6. Las flores

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Sakura se quitó la mascarilla luego de ser parte de una intervención quirúrgica de varias horas. Idate, el anestesiólogo, le pasó una botella de agua, con una sonrisa cálida.

– Creo que todos están reunidos en el comedor– dijo mirándola de reojo. – Celebrando el cumpleaños de la jefa de Emergencias...

– ¿Sí? – preguntó Sakura distraídamente, derrumbada en un mueble. – Bueno, ya voy...

Con una sonrisa, Idate se fue. Sakura abrió la botella y aprovechó unos minutos para relajar los músculos de su espalda. Se frotó un poco el cuello y finalmente se puso de pie, algo fastidiada de tener que ir a esa reunión de cumpleaños cuando prefería quedarse descansando. Salió de la sala y bajó las escaleras hasta el comedor y encontró a varios colegas reunidos, pasándose vasos de alguna bebida para brindar.

Sakura se escurrió detrás de algunas enfermeras, tratando de pasar desapercibida. Debía tener una cara muy cansada y no deseaba que la noten.

– ¿Ya están todos? – gritó una enfermera mayor mirando a todos lados.

– Solo faltas tu– le susurró alguien detrás de ella.

Sakura se volvió y encontró a Sasori mirándola de soslayo. Ambos se quedaron quietos, aunque a ella le entraron unas ganas terribles de sonreír, pero tenían un acuerdo tácito: conservar la distancia frente a los demás. Ahora sí que ella sabía por qué él quería eso, era casado y ella no le creía que estuviera completamente separado. Sin embargo, Sasori no sabía las razones por las que Sakura también quería ser discreta. Y era mejor así.

– Te dejé algo en tu consultorio– volvió a murmurar Sasori, mirando a otro lado.

Sakura asintió disimuladamente mientras alguien le pasaba unos bocaditos de un plato improvisado como bandeja. Sasori se alejó tras unos minutos.

Cuando Sakura subió a su consultorio, lo primero que hizo fue preguntarse como habría entrado Sasori porque lo dejó con llave. Pero sus conjeturas se fueron al diablo al ver un pequeño ramo de flores sobre el escritorio con una pequeña tarjeta. Se mordió los labios para evitar un chillido de emoción. Eran unas margaritas y gerberas del color de su cabello.

Para la más linda. 
S.

No se acordaba la última vez que alguien le había regalado flores. Probablemente su padre cuando se graduó de la universidad, o Sasuke cuando le pidió matrimonio. Al salir de su turno una enfermera le dedicó un cumplido a su ramo, preguntándole si algún paciente había sido el del detalle y Sakura asintió, mintiendo.

Tenía el tiempo exacto para ir a la estación de trenes a recoger a Ino, que pasaría unos días en esa ciudad. Tomó un taxi y se fue directamente hasta allá, sintiéndose sobre las nubes, con una mano en el ramo y en el otro su bolso. ¿Qué haría con las flores? Intentaría de que Sasuke no la vea, porque no deseaba botarlas.

Se apoyó en una columna revisando el teléfono, esperando a que el tren llegara.

– Ahhhhhhh– chilló una voz desde el otro lado.

Sakura se dio la vuelta justo cuando sintió un gran abrazo. Levantó el brazo en donde tenía su ramo para que Ino no aplastara sus flores. Cuando se separaron, Sakura resopló, contenta de verla tan entusiasmada.

– ¡Por fin, Frente!– exclamó Ino radiante. 

– Ahhhhh no es lo mismo por el chat– dijo Sakura sonriendo también. 

– ¿Y esas flores? – preguntó Ino emocionada. – ¿Tanto me extrañaste?– añadió sonriendo pícaramente. 

– Bueno sí te extrañé. – respondió Sakura con una sonrisa. – Pero...

Solo faltas tu (Sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora