XX.Valyrios

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Tres días atrás

El pequeño Lucerys descansaba dulcemente en la cuna que Rhaenyra tenía junto a su cama, adoraba verlo dormir y siempre estaba al pendiente por si despertaba y necesitaba de ella. Su hijo era su consuelo, su respaldo y su paz. Aquellas miradas obscenas hacia ella, culpandola de un engaño irreal poco a poco habían cesado. Oía rumores en el castillo acerca de Daemon, decían que frecuentaba a las prostitutas del Lecho de Pulgas, y que había llevado a más de una a compartir su lecho durante su larga estancia en el Red Keep. Por supuesto la princesa hacia oídos sordos a cualquier especulación, confiaba en Daemon tanto como en ella misma. Y aquella mujer que alguna vez vieron escabullirse a su alcoba, no era otra que la propia Rhaenyra.

Daemon y Rhaenyra eran fuego ardiente al estar juntos, era imposible que no ardieran el uno por el otro al estar cerca, como si fueran amantes furtivos se ocultaban en pequeños rincones y oscuridades para dejar fluir aquella pasión que guardaban adentro. Aún no podían mostrar públicamente que su matrimonio seguía en pie, los verdes empezaban a hacerse descuidados y Daemon tenía la seguridad de que en cualquier momento, algo les saldría mal y aquella pieza que faltaba para completar el rompecabezas de su complot, saldría a la luz y entonces, podrían confrontarlos.

Un sueño recurrente venía a la princesa algunas noches, bastante vívido, más como una realidad que como una fantasía onírica. En ella oía claramente a Alys Rivers mencionar: a su preciosa niña. Ésto durante el parto de Rhaenyra. Si fuera real, ¿Por qué Alys llamaba "dulce niña" a Luke? No tenía sentido alguno.
Ciertamente ella sabía que había parido aquella noche, sabía también que un niño salió de su vientre y que ese niño debía ser Luke, pero por mucho que intentara encontrar en su pequeño algo de Daemon o de ella, ningún rastro coincidía con sus padres. Podría ser por los antepasados Arryn de su madre, la Reina Aemma, pero ¿Qué tan posible era?

Amaba a Lucerys, por supuesto, pero no podía dejar de pensar que tal vez, algo durante esa noche estuvo mal. Alys Rivers era una mujer aterradora, alguna vez Erryk Cargyll le comentó que aquella extraña mujer parecía tener una obsesión casi enferma por la hija de Alicent, Visenya.

—Alguna vez incluso me pareció ver qué ella... —dijo Cargyll, quedándose pensativo a media frase.

—¿Que ella qué? —inquirió Rhaenyra.

—Cuando fui a darle un recado a la Reina de parte del Rey Viserys, me pareció ver a Lady Rivers amamantando a la princesa.

Rhaenyra recordó algunas historias que Harwin Strong le comentó sobre su hermana, sobre su extraña y particular hermana.

Harwin Strong era un tema aparte, Daemon le contó que quienes armaron toda aquella separación entre ellos, querían asegurarse que él matara a Strong una vez que llegara a Braavos. Daemon recibió una carta de Harrenhall confesando el supuesto amorío entre el guardia y la princesa. Por suerte, cuando aquella misiva llegó a él, se encontraba postrado en una cama con varias heridas tras su última batalla. La letra que pretendía ser de Rhaenyra, ni siquiera se parecía a la de esposa, por ello, cuando vio a Strong llegar a buscarlo, supo que algo estaba mal.

Interrogó al caballero, y él por supuesto, negó cualquier insinuación de aquella carta. Strong se quedó cerca a Daemon en su recuperación, fue durante ese tiempo que quedó muy prendado de la joven Laena Velaryon. Ambos empezaron a pasar mucho tiempo juntos. Por la ausencia de Daemon, Strong comandó la última batalla contra los hombres del Señor de Braavos, venciendo su ejército y liberando por fin cualquier posible compromiso entre los Velaryon y los Braavosi.

Daemon & Rhaenyra: La Sangre De Dragones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora