21. La habitación de Sasuke

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Sakura se colocó el collar con el aro de matrimonio y el anillo con el que Sasuke le había propuesto matrimonio. Lo vio colocarle el aro en el dedo y ambos salieron de la casa, listos para vivir la mentira.

Sasuke bajó con el kennel enorme de Smuk en una mano y su maleta pequeña en la otra. Ya había mejorado bastante, ya no cojeaba y solo había algunas marcas que irían desapareciendo. Ella se quedó a echar llave al apartamento y luego, con Smuk con la correa en una mano y otra maleta, se fue en dirección del ascensor hasta el estacionamiento.

Vamos y tomemos el camino iluminado por las estrellas
A donde la forma de nuestras vidas
Acababa de comenzar... Cuando éramos jóvenes

Smuk se subió al asiento trasero junto a su alimento. Sakura se subió al asiento del copiloto y sin dedicarse ninguna palabra, empezaron la travesía hasta la otra ciudad para visitar a sus familias.

Cuando todo estaba yendo bien
En nuestros sueños de amor y vida
Y podíamos correr... Hacia el sol.

Sakura decidió subir un poco más el volumen de la música, para evitar el silencio incómodo y se puso unos lentes de sol, para evitar su mirada. 

Entra al auto
Estamos tomando un paseo
Estamos buscando estrellas
Estamos buscando satélites
De amor

De amor...– canturreó Sakura y al notar que Sasuke le echó una mirada con una ligera sonrisita, se aclaró la garganta, nerviosa. – Ábrele la ventana de atrás a Smuk, por favor– añadió con seriedad.

Sasuke no respondió, pero se oyó como la ventana de deslizaba unos centímetros. Por el espejo vio al ovejero sacando la cabeza y dejando escapar la lengua mientras el viento se llevaba hacia atrás todo su pelo blanco y gris. A Sakura se le escapó una sonrisa. Sabía bien que ese clima soleado y ventosos era propio de la carretera solamente, que en la ciudad en donde vivían sus padres hacía frío en esa época del año.

Ninguno dijo mucho. En realidad, a Sakura le resultaba increíble estar junto a él, en silencio y respetándose, después de haberse gritado, amenazado y llorado hasta el hartazgo aquel día que intentó poner el tema del divorcio sobre la mesa. Sasuke no intentó hablar del tema con ella tampoco y Sakura lo agradecía porque no sabía exactamente qué sentía ni qué le diría.

Se quedó dormida pero un gimoteo de Smuk la despertó. Ya era de noche, al menos había pasado una hora. Estaban estacionados en una gasolinera y Sasuke no estaba en el asiento del piloto. Probablemente había parado a comprar algo. Se quitó los lentes de sol, se puso su casaca pues ya corría un viento frío y saltó al asiento del piloto para que Sasuke pueda descansar.

Él llegó al cabo de unos minutos, en ambas manos traía unos vasos humeantes. Sakura se inclinó para abrirle la puerta y le alcanzó un chocolate caliente. Luego, se subió con su café, bostezando y frotándose un ojo.

– En este tramo conduzco yo– le dijo Sakura por lo bajo, bebiendo poco a poco el chocolate.

– Sí porque me duele un poco el brazo– respondió Sasuke y bostezó otra vez.

– ¿Querrá Smuk orinar? – preguntó Sakura al verlo meter la cabeza entre los dos.

– Ya lo bajé hace rato– dijo Sasuke bebiendo su café y subiéndose el cierre de la casaca.

– ¿Tanto dormí? – preguntó Sakura sonrojándose.

– No viste cuando unos niños se acercaron a Smuk– dijo Sasuke dándole una palmadita en la gran cabeza al ovejero. – Y la madre me preguntó si tendría crías, que querían uno o algo así y quería mi número– añadió soltando una risa nasal.

Solo faltas tu (Sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora