Era de noche. Fuera del árbol de Rafiki, Beshte y Ono estaban listos para ingresar en cuanto su líder llegue.
Ono— Beshte, ¿realmente crees que deberíamos esperarlo?
Beshte— ¿A qué te refieres?
Ono— Digo, puede fácilmente estar durmiendo, tuvo un día agotador hoy.
Beshte— Nos habría avisado de alguna forma si no vendría.
Ono— Hmm... Sí, puede que tengas razón.
Beshte— Esperemos un rato más, si no viene entramos solos a verlos.
Dicho y hecho, el hipopótamo y la garceta se quedaron en el lugar esperando a Kion, quien luego de unos minutos finalmente apareció.
Kion— Hola chicos. ¿Hace mucho esperan aquí?
Beshte (sonriendo)— Hola Kion. No hace mucho, solo algún rato.
Ono— ¿Entramos ya?
Kion— Claro, vamos.
El trío subió a la cima del árbol, entrando a la misma habitación del mediodía, encontrándose con Rafiki, nuevamente ocupado con algunas pinturas en la pared de madera.
Kion— Hola Rafiki. Venimos a ver a Fuli y Bunga.
¿?— Qué bueno verte amigo.
Kion se volteó entusiasmado. Era Bunga. Estaba sentado sobre el borde de la mesa.
Kion (acercándose)— ¡Bunga! ¿Cómo estás amigo? ¿Tan rápido te recuperaste?
Tenía algunos vendajes a base de hojas en su abdomen y brazo izquierdo, pero nada más allá de eso.
Bunga— Aún tengo que descansar, pero estaré bien.
Ono y Beshte también se acercaron.
Bunga— Hey chicos, ¿qué tal la pelea de hoy? ¿Ganamos? No me enteré de nada, estaba casi dormido.
Los tres rieron. Su amigo de alguna forma siempre les sacaba una sonrisa.
Beshte— Sí pequeño B, ganamos.
Ono— Aunque sería mejor dejar eso para otro día.
Bunga— Oh, claro. Lamento no haber ayudado mucho, de verdad que mis heridas ardían como nunca en esos momentos.
Kion (sonriendo)— No tienes que disculparte, hiciste lo mejor que pudiste. Además, me enteré de que fuiste el primero en salir herido, habrás sido el primero en atacar me imagino.
Ambos soltaron una pequeña risa. La amistad era podía llegar a ser algo mágico.
Kion se apartó un momento, yendo a hablar con Rafiki.
Kion— Rafiki, ¿qué tal está Fuli?
Rafiki (susurrando)— Kion, ¿quisieras venir un momento a mi habitación? Hay algo que necesito preguntarte.
Kion volteó rápidamente a sus amigos, estaban hablando muy tranquilamente con Bunga. Volvió a mirar a Rafiki, asintiendo.
Ambos se fueron a la habitación entre medio de otras dos paralelas, era el dormitorio de Rafiki. Había algunas estanterías con lo que parecían ser pócimas y cosas raras, cosas que solo Rafiki entendería.
Kion— ¿Qué sucede Rafiki?
Rafiki— Kion, hay algo en ti que me llamó la atención desde hoy, y no fue tu herida en la mejilla.
Kion— ¿A-a qué te refieres?
Rafiki— A eso.
Señaló la nueva insignia en su brazo. Kion la miró por un momento, devolviendo su mirada al mandril rápidamente.
Kion— Ah sí, yo... Amm.
Rafiki— Conozco muy bien ese dibujo. El don del conocimiento en tiempo real.
Rafiki dio un paso al costado, revelando detrás de él unas pinturas en su pared, teniendo como centro el dibujo del reloj de arena característico de la insignia. De él, salían tres flechas, correspondientes a la silueta de tres leones.
Rafiki— La Guardia del León, no solo tiene el rugido como poder. El rugido es el poder más poderoso, pero, este don; y aclarar eso, no es un poder, sino un don, es la otra habilidad que casi nadie conoce. Casi nadie ha tenido la oportunidad de tenerlo. Al contrario del rugido, que se obtiene al convertirse en el líder de cada guardia, el don del conocimiento en tiempo real no lo obtiene cualquiera, y hasta día de hoy... Nadie nunca ha sabido por qué se le concede al propietario.
Kion escuchaba con atención la explicación de Rafiki, sin perder detalle. Estaba intrigado por conocer más acerca de su nuevo don.
Rafiki— Como verás, solo tres leones en la historia de las praderas han logrado tener el don. Sus identidades a día de hoy, son desconocidas. Sus nombres e historia se han ido perdiendo con el paso de los años, con el paso de boca en boca. Y es que según las pocas fuentes restantes, estos tres leones están fallecidos desde hace muchos muchos años, tantos, que como ya escuchaste, ni siquiera sus identidades se saben.
Kion— Rafiki, ¿para qué sirve este don? ¿Cómo funciona?
Rafiki— Buena pregunta. Todo aquel que posea el don, podrá ver en tiempo real imágenes de quien sea el animal que piense o imagine. Existen dos requisitos mínimos que se necesitan ya sea juntos o por separado para reproducir las imágenes en tu mente, o la apariencia del animal, o el nombre. Aún así, hay una sola condición: el animal en cuestión debe estar vivo, de lo contrario, nada podrá verse, solo un oscuro vacío.
Kion lo comprendió. Era tal como le había sucedido con Janja, Cheezi y Chungu. Todo cuadraba.
Kion— Rafiki, ¿puedo preguntarte algo?
Rafiki— Lo que quieras.
Kion— Si uso el rugido para el mal, lo perderé. ¿Cómo puedo perder este don?
Rafiki— Excelente pregunta. La respuesta, es parecida a la del rugido: no importa que tan atroces sean los crímenes y actos del animal, nunca utilices el don para matar a alguien, sea quien sea.
Kion— Entiendo. Gracias de verdad Rafiki.
Rafiki— Una cosa más Kion. ¿Cómo lo obtuviste? ¿Cómo obtuviste esta maravillosa habilidad?
Kion— Pues... Estaba hablando con el abuelo Mufasa y... De repente me dijo que necesitaría un don para mantener la paz en las praderas, o algo así. Unos fuertes vientos me alzaron en el aire y de la nada, la insignia apareció.
Rafiki— Ya veo. Pues felicidades Kion. Eres de los pocos.
Kion (sonriendo)— Gracias Rafiki.
Rafiki— Ahora, sobre lo de Fuli.
Kion— Te escucho.
Rafiki— Me temo que tenemos un par de problemas.
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Unidos Como Nunca
FanficKion y Kiara siempre se han querido mutuamente como buenos hermanos, pero... ¿Y si ese cariño fraternal se convierte en algo mucho más complejo?