón y Pumba.

Kion— No será nada importante.

Beshte— Bueno Kion, nosotros también nos vamos, suerte.

Kion— Claro, nos vemos chicos, buena noche.

Ono y Beshte— Igualmente Kion.

El hipopótamo y la garceta finalmente se marcharon, dejando al líder solo.

Kion— Bueno, a descansar supongo. Espero que Kiara ya se sienta mejor por lo de anoche.

Sin más, Kion tomó su camino a la Roca del Rey. De camino solo recordaba el lindo momento que pudo pasar hoy con Jasiri, hacía ya rato que no se veían; volver a charlar con ella le llenaba el alma.

Kion— Qué raro que Jasiri tampoco sepa nada de Janja, es como si hubiera desaparecido.

El tema de Janja le carcomía la cabeza al cachorro, ¿pero qué podría hacer al respecto? Solo tocaba esperar.

Finalmente, luego de una pequeña caminata, estaba en su hogar. Mientras pasaba por la entrada principal, solo se imaginaba recostado en el suelo de su habitación, durmiendo y roncando plácidamente. Había sido un día cansado.

De camino, se detuvo un momento al ver su habitación y la de su hermana, una al lado de la otra.

Kion— Hmm... Pasaré a saludar a Kiara primero, si no está dormida claro.

Se asomó a la habitación de Kiara. La mencionada parecía estar dormida.

Kion (susurrando)— Mmm... Bueno, otro día será.

Justo cuando estuvo por irse, una voz lo detuvo.

Kiara— Tú...

Kion— ¿Kiara? Oh, perdón si te desperté.

Kiara— Tú...

Kion— Jeje, sí, soy yo— se acercó a ella— ¿Cómo te fue ho...?

Sus palabras fueron interrumpidas por un fuerte empujón de su hermana, alejándolo de ella.

Kion— ¡Hey! ¿Qué pasa?

Kiara (enojada)— Ahora tú explícame una cosa imbécil. ¿De verdad pensaste que yo nunca vería ni me enteraría de que andas en algo con esa hienita tuya?

Kion (sorprendido)— ¿Qué?

Kiara— Como lo escuchaste. Te vi hoy en las lejanías. Dime, ¿cómo se siente su lengua en tu mejilla?

El león, preso de la vergüenza, se quedó sin decir nada.

Kiara— Pues debió ser muy placentero, ¡si hasta se atrevió a lamerte dos veces más!

Kion— Kiara mira, yo no sé lo que viste pero...

Kiara (furiosa)— Ahh, ahora también soy mentirosa.

Kion— ¿Qué? ¡No! Ay Kiara ¿por qué no me dejas hablar?

Kiara— ¿Para qué? ¿Para que sigas embarrando la situación con tus sucias mentiras?

Kion— ¡¿De qué estás hablando?!

Kiara— Claro, ahora es más fácil hacerte el desentendido ¿verdad? En lugar de hacerte cargo.

Kion (molesto)— Kiara mira no te lo quería decir pero...

Kiara— Seguro, y ahora soy frágil como para que no me puedas decir nada. ¡¿Por qué no simplemente me lo dices eh?! ¡Dime de una vez la verdad!

Kion (enfadado)— ¡QUE ME TIENES HARTO! ¡Esa es la verdad Kiara, me tienes harto! ¡Lo único que haces es angustiarme los días con tus problemas sin sentido! ¡Cuando era pequeño una cosa, ahora otra. Siempre tienes algún bendito problema conmigo!

El intento de Kiara por mantener la compostura no era capaz de ocultar sus lágrimas.

Kiara— Genial entonces, pues creo que se terminó. Si tanto te molesto haz tu propia vida, finjamos que el otro no existe y se acabó.

En un abrir y cerrar de ojos, Kiara salió corriendo del lugar, llorando mares.

El líder de la guardia, por su parte, solo se quedó ahí sentado, impotente; mirando simplemente como sus nuevas lágrimas golpeaban el suelo.

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