XVI

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La luz de la luna brillaba con gran resplandor en toda la habitación, la suave brisa golpeaba las cortinas sin llegar a ser demasiado ruidoso y sólo se escuchaban las hojas de los árboles moviéndose de vez en cuando y, por supuesto, el olor a papel, todo lo que Toni necesitaba para relajarse.

La morena había subido a su habitación hace unas horas y no se había molestado en cenar, después de todo no quería quedar a solas con su mami.
Toni pasó con delicadeza su dedo índice por la página que había acabado de leer y suspiró al leerla. Había decidido leer un libro, que al parecer era muy empalagoso pero lindo.

– ¡Oh! – la morena exclamó cuando sintió su rostro calentarse, su corazón se aceleró por completo y sonrió genuinamente al leer que los protagonistas se habían declarado sin importar lo que digan los demás ya que no podían estar juntos por sus diferencias económicas.

Toni se preguntó a sí misma si alguna vez podría hacerlo, declararse con Cheryl y que los sentimientos sean mutuos, pero negó de inmediato, eso nunca pasaría, Cheryl no se atrevería y si lo haría terminaría teniendo una gran pelea con Toni por hacer el papel de madre.

Ellas harían una bonita pareja, Toni lo sabía, la menor siempre se imagina tomada de la mano de Cheryl y darle mimos o viceversa. Serían una bonita pareja si no fueran madre e hija.

El libro cayó en la cama cuando sintió lágrimas bajar por sus rosadas mejillas. No se había dado cuenta que había comenzado a llorar.
Toni se regañó internamente por llorar, se limpió sus mejillas con las mangas de su suéter pero fue en vano, las lágrimas seguían bajando. El sólo hecho de pensar en Cheryl la volvía loca, estar enamorada de ella le parecía horrible, le parecía asqueroso que un día Cheryl le grite como nunca y aún así sentir mariposas cada vez que la ve directo a los ojos.

– ¿Toni? – Cheryl entró a la habitación con dos rebanadas de pizza en su mano y en la otra traía un vaso de agua para Toni. La mayor entró por completo a la habitación y se sorprendió al ver un libro abierto.
¿Toni acaso leía con la luz apagada? Frunciendo sus cejas, dejó la comida en la mesa de noche que había al lado de la cama y se sentó al lado de Toni.

– Heather te dejó un regalo en la sala y también nos invitó a su casa este fin de semana – la voz de Cheryl sonaba ronca, más de lo normal. La mayor notó que Toni no le prestó atención ni en lo más mínimo y tomó su barbilla con sus largos dedos.

– ¿Qué ocurre, Toni? – Cheryl dijo al notar las lágrimas que brotaban por sus lindas mejillas. La luz de la luna seguía iluminando todo el cuarto y no hubo necesidad de prender una lámpara para poder visualizar lo roja que estaba Toni, sus mejillas y nariz siempre se ponían rojas cuando lloraba.

Cheryl dejó por un momento su rostro serio de todos los días y mostró preocupación, sus manos tomaron la cintura de Toni y la atrajo hacia su regazo para que pudiera estar más cerca de ella.

En el momento que Toni estuvo encima de sus piernas, Cheryl abrazó a Toni con cuidado, su rostro quedó en el hueco de su cuello y sus sollozos se volvieron más fuertes junto con sus lágrimas, éstas volviéndose más rápidas de lo normal.

Cheryl no entendía por qué estaba llorando exactamente pero aún así la abrazó y se quedó callada, dejando que Toni se desahogue por completo.

Luego de muchos minutos en esa posición, la menor se quedó dormida en los brazos de Cheryl y luego ésta las acomodó a ambas mejor en la cama para luego caer rendida en un profundo sueño junto a Toni.

Al día siguiente Cheryl fue la primera en despertar por el horrible dolor que sentía en su cuello, abrió sus ojos con pesadez y notó que Toni estaba encima de ella, con su rostro escondido en todo su cuello, dándole a entender la razón por el dolor tan repentino que sentía.

La mayor adoró la escena por muchos minutos ya que pocas veces dormía con Toni, ambas dormían en habitaciones separadas casi siempre y no todos los días te despiertas debajo de una linda morena.

Los dedos pálidos de Cheryl jugaban con el cabello de la menor, aprovechó también para acariciar suavemente su espalda por debajo del suéter azul que traía puesto y sonrió al sentir lo cálido que se sentía.

Después de unos minutos la menor despertó sintiendo sus ojos hinchados, parpadeó rápidamente y se dio cuenta que Cheryl la estaba acariciando, cosa que la hizo sonrojar ferozmente.

– Buenos días – la pelirroja murmuró aún sintiendo el dolor en su cuello, pero no le importaba, Toni al parecer estaba cómoda encima de ella y no la iba a quitar. – Buenos días... – respondió la menor mientras olfateaba el cuello de Cheryl, le gustaba olerla porque siempre olía delicioso y cada vez que lo hacía se sentía completa y tranquila.

Pasaron algunos minutos y Toni se movió incómoda por notar por fin en donde estaba su mano. La mano de la morena estaba descansando en todo el pecho izquierdo de la mayor.

Cheryl sin duda lo notó desde el principio pero no le molestó así que no hubo razón de apartarla, pero Toni sintió correr toda su sangre directo a sus mejillas notando con sensatez algo que parecía como una piedra debajo de la delgada tela de la pijama que traía Cheryl, eso sin duda era su pezon.

– Lo siento – la mayor susurró con voz casi inaudible. Casi nunca se disculpaba y se le hacía difícil decir esas palabras pero reconoció todo lo que pasó el día anterior y se sentía bastante mal por haber hecho llorar a Toni, porque en serio creía que Toni estaba llorando por el mal rato de ayer.

– Lamento gritarte sin ninguna razón y hacer que pasaras un mal día – Cheryl besó suavemente la cabeza de su hija y la pegó más hacia ella, acariciando sus brazos con ternura.

Toni sonrió con inocencia y se inclinó para besar las mejillas de Cheryl con mucha ternura. A la menor le gustaba ser cariñosa con su madre y nunca desperdiciaria alguna oportunidad para serlo. – Te quiero – los besos resonaban por todo el cuarto y Cheryl dejó escapar una pequeña sonrisa mientras su hija se comía sus mejillas, literalmente.

– ¡Honey! ¡Estás siendo muy empalagosa, para ya! – la mayor exclamó cuando sintió que sus mejillas se iban calentando con lentitud. Eran muy pocas las veces que Toni la había visto sonrojada y quería que eso siguiera así.

Toni paró con una tierna risa de bebé y dejó un último beso en los labios rojos de la mayor. Ambas se miraron con amor y volvieron a la posición que estaban, listas para dormir.

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Honey - Choni Donde viven las historias. Descúbrelo ahora