13. No puedo confiar en ti

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Llegamos a la casa de Samael y para mi sorpresa era muy grande y estaba llena de personas que vigilaban el lugar, lo protegían y le servían. Estas demostraron estar emocionadas con el regreso de su jefe, pero no se le acercaban, estaban de pie, quietos y con sonrisas en sus bocas esperando obedientemente las peticiones del dueño de la casa.

- Señora Maggie, necesito que cuide a este chico y le brinde todas las comodidades que desee- Samael llamó la atención de una mujer con los ojos café oscuro.

Aparentaba más de 30 años, cuando sonrió hacia nosotros a modo de saludo, varias arrugas rodearon sus mejillas y ojos.

- Y me quedaré a dormir- añadió haciendo que todos los presentes me miraran.

No quiero dormir en la cama de tablas de la casa pobretona de Alaia y su hermano diabólico, mi espalda no está hecha para esos lugares.

- Claudio, prepara mi oficina, tengo mucho trabajo que hacer- pidió Samael restándole importancia a lo que había dicho.

No se despidió ni me informó que se alejaban, simplemente me dejo en la sala, rodeado de personas que me miraban de curiosidad.

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La señora que Samael dejó a cargo de mi cuidado, le ordenó a tres chicas que me preparen una habitación mientras esta me guiaba hacia el baño que tenía disponible para que pudiera bañarme de la forma más cómoda. Al parecer la casa tenía baños en cada habitación, pero existían algunos más amplios que otros.

- Puedo bañarme solo, no es necesario que esté aquí- señala avergonzado después de admirar los detalles del baño y darme cuenta de que ella no salía de la habitación.

El baño era mucho más amplio que el de mi casa, lo cual me sorprendía porque en mi ciudad, mi familia era una de las más adineradas. Había a un lado de mí un gran ventanal que mostraba el exterior de una forma muy bonita, al parecer la casa estaba rodeada de espacios verdes con lagos y zonas cubiertas de hermosas flores. No tenía claro donde estaba, solo apreciaba la oscuridad asomándose por este lugar de una forma muy bella con las luces que la rodeaban para iluminar.

En la esquina izquierda del baño había un espacio encerrado por paredes de cristal, mientras en la otra esquina se encontraba un espejo enorme adornado con lavamanos en su parte media, en contraste a esto, en el frente se encontraba un jacuzzi en el que se podía meter más de dos personas, tenía luces en su interior y también en la parte del techo había un espacio rodeado de luces... parece que sale agua de ahí.

- Joven, mi nombre es Maggie y mi trabajo es ayudar al jefe en lo que necesite y en este caso debo ayudarlo a usted en lo que desea- me informo mientras se acercaba a los interruptores de la pared y los oprimía todos- Alexa enciende el jacuzzi y regula la temperatura del agua, para un baño de agua tibia- esta hablo de repente a alguien en la habitación y ocurrió tal cual lo que ella pidió.

¿Hay alguien más acá? ¿O la señora tiene poderes?

- ¿Dónde está? - exclamé sorprendido al escuchar la voz de una mujer.

La mujer señaló un aparato en la pared para que lo mirara.

- Es una asistente virtual que nos ayuda a manejar los elementos inteligentes de la casa- comenzó a explicar, pero no entendí nada y ya se dio cuenta- Es un aparato que hace lo que le pidas con solo pedírselo, se llama Alexa- trato de decir de una forma más comprensible mientras se alejaba de mí para buscar unas toallas.

En ese momento entendí que, aunque se lo pidiera, ella no se iba a ir, así que me comencé a quitar la ropa dándole la espalda por vergüenza a mostrarle mi cuerpo.

TRIPLE 000 (SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA AES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora