Kings Landing
107 d.CMallister, Lannister, Redwyne, Tully, Westerling, Manderly, emblema tras emblema, señor tras señor, desfilaban uno a otro buscando ser del agrado de la princesa.
Algunos trataban de impresionarla con lustrosos regalos, los más listos optaban por viejos ejemplares escritos en lenguas olvidadas, otros tantos con palabras bonitas y un pequeño porcentaje pensó tontamente que la indiferencia lograría captar la atención de Rhaenyra. Pero ninguno tuvo éxito.
—¿A quién busca? —le preguntó Criston Cole, tras un largo día de entrevistas.
La princesa lo observó sin entenderlo.
—En cada caballero parece buscar a alguien, o algo, pero no logro entender qué es lo que busca —continuó diciendo.
—Quiero alguien que me encante —respondió Rhaenyra— No soporto a los hombres simples.
—¿Hombres simples?
—Sí, todos esos caballeros ilustres con acento rimbombante y palabras de adulación, me parecen tan falsos como el cariño de mi madrastra.
Siempre que podía, sacaba a relucir el poco agrado que sentía hacia Alicent Hightower y "su gente", como llamaba a sus hijos y a su padre.
—Todos tratan de agradarle, princesa —dijo Cole— Por eso son... Rimbombantes.
—Ninguno de ellos va a agradarme, Sir Cole —dijo Rhaenyra— Tal vez usted debería hacer la entrevista por mi mano, quizás me llame aunque sea un poco la atención.
Cole solo sonrió y asintió, sabía que sería imposible. En el pasado, la chiquilla tuvo una admiración por él que concluyó en el momento exacto en el que le robó un beso. Después de la boda de su padre, era como si cualquier encantamiento se hubiera desvanecido. No siquiera aquellos aretes que alguna vez le obsequió volvieron a posarse en sus orejas, los reemplazó por un par de brillantes de acero Valyrio.
La princesa concluyó con el último Lord del día, y luego se retiró a sus habitaciones. Otra vez tenía la costumbre de escribirle a su tío, se pasaba largas horas contándole cada detalle de su vida, y muy pocas veces recibía alguna respuesta.
****
La guerra en los Peldaños de Piedra llevaba poco más de un año resuelta, pero el Príncipe Canalla permanecía en las Islas, y se hacía llamar a sí mismo "El Rey del Mar Angosto". Compartía sus tardes con viejos marineros, cantaban canciones a la mar y se divertían con mujerzuelas de las ciudades libres.
El Rey lo había invitado de regreso a la Corte, pero Daemon se rehusaba.
—Que se quede con su puto Trono, yo estoy feliz con el mío —solía decir.
De cuando en vez leía las cartas de su sobrina, le parecía gracioso el poco interés de Rhaenyra por sus pretendientes. Algunos muy jóvenes, otros más viejos, unos cuantos de edad perfecta pero tan aburridos como una vieja Septa.
—A este paso se va a quedar soltera, rezándole a los Siete por el resto de su vida —exclamaba seguido.
Era a la única a quien echaba de menos, pero no lo suficiente para dejar la libertad que le ofrecía el viejo dominio de la Triarquia.
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Daemon & Rhaenyra: La Sangre De Dragones
FanfictionLocura y grandeza son las dos caras de una misma moneda, Rhaenyra Targaryen probó ambas. Nacida para ser la heredera al Trono de Hierro, tuvo que luchar contra su propia sangre para hacer valer su derecho. Dragón contra dragón se alzaron, y la danza...