18. Los contrincantes

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Daimon

- ¿Qué fue eso? - pregunté, apenas nos alejamos lo suficiente del triple 0.

La actitud que había tenido era muy extraña, entiendo que ahora que se enteró de que Bradly es su hermano, quiera tomarse el papel en serio, pero es su problema a quien mete entre sus piernas... No espera, yo tengo la misma actitud con Alaia cuando le coquetean tipos que se nota que tienen malas intenciones.

- No quiero que se meta con la persona incorrecta- se atrevió a decir aún con ceño fruncido.

Me acerqué a su rostro y masajeé sus cejas para que las relajara y este de inmediato conectó sus ojos con los míos.

- Te odia, no importa que tengas la razón, no te escuchará, al contrario, podría animarlo a acercarse más a él solo porque quiere hacerte enojar- su ceño se relajó, así que decidí bajar mis manos lentamente de su rostro- Te arrugaras si sigues colocando esa expresión, relájate lobo- lo intente animar.

Él me salvó la vida, me siento seguro a su lado y tranquilo.

- ¿Qué debería hacer? - pregunto.

¿Con Bradly? Nada, ya es un pendejo y morirá siendo así para toda la eternidad, pero no lo culpo, Samael también coloca el apellido Exael en alto con su inteligencia y atractivo, aunque prefiero solo a un Exael... Ya saben cuál.

- Busquemos algo para beber- lo arrastré hacia la cocina del lugar.

- El alcohol es malo para los bebés- me recordó asustado pensando que aquello sería lo primero que mis manos agarraron.

Abrí la nevera del lugar y saqué lo que tenía en mente desde el inicio.

- Tranquilo, hoy solo nos emborracharemos con cítricos- le mostré la caja de jugos.

Este respiro de nuevo como si estuviera aliviado ¿Está loco? Prometí no hacerles más daño a mis bebés.

- ¿Lo tomaremos aquí? - me preguntó observando la cocina en la que adolescentes tomaban el lugar para fumar y hablar.

Negué, aquel humo también me hace daño, agarre a Massimo del brazo y lo arrastre hasta el jardín donde había visto una escalera que diría hacia el techo de la mansión que era de dos pisos.

Subimos las escaleras con cuidado y cuando llegamos al techo de la casa, respiramos profundo al ver aquel lugar tan tranquilo, con sofás decorándolo. Al parecer si utilizaban esta parte de la casa.

- ¿Planteaste esto? - preguntó mientras se sentó en el sofá.

Yo me senté a su lado mientras sacaba un jugo.

- Sí, aquí es donde te mataré y le diré a todos que te suicidaste- este de inmediato se río al escucharme.

- Soy inmortal, no puedes matarme- me advirtió.

Negué de inmediato y lo apunté con mi juguito.

- Todo lobo tiene su debilidad, así que claro que puedes morir- señalé con seguridad.

Y mi padre decía que la inmortalidad no es tan segura como muchos creen, todo lobo alfa tiene una debilidad, algunos pueden morir con balas que contenga su propia sangre y otras cosas que no recuerdo porque me aburría escucharlo hablando.

- ¿Y sabes cuál es mi debilidad? - agarró un jugo mientras me miraba con curiosidad.

Lo miré de arriba a abajo y lo apunté con el pitillo de mi juego en su frente.

- Soy yo- aseguré antes de quitar el jugo de su frente y fingir que le disparaba.

No tengo que ser el más inteligente para darme cuenta cuando alguien está enamorado de mí. ¿No es demasiado obvio?

TRIPLE 000 (SEGUNDO LIBRO DE LA SAGA AES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora