El sol ardiente se coló por las grandes ventanas de la habitación, según decían los maestres, estaban en la época más calurosa de un largo verano. Rhaenyra se levantó aún cansada por la extensa faena del día anterior.
Daemon llevaba varios días fuera, arreglando negocios en Essos, y ella como la señora de la Triarquia debía hacerse cargo de cada mínima petición que le pusieran en frente. Aquella labor le tomó todo el día, hasta bien entrada la noche, cuando Sir Harwin la acompañó de regreso al castillo, el sol estaba más cerca de volver a nacer que de haber muerto.De pronto, lo vio sentado en el gran sillón. Llevaba el cabello atado en una trenza y le sonreía con dulzura.
—No te quise despertar —musitó Daemon.
La princesa dió un brinco fuera de la cama y corrió a los brazos de su esposo.
Le llenó la cara de besos y acarició su cabello con ternura.—Te he extrañado mucho —pronunció quejumbrosa— ¿Cómo salió todo en Essos?
—Todo está bien, querida —dijo el príncipe— Encontré a Corlys Velaryon allá, su hija está prometida con el hijo del Señor de Braavos.
—¿Por qué lo dices con ese tono?
—Porque al parecer Lord Corlys ya se arrepintió de tal compromiso y solo está buscando la forma de deshacerlo.
Rhaenyra sintió pesar sobre el futuro de su prima Laena.
Daemon se dió cuenta de aquello y le dió un suave beso en la sien para despejar su mente.—Yo también te he extrañado —dijo él.
La princesa tamborileó los dedos sobre la nuca de su amado, apretó los nudillos contra él y lo atrajo hacia su boca con fiereza.
—Vengo cansado del largo viaje —dijo Daemon.
Rhaenyra le dedicó una sonrisa ladina.
—¿Acaso el príncipe no puede cumplir con su reina?
Daemon la tomó por la cintura y la guío de regreso a la cama con movimientos bruscos.
—Jamás dejaría de cumplir con mi reina —le susurró al oído.
Rhaenyra se dejó llevar por él, como lo hacía siempre. Aquel juego de poder le fascinaba, Daemon era fuerte y dominante. Y a ella le gustaba sentirse a su entera disposición. Pero siempre era ella quien daba la iniciativa, por supuesto, el caballero siempre estaba listo, y disfrutaba de aquél tira y afloja en el que ella pedía ser tomada y él se negaba hasta recibir un reto de su parte.
El príncipe canalla empujó a Rhaenyra boca con la boca hacia el colchón y colocó un almohadón por debajo de sus caderas, elevando su intimidad hacia él. Muy despacio le subió el camisón por encima de la cintura, pasó sus largos dedos en el recorrido de sus piernas, ella sentía como se le erizaba la piel con aquel contacto. Le rogaba a los dioses porque se apresurara.
Pero Daemon disfrutaba tocarla, sentirla deseosa de él, de su miembro. Primero llevó uno de sus dedos a su interior caliente y húmedo. Rhaenyra soltó un gemido de placer y tensó las piernas contra su mano.
Continuó explorando su interior, haciendo suaves círculos con la yema del dedo.—Por favor... —suplicó Rhaenyra.
Él fingió no oírla, pero sí la complació. Esta vez introdujo un segundo dedo, hizo los movimientos un poco más rápidos, con el pulgar acariciaba su monte causando en ella espasmos extasiantes.
—¿Me extrañaste? —lw preguntó, acercándose a su oído, mordiendo suavemente su lóbulo.
—S... Sí —gimoteó la princesa.
—¿Mucho?
Ella sacudió la cabeza en afirmación.
—Dilo.
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Daemon & Rhaenyra: La Sangre De Dragones
FanfictionLocura y grandeza son las dos caras de una misma moneda, Rhaenyra Targaryen probó ambas. Nacida para ser la heredera al Trono de Hierro, tuvo que luchar contra su propia sangre para hacer valer su derecho. Dragón contra dragón se alzaron, y la danza...